3. Guoshi

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Guoshi se inclinó un poco y arregló los mechones sueltos del cabello del niño, el cual estaba sujeto en una media cola por una hermosa horquilla de mariposa plateada. El niño, que parecía un cachorro de unos dos o tres años, se dejó hacer. Con una sonrisa y entrecerrando los ojos cuando tenía aquellos dedos largos demasiado cerca.

En cierto momento, el cachorro ronroneo, era un sonido absolutamente adorable para el viejo maestro.

A esta edad, a pesar de que Xie Lian era un niño muy cariñoso y amable con todos, todavía era un niño apegado a sus padres. Xie Lian podía pasar tiempo con las niñeras y los maestros, pero no soportaría mucho el contacto de ellos si no veía a sus padres pronto.

De tal situación, Mei Nianqing había sido la excepción.

Todavía recordaba los días que Su Señoría se reía al ver a Xie Lian aferrado al Guoshi, diciendo que Guoshi definitivamente era su favorito.

¡Ah, qué buenos tiempos!

Guoshi terminó de alisarle el cabello. —Listo, Pequeña Alteza. Mira que guapo estás.

Xie Lian se llevó una mano al cabello, acarició un poco y luego movió la cabeza de un lado a otro. —Brrrr.

¡Los mechones sueltos volvieron a caer!

Guoshi suspiró ante las risitas de Xie Lian.

Ah, no importa, este maestro ya podía arreglarle luego. Cuidar de su Alteza en este estado era una rara oportunidad, una entre un millón.

¡Este maestro la aprovecharía al máximo!

—Masto, quero jugo.

—¿Mhn? ¿Jugo? ¿Quieres jugo?

—Si.

Guoshi chasqueó la lengua, no lo olvidaba, pero todavía le sorprendía lo mimado que era Xie Lian en ese entonces.

—Jugo, jugo; ¿Por qué jugo? ¿No quieres agua? Agua es mejor para su Pequeña Alteza.

El labio inferior sobresalió en un puchero y Xie Lian miró a otro lado, terco. —Quiero jugo —cruzó los brazos en un claro gesto de disgusto.

Si Guoshi era sincero, no tenía jugo en aquella humilde cabaña. E incluso si lo consiguiera, estaba seguro que no sería de la calidad a la que Xie Lian estaba acostumbrado. Y no, no pensaba pedirle dulces al Rey Fantasma. Xie Lian debía llevar una dieta sana, por unos días bajo su cuidado al menos.

Guoshi suspiró. Se levantó y se dirigió a su cocina. Xie Lian lo siguió con interés y casi halando de su ropa, mientras pegaba pequeños saltitos diciendo "Jugo, jugo, jugo, ¡quiero jugo!"

—¡Veremos si hay jugo, Pequeña Alteza!

—¡Si!

Ahora, Guoshi sabía que no tenía jugo, así que sirvió un vaso de agua —de la nueva vajilla que había recibido— y se lo entregó a Xie Lian.

Las manos ansiosas del niño tomaron el vaso y miró el líquido en el interior, confundido, miró a su maestro y al ver que este lucía tranquilo, le dio unos sorbos.

Se alejo con el ceño fruncido. —No jugo —y volvió a tender el vaso, esperando que le den su jugo.

Guoshi fue sencillo. —Eso es jugo Pequeña Alteza.

—No jugo.

—Es un jugo especial —insistió—. No tiene color ni sabor, es más nutritivo para usted.

Xie Lian ladeo la cabeza, no se sabía si entendía todo lo que su maestro le decía, pero miró el vaso de manera contemplativa. Viendo que vacilaba, el Guoshi golpeó el fierro caliente. —Si toma este jugo, ¡Pequeña Alteza será más fuerte!

"El pequeño Gege era tan tierno"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora