El pueblo nevado

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Hace muchos ayeres,existió un lugar que muy pocos conocen, un pueblo de muñecos de nieve, con calles adornadas con el nevado paisaje que los mantenía con vida, sus ciudadanos eran muy ordenados, al igual que suaves y hogareños.

En aquel pueblo vivía Mooga, un pequeño hombrecillo de nieve que soñaba con viajar al espacio, muy extraño para un muñeco de nieve, pero él era feliz con su idea de llegar a conquistar el espacio.

Un día, mientras Mooga jugaba con algunas ramas, un estruendo captó su atención, al acercarse, se dió cuenta de un cuervo que había caído desde un árbol cercano, Mooga algo extrañado, levantó al ave y se la llevó a su casa.

El cuervo despertó, y con algo de extrañeza veía a aquel hombrecillo, mientras esté último trataba de cobijar sus alas torpemente y sin ningún resultado, el cuervo se asustó, al igual que Mooga, pues para ambos, el otro era extraño.

Pasaron los días, y sin previo aviso, los que antes se consideraban extraños comenzaron a ser muy grandes amigos, iban a todos lados juntos, todos los ciudadanos amaban al cuervo, ya que era algo extraño y maravilloso para los habitantes de aquella aldea, los días pasaban y convivían muy bien, sin embargo, en uno de tantos paseos, el cuervo se notaba muy cansado.

- Dormir para primavera- pregonaba el cuervo antes de dormir, Mooga le preguntaba que era, sin ninguna respuesta, al día siguiente, en la mañana, buscó al cuervo para preguntar relataba esa noche.

-Muy bonita, comida, sol- Mooga se sentía emocionado por ver la primavera, algo bonito, como se la había relatado su amigo.

Mooga y su amigo hacían planes increíbles para la llegada de la primavera, comer frutas, ver el sol, nadar y muchas otras cosas más. Sin embargo, un día crucial hizo que los planes se vieran suspendidos.

Parte de la aldea de los muñecos había desaparecido, junto con aldeanos, y con ello la paz de aquel colorido lugar, pues en los bordes se divisaba algo verde en el suelo, que a más se acercaba, más cosas se llevaba. Todos asustados, se guardaron en sus casas, Mooga incluido.

¿Qué estará pasando? Mooga sentía miedo, sin embargo, estaba su amigo para ayudarlo a no temer.

La aldea seguía perdiéndose, ese piso verde se hacía cada vez más extenso, fue así cómo llegó lo que no se quería, Mooga se despidió de su amigo que aún estaba dormido, y cuando esté despertó, la primavera había llegado.

Cuentos que escribí alguna vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora