A Howard podían tacharlo de viejo cascarrabias, o de imbécil para con los demás, pero nadie podía quitarle el título de gran abuelo que presumía como solía presumir su ingenio y atractivo, hacía muchas, pero muchas lunas atrás.
Estaba orgulloso de su no tan pequeña familia, de su único hijo y los amigos de éste que terminaron por convertirse en sus hijos no-hijos, y los nietos que éstos le habían dado, llenando su gran casa de risas infantiles, calentando su viejo corazón. Era feliz con ellos, definitivamente.
Por eso, y porque era malo con las palabras, había destinado el tercer viernes de cada mes como la noche de Howard; daba la bienvenida a sus nietos con deliciosos Howiches (sándwiches, pero hechos por él), cosa que amaban; juegos de mesas, cosa que también amaban, y una película ambientada en el Viejo Oeste, cosa que no amaban tanto pero, oigan, Howard también quiere un momento de diversión para él entre tantos para sus nietos. Era su noche y solo suya, la única manera en la que podía expresarles a sus pequeños el amor que sentía por ellos sin llegar a avergonzarse de sí mismo.
Pero, desgraciadamente, sus nietos ya no eran los chiquillos que corrían a sus piernas y le trepaban encima buscando los caramelos de canela que siempre llevaba con él para darles uno, de esos solo le quedaría uno a futuro y era la bebé de Bucky y Natasha, quien dormía en los brazos de Jarvis mientras éste le cantaba una nana. El pequeño que habían adoptado con su esposo, Gregory, compartía edad con el más joven de los Stark-Rogers, Johnny, ambos de once; le seguía Harley con trece y el más grande todos, Peter, con quince y un novio que lograba sacar de sus casillas a Tony y Steve. Sabía que le quedaban pocas noches como esa, y el sabor amargo de tener razón le inundó la boca cuando sus tres nietos entraron y solo dos de ellos iban con sus pijamas puestas.
—Peter, no traes pijama a una pijamada —dijo, tras despedir a Tony y Steve (quienes iban a celebrar su aniversario) y cerrar la puerta.
—Abuelo, sé que hoy es la noche de Howard, pero me invitaron a una fiesta a dos cuadras de acá y en serio, en serio me gustaría ir —dijo, dejando su maleta en el suelo—. Prometo que vendré rápido, Wade me acompañará.
—¡Ah! Claro que entiendo, está cerca, puedes caminar —exclamó, deleitándose con la sonrisa que se formó en el rostro del menor—. Y sería de mala educación dejar al anfitrión esperando, ¿verdad?
—¡Exacto! —respondió, viendo a Howard alejarse a la cocina—. Es más fácil que con papá.
—Wade te pegó su bajo coeficiente intelectual, ¿no entendiste lo que acaba de pasar? —Peter volteó a ver a Harley, a punto de festejar su éxito.
—Claro, el abuelo me acaba de dar permiso.
—¡Peter, ponte la pijama! —gritó Howard desde la cocina, donde ayudaba a Johnny y a Gregory a prepararse unos deliciosos Howiches. Peter puso mala cara y siguió a Harley a la sala, donde tomaron unas cuantas frituras y un vaso de Coca-Cola para acompañar. Gregory lo observó oculto detrás de un muro, quedándose embobado al ver a Peter con un ceño fruncido en el rostro y ganándose una rociada con el spray para gatos que había comprado Howard.
Tras el primer Howiche, decidieron sentarse a jugar cartas, quedando Peter como ganador. Mientras el resto lamentaba su fracaso y la pequeña bebé Barnes dormitaba cerca de Jarvis, Peter se escabulló al patio, con toda la intención de salir huyendo hacia la fiesta, topándose a Howard encaramado en la escalera y cambiando un foco del patio.
—¡Hola, Peter! —exclamó feliz.
—¡Abuelo! ¿Qué haces? —preguntó, intentando cambiar su mala cara al ver su plan frustrado.
