Capítulo 8

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Willyrex se encontraba en una habitación oscura, sumido en una mezcla de desesperanza y desorientación. Las ilusiones y esperanzas que había albergado se desmoronaban una tras otra, dejando en su lugar un vacío insoportable. Fragmentos de frases "tormentosas" y crueles resonaban en su mente, palabras que intensificaban su dolor. Se sentía solo, atrapado en una realidad que parecía una pesadilla interminable.

Intentó resistir las lágrimas, pero la impotencia era demasiado grande. Había creído en una fuga, en una posibilidad de escapar de su cautiverio, pero todo había sido un engaño. La vida que espero al escapar ,no era esta no para volver al cautiverio viviendo una ilusión de la libertad ,  mientras él languidecía en el sótano, sin poder alcanzar la libertad. Sentía a Vegetta cerca, aunque sabía que solo era otra ilusión. Al final, se rompió y lloró como un niño, desahogándose en los brazos de Luzu, quien lo consolaba con una mezcla de cariño y frialdad.

—Te prometo que esta farsa pronto acabará —susurró Luzu con melancolía, acariciando suavemente el vientre de Willy—. Y no tendremos que escondernos nunca más. Pronto conocerás al mundo, querido. Solo se paciente, y cuando vengas a mí, tendrás todo lo que nunca imaginaste tener.—dijo mirando con ternura como ese pequeño bultito empezaba a expandirse casa día

Karmaland, Casa de Rubius

—Tío, ya deja de llorar. Sé que nunca harías eso a Fargan —dijo Rubius, tratando de animar a Mangel mientras movía sus orejas de oso—. Solo tenemos que probar lo contrario, y ya verás.

Mangel suspiró, sintiendo un nudo en la garganta.

—Es que siento que le he fallado. Sé que no fui yo, pero esas pruebas… ¿crees que Lolito me haría algo así? —preguntó con ojos llorosos.

Rubius le dio una palmadita en la espalda.

—Vamos, tío, deja de decir eso. No sabemos quién fue. Y si fuera Lolito, seguramente te lo habría dicho. No es como si tuviera un cuarto con restos guardados, ¿verdad?

Mangel soltó una risa irónica, asintiendo levemente. Quizás estaba exagerando. Rubius tenía razón; todos habían estado muy tristes desde lo de Luzu y cómo Alexby y Willy no habían salido desde entonces por la culpa. Sería bueno animarlos con la boda.

Se puso su corbatín y sonrió. Hoy era un día especial, y no permitiría que nada lo arruinara. Vio a Mangel pararse y supo que todo estaría bien. Corrió a alistarse para el día más especial con su querida amiga Nieves.

Casa de Vegetta

—Hoy es el día especial de uno de los mayores hombres de todo Karmaland: héroe, apuesto, gallardo y deseado por las damas —anunció Fargan con un tono pícaro.

—Basta, Fargan, me harás sonrojar —contestó entre risas Vegetta.

—¿Quién habla de ti, tío? Hablo de mí. Ahora que tú y Rubius se casan, habrá muchas bellas damas solteras y muy tristes por la despedida de dos tremendos galanes, pero no se preocupen, yo me encargo de cada una de ellas —dijo Fargan, haciendo un gesto con los dedos y alzando el pulgar con confianza.

Vegetta estalló en risas.

—Buen intento, tío, pero es más probable que esas bellas damas vayan tras la comida que tras Fargan.

De repente, la puerta se abrió y apareció Aurom, con pequeñas ojeras y desmotivado. A pesar de su estado, no podía evitar sonreír y abrazar con gran cariño a Fargan y Vegetta. Hoy sería un día muy especial, estaba seguro.

—¡Hoy será el mejor día de nuestras vidas y la de Vegetta y Rubius! —alentó Auron con gran ánimo.

Casa de Alexby

Alexby había buscado a Willy sin descanso, pero la ausencia de su amigo comenzaba a pesarle cada vez más. Sentía una profunda culpabilidad por no haber podido protegerlo, y la desesperanza se cernía sobre él.

Se miró en el espejo mientras ajustaba su traje azul marino. Hoy no era solo otro día de búsqueda infructuosa; hoy era el día de la boda de Rubius y Vegetta. Alexby sabía que debía estar ahí para ellos, aunque su corazón estuviera roto.

Salió de su casa con el ánimo bajo, pero decidido a apoyar a sus amigos. Sabía que necesitaba hablar con Rubius, asegurarse de que estaba bien después de todo lo que había pasado. Encontrar a Willy se había convertido en una obsesión, pero hoy tenía que dejar eso de lado, al menos por un momento.

Karmaland, Plaza Central

La plaza central de Karmaland estaba decorada de manera espléndida. Flores de todos los colores adornaban cada rincón, y una gran alfombra roja se extendía desde el altar hasta la entrada. Los amigos y habitantes de Karmaland habían trabajado juntos para asegurarse de que este fuera un día memorable, a pesar de la tristeza que envolvía sus corazones.

Rubius y Vegetta se pararon en el altar, tomados de la mano. Ambos tenían miradas melancólicas, pero también había una chispa de esperanza en sus ojos. Hoy, celebrarían su amor y renovarían sus fuerzas para seguir adelante.

Los invitados comenzaron a llegar, todos vestidos de gala, pero la ausencia de Willy era palpable. Alexby, Fargan, Mangel y el resto de sus amigos se reunieron, formando un círculo de apoyo y amor alrededor de la pareja.

Cuando todos estuvieron en sus lugares, el oficiante comenzó la ceremonia. Las palabras sobre amor y compromiso resonaron en el aire, un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, la vida debía continuar.

Rubius y Vegetta se miraron a los ojos, sonriendo a través de las lágrimas. En ese momento, se prometieron a sí mismos que no rendirían en la búsqueda de Willy, que lo encontrarían y que volverían a ser la familia que siempre habían sido.

Nota de la autora:

Gracias por leer, galletitas. Sus comentarios y apoyo son mi mayor motivación. Espero que esta historia les haya conmovido tanto como a mí al escribirla. ¡Nos vemos en la próxima aventura!

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