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00.      THE HEIRS OF THE DRAGON



Los gritos de la princesa Rhaenyra, cargados de dolor y angustia se colaban por las paredes rocosas de aquel lugar, mezclándose con los escandalosos estruendos de la tormenta que azotaba King's Landing esa fría noche.

— Respire, princesa. Solo un poco más.— Pidió una de sus damas con tono dulce, buscando de alguna manera poder confortarla.

Rhaenyra negó varias veces, soltando un grito que probablemente alarmó a todo aquel que se encontrara dentro de la fortaleza roja. Era incapaz de pensar en algo más que no fuese rezar a los dioses para que ese fuego en su interior se apaciguara, sentía que la desgarraría por completo en cualquier momento. Sin embargo, no hizo más que pujar y jalar de las sábanas debajo de su cuerpo, dejando todas sus fuerzas en ello.

Finalmente después de lo que pareció ser una tortuosa eternidad, sus quejas cesaron de golpe para ser remplazadas por los fuertes llantos de un recién nacido.

— Es un varón, princesa.— Le anunció el maestre cuando tomó al bebé, cubriéndolo con mantas de notable grosor para mantenerlo en calor.

Por primera vez en horas, una sonrisa se formó en los labios resecos de la exhausta princesa. Todo había terminado. Le había dado al reino un heredero varón, asegurando su posición como tanto anheló.

— ¡Uno más, viene uno más!— Interrumpió su agobiada dama en un hilo de voz al ver una segunda cabeza asomarse.

— No...— Rhaenyra casi se desplomó cuando ese fugaz momento de alivio le fué arrebatado.

¿Uno más? Debía ser una broma.

Pujó de nuevo, quejándose entre llantos al obligarse a si misma a sacar fuerzas a cómo diera lugar. Si el primer bebé no acabó con ella, el segundo parecía que sí lo haría. Era fuego consumiéndola desde los huesos.

Pero para fortuna de muchos y luego de varios minutos, un segundo e imparable llanto acompañó al de su primogénito.

— ¡Una niña!

Rhaenyra sollozó aliviada y alzó sus brazos anhelando aquel primer contacto con sus recién nacidos, quienes calmaron su llanto casi por completo cuando el calor de su madre los abrazó. Y entonces la princesa finalmente cedió, dejándose caer sobre los cojines a sus espaldas.



 Y entonces la princesa finalmente cedió, dejándose caer sobre los cojines a sus espaldas

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— Escuché que fueron mellizos.

Un ansioso Laenor apareció tras las grandes puertas de roble, con una sonrisa de oreja a oreja plasmada en el rostro mientras caminaba a paso largo en dirección a su esposa.

— Tan sanos como un dragón.— Rhaenyra afirmó y le devolvió la sonrisa a pesar de su débil estado. Se movió un poco, dejando ver a los recién nacidos profundamente dormidos a su lado.

blood,  jacaerys velaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora