Desde que desperté aquí, no sé lo que ha pasado, no recuerdo ni quien soy, solo puedo ver mis manos, carentes de tamaño, que expresan en mí una falta inherente de alimento, es algo extraño, pues no siento en mi la sensación o el ruido molesto que da pauta a consumir algún alimento. En cuanto a la habitación dónde estoy solo me muestra un foco algo añejo que irradia una luz amarillenta, conjunta con una serie de cuatro paredes grisáceas con indicios de haber sido consumida por el tiempo.
Mi sentido de la vista se ve dañado por la débil iluminación de aquella bombilla amarillenta, pero al mismo tiempo, esta última me otorga algo del conocimiento del tiempo, ya que cuando deja de mostrar aquella luz molesta, puedo dejar que mis parpados sientan un peso invisible, quedándome dormido, sin embargo, cuando el foco actúa al revés, escucho muchos ruidos, pero estos terminan a cierta parte del día, o de la noche, ya no lo sé.
Lo único que me mantiene con vida es porque no me gustaría perecer aquí, ¿en un cuarto?, poco original.
Mi calvario terminó cuando decidí romper una de aquellas paredes que me mantenían cautivo, no puedo describir como me sentí, pero solo diré que esa pequeña bombilla no era tan molesta como pensaba.
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Cuentos que escribí alguna vez
RandomEdición de cuentos que llegue a escribir alguna vez