5. Miedo

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Aurora

—Estoy absolutamente segura de que un hombre como tú debe tener una enorme larga lista de mujeres esperando para compartir su vida contigo, de tu edad, para más destacable —me atrevo a decir, aún estamos en la proa, la brisa arrastrada por el mar acaricia nuestros rostros, azotando mi cabello que Valentino decidió liberar de su agarre y debo apartar de mi rostro constantemente. El hombre a mi lado, las manos guardadas dentro de sus pantalones blancos sonríe, mirándome.

—¿Otra vez estamos con lo de la edad, señora bonita?

Me encojo de hombros.

—Es un hecho bastante destacable. Te llevo... —mis labios caen cerrados cuando Valentino presiona un dedo sobre estos, y al mismo tiempo, se aproxima hacia mí, una vez más tan cerca que confisca mi aliento.

Trago saliva, su calidez recorriéndome todo el cuerpo, sintiendo mi corazón latir en mi garganta.

—Cuantos años me lleves es lo de menos, eso ya quedó bastante establecido con mucha anterioridad. En cuanto a lo anterior, puede que haya una lista larga quizás, no lo sé —me encojo de hombros—, en cambio, la única mujer con la cual quiero compartir mi mundo está frente a mí.

Paso saliva a través de mi garganta seca, mientras Valentino ha liberado mis labios y se aleja un poco, aunque no arranca sus ojos de mí en ningún momento, estudiándome con detenimiento.

Abro mis labios intentando decir algo, pero de pronto, no encuentro nada que decir, por lo cual me giro de modo que le doy la espalda, aferrándome con fuerza a la baranda, observando el cielo oscurecido y salpicado de estrellas.

Siento la presencia de Valentino a mi lado, en silencio.

Amé, todavía amo, a ese hombre que me fue arrebatado cuando apenas había disfrutado lo suficiente de él. Mis ojos se sienten en llamas mientras recuerdo aquel dolor, ese mismo vacío permanente, el modo como tuve que obligarme a ser fuerte, a ponerme de pie solo por mis hijas, ellas siendo mi fuerza.

Mis ojos se van hacia Valentino a mi lado. Nuestras miradas se entrelazan, él me ve sin romper el silencio, pero con una sonrisa en sus labios. Es todo un hecho que ese hombre me gusta, queda claro en el modo en el cual reacciono a su cercanía, la forma en la cual deseé y tal vez deseo en ese momento sentir que me bese, mi cuerpo ardiendo en su presencia me pide a gritos incluso un poco más que besos, que la sorpresa de que apareciera un hombre que fuese capaz de hacer a mi cuerpo volver a vibrar, desear con fervor... sentir, es realmente grande, podría dejarme llevar por ese despertar de emociones, por esa necesidad de mujer viva que soy incapaz de ignorar, no obstante quizás debería ser honesta y admitir que constantemente estoy esperando, de alguna manera, que un día Valentino despierte y se dé cuenta de que lo que le produje fue quizás... algo fugaz y pasajero... un puro espejismo, que puede encontrar cualquier otra mujer de su edad, menor o de su círculo con la cual compartir su vida, mientras él y yo no seríamos nada más que los padres de la niña que nos unió. Estaría bien así, sorprendentemente no me quejaría... creo.

Tenía trece años cuando perdí a mi padre, diecinueve cuando vi fallecer a mi única hermana frente a mí. Enfermó y vi junto a mamá como cerró sus ojos al mundo a nosotras, cuarenta y dos cuando fue el turno de mi madre de decirme adiós, finalmente, Lorenzo. Como se podrá ver tengo una lista de perdidas, y todos los días me despierto con miedo de perder a lo único que me queda, que me mantiene fuerte y de pie, todo mi mundo, mis hijas, sabedora de que no resistiría una sola perdida más. Creo que eso resumiría a la perfección mi dilema con Valentino, ¿no?

Perder a la gente que amas es la cosa más devastadora que existe. No hay nada con lo cual poder compararlo, no podría existir nunca otro dolor mayor.

Tan Solo un segundo ( Aurora y Valentino) ✔️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora