Stiles.

Capítulo IX

A miles de kilómetros de donde se encontraba Stiles, un hombre lobo con rostro duro y casi amargado, se preparaba para tomar un vuelo hacia los Estados Unidos, y posteriormente viajar a Beacon Hills. Derek había salido de viaje a un país de América central, a causa de una llamada de ayuda de una manada de lobos que ahí se enfrentaban a una terrible peste que había molestado a más de la mitad de su población, y tras unos cuantos meses de investigación logró dar con la respuesta. Aunque al inicio al lobo amargado le pareció un poco extraño que aquello solo se hubiese tratado de una simple intoxicación con muérdago debido a la contaminación del agua, no encontró nada más que aquello. Y decidió dar por terminado el asunto sin más. 

Ahora se disponía a regresar a su casa, después de todo hacía mucho no miraba rostros familiares, y aunque lo niegue se había vuelto un poco sentimental y un omega de pelo castaño había influido en gran medida en ese lado del lobo. El lobo abordó el avión lo más rápido que le fue posible, pensando, aún, en aquel caso tan raro, pues le parecía que algo no cuadraba en aquella ecuación, pero por más que intentara hallar lo que estaba mal, no lo lograba. Derek decidió dejar de reflexionar en aquello por el momento, aunque una vez llegase a Beacon Hills consultaría a Peter. Al abordar el avión, el hombre lobo se dirigió hacia su asiento, y lo encontró rápidamente, afortunadamente, su compañera de asiento parecía un tanto tranquila, y así fue, el lobo logró relajarse un poco durante todo el viaje hasta que llegó a su destino. El alfa estaba preparado para tomar su poco equipaje, pero una cabellera negra choco con él, y vaya que casi lo deja sin aire.

—¡Oh dios mío! ¡Lo siento, lo siento, lo siento tanto! ¡No mire por donde iba, no era mi intención, por favor perdóneme, se lo ruego, no volverá a suceder! Aunque probablemente jamás nos encontraremos de nuevo...— dijo la chica con el rostro sonrojado y muy apenado, Derek observó de pies a cabeza a la chica, era de piel pálida, llena de pecas y con ojos café claro, con una hermosa nariz respingona, su cabello era lacio y de un negro profundo. Y el lobo respondió entre un gruñido.

—No hay problema.— y sin más tomo su equipaje y se dio la vuelta dispuesto a irse, y un pensamiento revoloteó en su mente: Se parece a Stiles... pero él es mucho más lindo... y el amargado lobo feroz sonrió con ternura cuando aquel pensamiento cruzó su cerebro.

—Él ya nos pertenece Derek Hale— dijo un susurro a su oído,  el lobo giro la cabeza rápidamente hacia la joven tras él, con cara de intriga, pero esta solo alzó una ceja, Derek estaba a punto de preguntarle a la chica si ella había dicho algo, pero esta fue más rápida.

— Lo siento, tengo que irme, mi hermana me espera.— la chica señaló a lo lejos a una mujer alta, con cabellera rojiza que esperaba impaciente. Pero Derek trato de tomar el brazo de la joven antes de que esta partiera.

—¿Qué fue lo que dijiste?— pregunto seriamente el alfa, con una voz profunda, y ronca, pero la chica solo sonrió pícara, y sus ojos se volvieron naranja rápidamente.

—No seas impaciente Derek, pronto lo sabrás, mejor llama a ese coyote que tienes por familia para asegurarte de que tu amado sepa de tu llegada. No menciones nada de esto ¿Entiendes?— el hombre lobo se mantuvo estático, inmerso en los ojos naranja de aquella chica, y su agarre se volvió cada vez más débil hasta que soltó a la susodicha.

— Fue un gusto. Nos vemos, o Amara me matará. — la chica sonrió una vez más, pero sus ojos ahora eran café una vez más, y realmente Derek se encontraba un poco perdido, la joven simplemente se marchó. Y una vez desapareció de la vista del alfa, este recapacito. No supo que había sucedido, y lo primero que pensó fue:

—Debo llamar a Malia.— Sin más el alfa marco al teléfono de la mujer coyote. No tardo mucho y su prima respondió rápidamente, y las palabras salieron casi mecánicamente.

—Hola ¿Derek?

—Sí

— ¿Qué sucede?— tras la pregunta, hubo un pequeño silencio hasta que el hombre lobo respondió como pudo.

— Acabo de llegar.

—¿Dónde te encuentras?

— Voy en camino hacia Beacon Hills.— y sin más Derek colgó. Y cuál robot se dispuso a llegar a Beacon Hills, con la mente casi en blanco.