—No trabajes más. Vivamos de lo que el Señor nos provee —rogó Mel hundiendo el rostro en el cuello de Nick, quien no pudo evitar reír, perdiendo definitivamente la concentración a la hora de ver la película de turno.
—Ojalá fuera tan simple —se volvió para besar la frente de su novia—. También estoy cansado y te extraño durante todo el día. Llegar a casa es la mejor parte de la jornada.
—Deja de trabajar horas extras, entonces. No necesitamos más —pidió esta vez en serio al erguirse para enfrentar la hermosa mirada café de Nicholas.
—No quiero que te falte nada y… si algún día… ya sabes… tenemos hijos —Mel sonrió enternecida—, ellos tendrán lo que quieran también, e irán a buenas universidades.
—Eres un soñador, ¿lo sabías? —besó sus labios lentamente.
—¿Acaso tú no pensaste en tener hijos?
—Por supuesto que lo pensé. No pensé en los ahorros para esos hijos —rió.
—Es por eso que pasado mañana te casas conmigo —a Mel le fascinaba su sonrisa. La forma en que empequeñecía los ojos naturalmente y se veía aún más bueno que de costumbre—, porque pienso en esas cosas.
—Y porque te amo, también.
—Y porque me amas, también —agregó segundos antes de que el timbre sonara de forma estruendosa.
Con dificultad, Nicholas se levantó del sillón y caminó hacia la puerta para abrirle a su mejor amigo, a quien sonrió y abrazó.
—¿Sabes, Nick? —comentó sin siquiera saludar— Hoy es un día especial.
—Me caso pasado mañana, tienes mal el almanaque —rió él y Mel lo secundó de modo teatral.
—Mi almanaque está perfecto. Hoy, miércoles dieciocho de septiembre, amigo mío, te tenemos una sorpresa —Nicholas rodó los ojos sabiendo perfectamente de que se trataba, más Phil no pudo apreciarlo, puesto que su novia tapó los ojos cafés con una corbata.
—A sí que tú sabes de esto —Nick negó lentamente, incrédulo.
—Te lo mereces, bebé —le besó los labios antes de entregarle al amor de su vida a Phil.
En cuanto los hombres abandonaron el departamento, Mel se apresuró a tomar la —ya repleta de polvo— bolsa del armario y correr al auto. Por suerte había sido precavida y, aún bajo la mirada extrañada de Nick, había cerrado todo a las ocho de la noche. Sabía que Phil daría un par de vueltas para así darle tiempo, pero de todas maneras apresuró el paso y llegó al club nocturno que habían escogido y visitado juntos varias veces antes del evento.
La noche no se había detenido a causa del festejo, el enorme lugar estaba repleto de hombres hambrientos y varios prontos a casarse. Estaba más nerviosa de lo que no había estado jamás en su vida, pero eso se iba a arreglar con un par de tequilas.
El dueño la saludó en la entrada de servicio y la acompañó hasta donde podía esperar su turno. De inmediato, Mel pidió la bebida más fuerte al dueño, quien sonrió y se encargó de materializar el pedido.
—¿Eres nueva? —preguntó una muchacha de cabello rojo pasión, obviamente teñido.
—No, es decir sí… o sea… vengo por mi novio, nos casamos el viernes.
—¡Qué dulce eres! Pocas se animarían. ¿Qué le vas a bailar? —Mel comenzó a delinear sus labios y rellenarlos con un suculento gloss tan colorado y tan violento como el cabello de la muchacha.
—No lo sé… pensé en Feeling Good, el jazz —aventuró pintando de forma gatuna sus ojos grandes.
—¡Es una muy buena elección! —la muchacha le hablaba con tranquilidad pese a vestir únicamente la parte inferior de un conjunto negro y eso la ponía bastante nerviosa.
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Campanas
Teen FictionLa fecha está fijada y se acerca. Y con cada día que pasa, los nervios, los temores y las púas ajenas amenazan el infinito amor que Melissa y Nicholas se profesan. __________________________________________________________________________________ Es...