¡ 02 !

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TWO.      STRONG'S CHILDREN



El príncipe Aegon se encontraba de pie sobre la gran ventana de sus aposentos, sin una sola prenda que cubriera la pálida piel de su cuerpo. Poco le importaba si algún habitante de la fortaleza roja lo veía complacerse a sí mismo al aire libre de manera indebida, o si lo escuchaban balbucear con descaro el nombre de la persona que provocaba aquel obsceno deseo.

Todo el reino conocía quien era el actual capricho del primer hijo del rey Viserys.

Dejó caer su cabeza hacia atrás, embriagándose de aquella sensación ya bastante familiar para él. Sin embargo había algo diferente esta vez, el príncipe era incapaz de abrir los ojos, se negaba a despegarse de la imagen de la pequeña Rhaenys encima de su cuerpo el día anterior.

Recordaba la sensación cálida de su piel aferrándose a él, lo extasiante que había llegado a ser el olor que su cabellera platinada emanaba, lo bien que se había sentido entrelazar sus manos para sacarla del lugar. Nunca antes había gozado del privilegio de tenerla tan cerca y no podía estar más agradecido con los dioses por haber permitido esa ridícula pelea entre aquellos hombres.

— Rhaenys...— Gruñó bajo, acelerando los movimientos frenéticos de su mano.— Por los dioses.

Su mente estaba tan perdida en las sucias fantasías con la pequeña princesa, que ni siquiera se percató de que la puerta había sido abierta varios minutos atrás. Pero cuando escuchó una voz que conocía a la perfección, su cuerpo pareció responder por sí solo y se dejó caer al colchón a unos centímetros de él, cubriéndose con las sábanas de inmediato.

— Mierda.— Se quejó, bastante agitado.

— Disfruta de tus porquerías, es lo único que tendrás.— Aemond soltó sin más y dió un par de pasos al frente, dejando ver una expresión aún más sombría de lo habitual.

— ¿Qué?— El mayor preguntó confundido y acomodó sus rizos detrás de sus orejas.

— Rhaenys es mía ahora, fue prometida a mi.

Aegon pareció congelarse por medio segundo ante las palabras de su hermano, sonaba tan seguro que casi creyó que lo que decía podría ser verdad.

— Imposible.— Se burló, casi se carcajeó en su cara.— Rhaenyra no comprometería a su única hija con alguien como tú.

Aemond sonrió de manera egocéntrica, comenzando a alterar los nervios de su hermano mayor.

Muy pocas cosas lo hacían sonreír.

— Rhaenys será prometida a mi, soy el primer hijo varón del rey. Soy más relevante que tú.— Continuó burlándose, tratando de convencerse a sí mismo de que no se equivocaba.

Las facciones de Aemond se arrugaron sutilmente en una mueca que su hermano no supo descifrar. Pero antes de que pudiera decir algo, una tercera voz se escuchó a sus costados.

— Aemond.— La reina Alicent caminó adentrándose al lugar, con esa expresión inmutable que ambos príncipes conocían bastante bien.— Déjame sola con tu hermano.

El menor de sus dos hijos no hizo más que asentir y simplemente se dió la vuelta para retirarse como lo ordenó.

— ¿Es cierto?— Aegon preguntó, pareciendo impaciente por una respuesta.

Alicent hizo el vago intento de formar una sonrisa. Sabía muy bien a lo que se refería su hijo.

— Sí, lo es.— Respondió con fingido desinterés.— El rey insistió con un compromiso y no hubo otra opción, no iba a permitir que fueras tú.

blood,  jacaerys velaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora