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La cena transcurría con tranquilidad y… quizás demasiado silencio. Nicholas mantenía una sonrisa divertida, pues sabía cuando su novia estaba en medio de una batalla existencial y sus planteos lo divertían.

—¿Qué te sucede? —preguntó con una mejilla abultada por la comida y con la sonrisa impresa aún en el rostro.

—Nada, ¿por qué? ¿Parece que me sucede algo? No me sucede nada —respondió con una sola bocanada de aire. Se sentía pirata por consultar asuntos privados con Phil y no con su novio, pero no había otra manera.

—Preciosa —tragó—, ¿hace cuanto tiempo que estamos juntos?

—Casi doce años —contestó ella sin dejar de morder el sorbete con el que tomaba su botellita de cola.

—Y en esos casi doce años… ¿realmente crees que no aprendí a conocerte? —ella levantó los hombros e inclinó la cabeza hacia un costado—. Dime que te pasa, amor —se acercó hasta besar sus labios con dulzura.

—No me pasa nada, es todo esto de las compras… ya sabes, gastar tanto dinero en… bueno, cosas… me pone rara —carcajeó.

—¿Segura de que es eso? —cambió él su postura a una preocupada cuando su novia trajo a colación la boda.

—Sí, además hoy pasé mucho tiempo caminando con las chicas… estoy cansada —besó esta vez ella los labios de Nick para reconfortarlo, antes de que él sonriera y le devolviera el contacto.

—Ven con papá —apoyó la espalda contra el respaldo de la silla y la llamó con ambos dedos índices, a lo que Mel no pudo evitar sonreír y ponerse de pie para sentarse sobre él y abrazar su cuello—. Te amo, aunque seas una loca que se preocupa por todo —sonrió besándola con ternura.

—Espero que no tengas ningún plan en mente, porque por si no me escuchaste…

—Estás cansada —rodó los ojos él antes de morder el labio inferior de su novia y saborearlo con placer antes de atreverse a un poco más.

—Nick —se alejó ella para observarlo amenazante.

—¿Qué? —la impostada inocencia en su voz la hizo reír.

Mel dirigió sus ojos a la gran mano que levantaba su falda y volvió a observar reprobatoriamente a su novio.

—Quita la mano —una sonrisa tentaba a escapar por la derecha de su boca.

—No —sentenció Nicholas.

—¿No?

—No. Eres MI novia, por lo tanto, hago lo que quiero —contestó con seriedad—. Si quiero tocarte la pierna, lo hago.

—¿Con qué soy un objeto? —fingió enojo Mel—. Pues, no jugara conmigo hoy, señor —se cruzó de brazos bajo la mirada embelesada de Nick.

—No eres un objeto —aquella sonrisa pícara sumada a la cercanía y al escaneo que sus ojos hacían del rostro de Melissa, la ablandó por completo, obligándola a abrazar la nuca de su novio para besarlo sin importarle que colara la mano por su pierna.

—Amor —se separó cuando Nicholas comenzaba a acalorarse, con aquella facilidad que poseían los hombres.

—No estas cansada en serio, ¿verdad? —ella rió a sabiendas de que terminaría haciendo lo que él quería.

—No, pero quería pedirte algo —se relamió antes de sonreír de forma compradora sin desligar el abrazo en el cuello de su novio.

—De acuerdo… —alzó una ceja con desconfianza.

—Sé que a los hombres no les interesa demasiado formar parte de los preparativos y esas cosas —volvió a practicar una sonrisa pedigüeña—, pero de verdad me gustaría que eligieras las cosas conmigo.

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