—Cambio el foco, se quemó y si no lo hago ahora, no lo hago nunca, como tu padre con ese escalón suyo —rió, terminando de enroscar el foco—. Ah, listo. Ya puedo ver todo lo que pasa aquí —se bajó de la escalera y se acercó a Peter, tomándolo de los hombros para dirigirlo de nuevo a la sala, donde más juegos y Howiches les esperaba—. Vamos, cariño.
Peter le siguió de mala gana, tras echar un último vistazo al gran jardín de su abuelo. Engañarlo era más difícil que engañar a papá y a pops.
Le siguieron más intentos de fuga, desde excusas para ir al baño hasta mentiras ofensivamente tontas, cómo hacer la modificación a las canaletas que habían hecho con Tony en verano y era vital que Howard tuviera antes de invierno, pero no logró más que frustrarse y risas burlonas de parte de Harley. Howard, mientras tanto, se sentía de regreso en los 80's/90's. Menos colorido, menos rockero, pero con un adolescente hormonado insistiendo con salirse con la suya para ir a una maldita fiesta. Viendo a su molesto bebé en el sillón, comiendo el quinto Howiche con un visible puchero y el celo fruncido, no pudo evitar suspirar al ver a quién le recordaba tanto; era como tener a Tony adolescente de nuevo, podía jurar que Maria aparecería en cualquier momento a suplicarle que fuera más flexible con su niño. Sintiendo una presencia detrás de él, sonrió. Era Jarvis, algo cansado de tanto acarrear a la pequeña Barnes por toda la casa en un intento por hacerla dormir; aún con la calidez brindada por el recuerdo de Maria, se permitió disfrutar de la calidez que brindaba la presencia de Jarvis.
—¿Por qué no le dejas ir con su novio a la fiesta? —preguntó suavemente, señalando a Peter con la vista.
—Porque quién sabe cuántas noches cómo esta me quedan —respondió, sintiendo el fuerte abrazo de Johnny mientras oía al pequeño llorar—. No entiendo qué pasa con este niño —murmuró, despegándose a Johnny de la cintura e incitándole a ir por más Howiches.
—Yo sé que es tu único nieto omega y te hace pensar en Tony a su edad, pero, ¿no crees que deberías darle libertad? —replicó—. Wade es buen chico, déjales que vayan por dos horas —Howard, de mala gana, asintió y se encaminó hacia el patio trasero por el que Peter había estado intentando escapar—. ¿A dónde vas? —preguntó Jarvis.
—A llamar a Wade —dijo, abriendo la puerta—. ¡Wade! —gritó a la oscuridad de su jardín, viendo la cabeza del mencionado surgir por detrás de los arbustos que delimitaban el pasto.
—¿Cómo sabía que estaba aquí, señor Stark? —fue lo primero que dijo Wade tras salir de su escondite. Howard, volteándose y haciéndole una seña para que le siguiera, respondió:
—Porque así conocí a Steve.
Una vez adentro, le dio las respectivas indicaciones a Peter para que pudiera tener una noche divertida y segura, pero todo se fue al traste en cuanto Wade olió los Howiches y escuchó los disparos de la película de vaqueros que habían puesto; tomó un plato, asiento y se dedicó a disfrutar de la pijamada. Peter, viendo sus planes frustrados una vez más, no tuvo de otra más que unirse a sus primos y novio y se sentó a ver la película.
Y Howard volvió a recordar a su pequeño a la edad de Peter; cuando conoció a Steve, en lugar de perder a su único hijo, ganó otro. Así como ahora con Wade y Peter. Habría un lugar más para un nieto más en los viernes de Howard, con deliciosos Howiches y aburridas películas de vaqueros.
Primero, ¡feliz Año Nuevo, corazones! Más vale tarde que nunca ^^
Segundo, definitivamente me inspiré en Jay y Haley, porque estoy troste de que me quitaran a Phil Dunphy de Netflix y esto fue lo que ocurrió. Ni perdono ni olvido, Phil llegó a ser más papá que mi presente papá ;n;
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Pequeños universos
Fanfic"They say that the world was built for two, only worth living if somebody is loving you, and, baby, now you do". 🤍Los personajes pertenecen a Marvel