Capítulo 1: "No soy un simple mayordomo."

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Desde ese día, nada volvió a ser lo mismo... Ese día lo conocí, y una maldición cayó sobre mi...

-Tráiganlo, lo sacrificaremos a él -Podía escuchar las voces a mi alrededor, tenía miedo, frío, pero no por ello iba a dejar que pisotearan mi orgullo-.

Sentí un golpe fuerte y después todo fue oscuridad, al poco rato desperté sintiendo un sofocante calor a mi alrededor, intenté levantarme pero mis manos y piernas estaban sujetos a la mesa, no podía ver nada; mis ojos estaban cubiertos, de un momento a otro un profundo frío invadió mi pecho.

-Bocchan, es hora de despertar -Susurró con delicadeza, supongo que debió notar que tenía una pesadilla-. Tiene deberes.

-Se... Sebastian... -Susurré como si estuviera fatigado-.

-¿Bocchan? -Se acercó un poco preocupado-. No puede darse el lujo de seguir en la cama, Lady Elizabeth vendrá al medio día y Soma-sama lo visitará por la tarde y... -Tomó una ligera pausa-. Tiene carta de Su Majestad.

-Dámela -Dije imponente mientras me sentaba en la cama, en unos segundos ya estaba leyéndola, con una taza de té en mano y a Sebastian poniéndome la ropa-.

Era lo usual, un par de asesinatos que Scotland Yard no podía resolver, y después de tomar el desayuno nos dirigimos a Londres, un viaje muy largo, pero sobretodo incómodo; Sebastian no dejaba de mirarme.

***

-Soma-Sama ya está en camino a la mansión en Londres, así que es hora del baño -Con delicadeza levantó mi taza de la mesa y quitó el tablero de ajedrez-.

-Prepara algo dulce para después del baño -Me acerqué a la puerta y antes de que pudiera tirar del picaporte, Sebastian me acorraló contra la fría madera, acercando su boca a mi oído-.

-Y... ¿Si mejor comemos el postre antes del baño... Bocchan? -Susurró con delicadeza, al mismo tiempo que una de sus manos aprisionaba las mías, y con la otra me pegaba a su cuerpo; su frío y suave cuerpo-.

-N-No Sebastian... Pueden escucharme... -Mi voz temblorosa apenas logró escucharse, dudo que me haya escuchado, ya que sus caricias siguieron-.

Poco a poco fue aumentando la intensidad en cada roce, prenda por prenda fue despojando mi ropa, y, con su mano fue masajeando mi miembro con un vaivén lento, haciéndome soltar gemidos ahogados; metió dos de sus dedos a mi boca y una vez estuvieron totalmente mojados los bajó a mi entrada y los metió con delicadeza en mí, y, por consecuencia, me corrí en el primer movimiento.

-¿Así de bien se siente? -Preguntó con cinismo en mi oído-.

-Ca-Cállate estúpido... -Jadeé intentando no hacer más ruido para no alertar a los demás criados-.

-Bocchan... He trabajado mucho en su educación como para que use ese lenguaje conmigo -En menos de lo que me di cuenta ya estaba mirándolo de frente, mis piernas rodeaban su cadera y mis manos hacían presión sobre su pecho-. Temo que tendré que limpiar su boca... -Susurró con malicia y su típica sonrisa se esbozó sobre sus labios, los cuales comenzaron una danza con los míos, recorriendo cada rincón de mi boca-.

Mis intentos por separarlo fueron en vano; mientras más me resistía, más intensificaba aquél beso. Escuché el sonido de su bragueta al bajar y con un movimiento rápido sentí "algo" húmedo y caliente en mi entrada.

-Pareciera que está asustado, My Lord -Susurró delicadamente sobre mi cuello y luego lo besó, claro que estaba asustado, ¿acaso pensaba que "eso" cabría en mí?-. No tiene por que estarlo porque yo... No soy un simple mayordomo.

-¡N-No lo metas! -¿De verdad yo me iba a rebajar tanto como para suplicar? Era imposible; ¿Iba a dejar que me violara? Era inaceptable-. Es... Es una orden...

-Acaba de tocar mi punto débil-Susurró con ironía, pensé que no me iba a dejar, pero lo hizo, con delicadeza me bajó, acomodó su ropa y se acercó a la puerta del otro lado-. Será mejor que se vista antes de que venga Meylene a limpiar el desorden -Sentenció y salió, dando un ligero portazo-.

Un sentimiento de decepción se hizo presente en ese momento, pero no iba a dejarme pisotear, acomodé mi ropa y salí al patio, respiré hondo y volví dentro, para encontrarme con Sebastian, me miró frío e hice lo mismo, mientras por dentro tenía ganas de llorar.

Cuando la oscuridad nos consuma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora