¡ 03 !

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THREE.      DRIFTMARK




— Deberíamos estar en Harrenhal, no aquí.

Una mueca de amargura se estancó en mi rostro y usé toda mi fuerza de voluntad para no estallar en llanto. Esta mañana habían llegado noticias y no precisamente buenas. Harwin y Lyonel Strong habían muerto en un incendio la noche anterior. Nuestro padre había muerto lejos de nosotros, solo. Pero aquí estábamos... en el funeral de nuestra "tía" Laena, en Driftmark, sin derecho a llorar nuestra pérdida.

— Desearía poder desperdirme de él y no tener que soportar... eso.— Jacaerys susurró e hizo énfasis en sus últimas palabras, volteando en dirección a la multitud apartada de nosotros.

Casi no les había prestado atención, pero estaba en lo cierto. Incluso a varios metros de distancia era capaz de percibir como varias personas murmuraban entre sí y nos dedicaban miradas llenas de juicio. Para ser sincera no era la primera vez que lo hacían, ya era algo que parecía ser costumbre entre los allegados de la casa Velaryon.

Sin embargo, la gran sombra que nos cubrió desde arriba logró distraerme. Rhaegal sobrevolaba el lugar junto a su hermano Vermax y el pequeño Arrax.

Rhaegal era mi dragón, de escamas verdes tan oscuras como el cielo de media noche y ojos de color carmesí tan intensos como la misma sangre. Era joven pero su apariencia resultaba gratamente intimidante para todos.

Poder verlo volar tan libre, me hacía sentir plena en un momento tan desagradable como este.

— Niños.— La voz de mi madre se ganó nuestra atención.— ¿Han visto a su padre?— Preguntó mientras buscaba a Laenor con la mirada.

Ambos negamos en respuesta.

— Sus primas perdieron a su madre.— Comentó al fijar la mirada en nuestros rostros de fastidio.— Les serviría un gesto amable.— Nos propuso, mientras acariciaba nuestros cabellos.

— Nosotros también necesitamos esa compasión.— Me quejé.

— Rhaenys.— Su tono fué severo.

— Deberíamos estar en Harrenhal.— Jacaerys me defendió.— De luto por Lord Lyonel y Ser Harwin.

— No sería apropiado, mis niños.— Susurró, asegurándose que nadie ajeno a la conversación escuchara palabras de más.— Los Velaryon son familia, los Strong no.

Bufé en respuesta y Jacaerys evitó su mirada.

— Mírenme.— Pidió, agachándose un poco para tratar de igualar nuestra estatura.— ¿Lo entienden?

No fue necesario responder, ambos éramos lo suficiente conscientes para entender lo que aquello conllevaba. Sin protestar más, un Jacaerys resignado tomó mi mano y casi me arrastro con él hasta donde se encontraban nuestras primas.

Cuando finalmente estuvimos frente a ellas, pude percatarme de la apariencia de sus ojos, rojos e hinchados. Seguramente llevaban días llorando por su madre sin descanso. Sentí celos, celos de que se les permitiera sufrir su pérdida y a nosotros nos avergonzaran por lo mismo.

— Lo sentimos...— Susurré en un hilo de voz, no soportando el silencio que había y únicamente recibí unas medias sonrisas de su parte.

Jacaerys por otro lado permaneció en silencio. No necesitaba pronunciar palabra alguna, estar presente era la manera en que demostraba apoyo.

Baela pareció no estar conforme con eso y tomó la mano libre de mi mellizo, sonrojándose en el momento en que sus dedos hicieron contacto. Él no hizo nada para apartarla, ni siquiera lo intentó y para ese punto, un ardor se expandió a cada parte de mi cuerpo.

blood,  jacaerys velaryonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora