1. Indicada

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Valentino

—Valentino, tienes una visita.

—¿Quién es que me busca Nelly?

—Es una chica que me suplicó querer hablar contigo, con decirte que casi me lloró.

Aquella tarde, esas palabras, significaron un cambio en mi vida, me enteré que tenía una hija que durante veinticinco años no pude saber de su existencia, hasta que se presentó frente a mí y me dijo: soy tu hija. Desde que la vi, algo pasó, ¿el lazo de sangre se llama? Debe serlo, porque en mi corazón una cosa se sacudió al verla, aunque aun así, cuando me dijo que era mi hija me permití dudar, ya que ser quien soy, ha atraído a mi vida más de una vez un buitre que intente aprovecharse.

Me perdí veinticinco años de una hija que se ha convertido en el sol de mi vida desde que supe de su existencia, desde que la abracé y la sentí tan cerca de mi corazón latiendo enloquecido ante la emoción del descubrimiento, y pese a la alegría que eso me causó, también no me pude evitar enfurecer con las únicas personas que creí responsable de no haberla podido darle mi amor, pero sobre todo proteger, durante toda su vida.

—Ustedes con sus malditos prejuicios, me quitaron la oportunidad de haberla conocido, de haber sido su padre, pero más que nada, de haberla protegido —grité contra las dos personas sentadas frente a mí, habían tres con Valeria, mi gemela, pero solo dos de ellos merecían mi enojo y mi ira.

—Valentino, por favor, cálmate —me pidió Valeria, colocando una mano sobre mi pecho agitado en ese momento. —Sé que estás enojado y probablemente tengas todo el derecho de estarlo, pero una cosa está clara aquí, por mucho que grites no podrás cambiar las cosas como son.

—¡Lo sé joder! —bramé—, y eso es lo que más me jode, que hay cosas que quiero cambiar y no puedo cambiarlas. ¡No puedo!

—Hijo, tienes que tranquilizarte —exigió mi madre—. Estás alterado de esa manera sin sentido, y por supuesto, estás siendo injusto.

—¿Estoy siendo injusto? Ustedes fueron los únicos responsables de que no supiera de la existencia de mi hija, y me perdí veinticinco años de no tenerla, por sus prejuicios de mierda y estoy siendo injusto y haciendo una mierda de drama sin sentido. ¿Qué mierda madre?

—¡Valentino! —retó mi padre, con esa voz dura e implacable que suya, mirándome con desaprobación por mi manera de hablar en ese momento—. Por muy alterado que estés somos tus padres y merecemos respeto, recuérdalo.

En respuesta, solo apreté la mandíbula con fuerza, conteniendo unas terribles ganas de llorar, de rabia, impotencia y dolor.

—Te dije antes que estás siendo injusto, porque lo estás siendo, Valentino. Es una pena que te hayas enterado hasta ahora de la existencia de tu hija, comprendo tu deseo de haberlo querido saber antes, sin embargo, no puedes culparnos ni a tu padre ni a mí de haber hecho lo necesario para protegerte como haría cualquier padre. Te enredaste con esa sirvienta que al final, solo te miró por quién eras, no te habría mirado si no fueras Valentino Leister. Esa mujer era una ambiciosa.

Me dejé caer sobre el sofá, rodeando mi cabeza con mis manos. Valeria se acomodó a mi lado y me rodeó en silencio.

Durante años Camila fue un bonito recuerdo, ella fue mi primer beso y mi primera relación sexual. Para mí, independiente de cómo hubiera terminado todo entre los dos cuando mi madre la descubrió en mi cama y me envió al extranjero a estudiar; alejándonos para siempre, le guardaba un espacio en mi corazón, recordaba su risa, sus lindos ojos azules, su melena dorada que tanto amaba enredar entre mis dedos y jugar con ellos. También recordaba los momentos de placer con ella y los exquisitos besos que nos dábamos a escondidas de mis padres.

Tan Solo un segundo ( Aurora y Valentino) ✔️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora