Doce de la noche, una noche donde el frio se sentía, una noche donde el estar sola en la calle no era buena idea, sin embargo, a aquella chica de 18 años no le importaba. No le importaba el frio, ni la soledad que se sentía en aquel pueblo.
La chica de cabello negro, curvas pronunciadas y de tez blanca camino al parque municipal de aquel pueblo, esperando encontrarlo vacío, pero a lo lejos pudo visualizar una silueta, al acercarse ella reconoce que es un hombre, un hombre que ella conoce y corre a sus brazos. La calidez del abrazo la hace sentir segura, y por ese momento olvida todos los problemas que llevaba cargando ese día. Después del acogedor abrazo se separan para sentarse en una banca. Ambos se sonríen y ella empieza a hablar.
—Te extrañe tanto, pensé que no te iba volver a ver.
—Llevaba viendo a este lugar varios días, esperando encontrarte.
—¿de verdad? Perdón por hacerte esperar, el que te fueras de esa manera tan repentina me dejo como ida de este mundo.
—Te veo muy cansada amor, ¿Qué te pasa?
Escuchar su suave voz, y esa pregunta hizo que ella se soltara a llorar, el sin dudarlo un segundo al envuelve en sus brazos: —Desde que te fuiste he sentido una soledad muy inmensa, la casa se siente sola, fría, muy grande para mí. Siento que no estoy avanzando, que sigo estancada desde hace seis meses...
El silencio los envuelve, había pasado ya media hora desde que se abrazaron por primera vez. Ella miraba hacia el cielo oscuro, sin sentir frio, sus lágrimas ya se habían secado, y el continuaba abrazándola. Después de unos quince minutos él se levanta, le tiende la mano a ella y cogidos de la mano caminan alrededor del parque. Miércoles 11, casi la una de la madrugada, y en ese parque caminaban dos enamorados sin ninguna preocupación, sin que nadie los molestara. El tiempo pasa rápido para ella y cuando se da cuenta están sentados nuevamente, ella en sus brazos a las cinco de la mañana.
—No te atormentes, Lucia. No te detengas, yo me fui, pero tu estas aquí y tú gran deber es seguir luchando, es seguir avanzando, no te detengas por alguien que ya no está. Siempre te cuidare donde quieras que vayas, y por eso quiero verte feliz, cumpliendo tus metas, y en un fututo formando una familia. Como alguna vez lo soñamos nosotros. —Esas fueron sus últimas palabras antes de desvanecerse. Lucia lloraba viendo el amanecer surgir.
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Microrrelatos: sueños perdidos©.
SonstigesCOMPLETO. El libro consta de varios micrrorelatos de todo tipo, donde algunos tienen su final como otros buscan que el propio lector busque el final que más quieran para ese relato, se encontraran todo tipo de género en estos relatos, como también v...