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Steve lo miraba. Esa era la cuestión.
Para empezar, Tony y Steve eran algo así como la pareja favorita del grado desde bastante pequeños, misma edad desde la que se gustaban. Tony, por su parte, no tenía idea de cómo había empezado todo y no le gustaba divagar mucho al respecto. Solo sabía que, por obra del destino, le gustaba al niño de ojitos de cielo, mismo que se encargaba de sacarle las mejores carcajadas.
Se gustaron unos siete u ocho años; casi todo el grado lo sabía y bastantes se preguntaban por qué no se hacían novios todavía. Pero ellos dos, no. Estaban bastante cómodos en ese raro estatus donde no eran novios pero cuidaban del otro como tal. Steve siempre buscaba los ojos de Tony cuando hacía un chiste malo, y Tony procuraba reír cuando escuchaba las estupideces de Steve. Funcionaba bastante bien su relación de esa manera, pero la manía de sus compañeros por verlos siendo novios fue más fuerte y los llevó a formar un peculiar grupo de amigos que se encargaban de hacerles bromas sobre lo atrasado que estaba en noviazgo.
Cuando lo hicieron oficial, duraron casi ocho meses. Steve terminó con Tony antes de que se cumpliera el plazo, y Tony, que siempre amó más de lo que dejó ver, aceptó dignamente que, simplemente, ya no funcionaban como antes. Se habían vuelto monótonos. Le dolió dejarlo ir cuando todavía lo amaba.
Cuánto amor le costó decir adiós.
Y nunca pudo entender cómo es que la llama que los avivó se había reducido a cenizas.
Le dolió mucho, pero se hizo a un lado en el camino de vida de Steve. Mientras el rubio tuvo otras dos parejas después de Tony, éste permaneció soltero. Llegó a tener pequeños flechazos en otras personas, pero tuvo que admitir que nunca le gustó ninguna como le había gustado Steve.
Se alejó para sanar, y, con el tiempo, pudo sentirse en paz formando parte del resquebrajado grupo de amigos; pudo sentirse en paz conviviendo con Steve. Se volvió medio ermitaño, y dejó de buscar el amor donde claramente solo iba a encontrar cariño y amistad. No dejó de creer en el amor, en la idea de un felices por siempre o almas gemelas; solo dejó de creer que eso fuera para él.
Y por eso le molestaba en demasía que Steve siguiera viéndole. Le veía, no cuando vestía con sus apretados jeans grises y sus viejas playeras de AC/DC y Black Sabbath, que es cuando más bonito y confiado se sentía; lo veía cuando hacía chistes, cuando decía alguna frase ingeniosa o buscaba hacer reír a los amigos de ambos. Siempre era la mirada de Tony la primera que buscaba.
Steve tenía novia. Y, para cuando comenzara la universidad, Steve se iría lejos, a otro país. Y seguía viendo a Tony. Y eso enojaba a Tony, porque Steve no tenía ningún derecho a verlo después de haberlo destruido. De haberlo dejado atrás, de avanzar sin ver que Tony se había roto completamente, de llevarse pedazos del genio que jamás se iban a recuperar.
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Algo que me estaba consumiendo por dentro y tenía que sacar sí o sí. En un tema completamente opuesto, ¿alguien sabe cómo hacer el ritual de las velas para separar caminos? Pregunto por una amiga.
