Capítulo 5: "¿Qué pasó?"

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Lentamente acercó su rostro al mío y me tomó de la nuca; me preparé para lo peor...

-No, al parecer no tiene fiebre -Se alejó y me cubrió con una toalla-.

-¿Q-Qué?... -Me sorprendí-.

-Tenía el rostro sonrojado y creí que se trataba de fiebre, iré a preparar el agua para su baño.

-S-Sí... -Pensar que me iba a besar, ¡que estupidez! Pero... ¿Por qué mi corazón palpita tan rápido?-.

La mañana transcurrió normalmente, a excepción del baño improvisado. Lau llegó poco más de las 6 de la tarde.

-Dejando el ajedrez de lado... ¿Usted ya bebe alcohol? -Rió-. Supongo que no al ser tan joven...

-Nunca me gustó beber, a excepción del vino dulce que... -El chino azotó una botella de vino contra el tablero de ajedrez-.

-Cuentan las malas lenguas que el hombre que se atreva a beber siquiera una copa caerá ebrio por completo -Parecía que estaba contando una historia de terror-. ¿Se atrevería a tomar un poco o el Perro de la Reina se acobardará por un simple mito?

-Sebastian, trae un par de copas -Error-.

Sebastian llegó con dos copas, sirvió vino en ambas y me dio a mi la de menor contenido. De lejos la copa tenía un aroma dulce, pero, cuando la olías de cerca, sólo se percibía el alcohol. Contamos hasta tres y bebimos todo; no pasó ni 5 segundos cuando ya estaba mareado y Lau había caído totalmente ebrio, yo por mi lado ya no tenía fuerzas y todo me daba vueltas.

-Señorita Ran-Mao, no creo que sea conveniente que el señor Lau permanezca aquí en sus condiciones -Su voz parecía tan distante y todo estaba tan tranquilo que me dio tanto sueño pero no podía dormir-.

A lo lejos pude escuchar el carruaje de Lau irse y vi a Sebastian acercarse a mi y tomarme en sus brazos para después llevarme a mi habitación y recostarme sobre mi cama. La luz estaba apagada y afuera seguía lloviendo; las gotas de lluvia sobre la ventana de reflejaban en el suelo y noté en medio de la poca luz la silueta de Sebastian acercarse a mi, pero a partir de ese momento no recuerdo nada más.

***

-Ciel... Mi lindo sobrino, tienes que dejar de luchar ahora... Estoy segura que tu madre lo hubiera querido así -Su voz cada vez se alejaba más y más-.

-¿Tía Anne?

-Niño maleducado, debes llamarme Madame Red -La vi a lo lejos en medio de la oscuridad; corrí a ella, pero, antes de poder tomar su mano una sierra atravesó su pecho y su cuerpo frío cayó al piso frente a mi y una risa demente se escuchó-.

Desperté.

-¿Un mal sueño? -Mi cuerpo estaba cubierto de sudor frío, una tenue luz mañanera entraba por la ventana-.

-El mismo donde estaba Madame Red... -Traté de girarme para ver de quien era la voz que dulcemente susurró-.

A mi lado, recostado sobre su pecho y cubierto con una sábana estaba Sebastian, su cabello ligeramente desaliñado y su tranquila expresión me deban una ligera idea de lo que había ocurrido y para confirmar mi hipótesis le quité la sábana, mi hipótesis era correcta; habíamos tenido sexo.

-Seb... Tú y yo... Anoche... ¿Qué pasó?..

Cuando la oscuridad nos consuma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora