XIII

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Mis padres se quedarán toda la semana en el pueblo, espero no verlos durante toda su visita. Al "verlos" me refiero a mi madre, porque yo amo a mi hermano.

Me levanto y Xavier aún no ha llegado, obvio, son las 8:30 de la mañana, no se va a despertar tan temprano.

Hoy tocaba almuerzo con los padres, y eso no me apetecía nada, la última vez no acabó nada bien. Gracias a ella tengo una inseguridad en mí grandísima. Cuando era pequeña, era voluminosa, era gorda. Siempre mi madre me lo recordaba como si fuera lo peor del mundo. Me empecé a obsesionar hasta llegar al punto de no comer nada, solo tomar agua, mucha agua. Tan solo a mis 12 años pesaba muy poco, me desmayaba, vomitaba, y a mi madre nunca le importó. El tío Lucas siempre estuvo ahí para mí. Ahora, por su culpa cuando como, siento culpa, porque viviré con ese trauma. Y ahora ella me dice que estoy muy flaca y que le da asco verme. ¿Quién la entiende?

Fui a la ducha, el agua estaba heladísima, ya que. Cuando salí de la ducha, me vestí con el uniforme del colegio, porque es día de semana, los únicos días en los que se puede poner ropa corriente es en la tarde o en los fines de semana.

Me fui a mis clases, todo lo entendía, hasta ahora, me va muy bien con las notas. Además, la señorita Thornhill me dijo que soy una de sus alumnas más inteligentes, luego de Merlina, claro.

Salí de mi habitación y me fui de la escuela. Quería ir a ver a Eugene.
En el camino, saqué unas flores del pasto para llevarselas.
Me di un tiempo para pensar en el camino, ya que me demoro más o menos 20 minutos caminando de la escuela al pueblo.
Pensaba en mi padre, que el sheriff lo quiere preso y haría lo que fuera por arrestarlo, y claramente yo no quiero eso. Lo que me enoja de mi padre, es que no me defiende ni dice nada para cambiar lo que está mal de mi madre, no le dice que pare, nadie le dice que se detenga.

Cuando llegué al hospital y llegué a la habitación de Eugene, estaba ahí Dedos, que fue mandado por Merlina para que cuide de mi amigo.

- Hola Dedos, gracias por cuidarlo. - Dedos levantó el pulgar.

Dejé las flores en su mano, ya que las flores que le traje eran muy pequeñas para dejarlas en un jarrito con agua.
Era triste este lugar, era frío y blanco, nunca me gustaron los hospitales.

- Hola, Kristin, ¿Verdad? - Dijo una voz femenina a mis espaldas. Me volteé y era la terapeuta de Merlina.

- Oh, hola, señorita...

- Kinbott. - Dijo sonriendo.

- ¿Usted le hacía citas a Eugene?

- No, sus madres sí, no sabes lo que es tener a un hijo en coma...

- Claro. - Dije incómoda. La señorita Kinbott dejó unas rosas amarillas en un jarrón. - Los dejo. - Me fui de ahí para irme de vuelta a la escuela, pero vi el Veleta, no me vendría mal un café.

- Hola, Kristin, ¿qué tal? - Me dijo Tyler. Al instante me mareé, no quería quedarme inconsiente de nuevo. Me senté en una silla.

- No tienes ni idea de lo que viene... - Me dijo la voz que lleva diciendome cosas desde hace días. - ¡No parará hasta matarnos a todos! - No sabía a que se refería, mejor dicho, a quien.
Paró el mareo y ahora todo estaba tranquilo, algo así.

- ¿Estás bien?

- Sí, quiero un muffin, por favor. - Dije mirando a un punto fijo de la mesa.

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Tocaba el almuerzo con los padres, no era obligatorio, pero tenía mucha hambre, y no voy a gastar plata todo el día.
Me senté en la mesa en la que estaba mi familia, saludé a todos, incluída mi madre.

Roomies ♡ Xavier ThorpeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora