Capítulo 36

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Mayo de 1927

 Por primera vez estaba en confianza de algo en su vida, siempre había ambicionado ser padre y siempre había procurado formar una familia para dejar un legado, amaba la idea de crecer hasta tener arrugas cercado de niños, de los hijos de sus descendientes y después de haberse casado con Lian sin importar lo que dijeran sus padres, estaba esperando a su futuro niño y ayudando a preparar la habitación para el parto, estaría siempre al lado de la mujer que amaba para sostener su mano y ayudarla a crear algo que pudieran ver crecer juntos de igual manera nadie se metería para sacarles la felicidad, las personas de afuera eran crueles y malvadas para él pero también lo eran sus padres, había acordado quedarse en la mansión hasta poder instalarse en una casa mucho más hogareña y familiar para la crianza de su hijo, el morocho estaba más emocionado por su futura familia que por el negocio de su padre y estaba encantado de que Lian, su esposa con sus sonrisas calificativas pero a la cual consideraba su mejor amiga se hubiera hecho más cercana a la prima del hombre, Ambrosia Carta.

 Federico había permanecido en las puertas doble de la habitación hasta que escuchó a su mujer gemir con desesperación mientras era acompañada por dos parteras y la chica quien era la prima de Federico para ingresar al dormitorio, el morocho acarició el vientre de Lian llevando sus labios a la boca de la chica sintiendo un extraño y dulce sabor, ella con su boca acarició los labios de Federico con prisa y entró dejándolo a solas en el pasillo o eso había pensado cuando cruzó la mirada con su prima, era una mujer con el cabello largo por debajo de la cintura y pelirrojo llegando a dar miedo porque cargaba con una expresión seria, andaba con vestidos caros y collares espléndidos que fueron heredados de su madre ganándose halagos porque poseía unos ojos celestes que llegaban a ser encantadores e inseguros a la vez, nunca habían existido en la cercanía pero a partir de la celebración de la boda de Federico, la joven asiática se había alegrado de tener a alguien tan comprensiva de amiga como Ambrosia y llegaron a ser inseparables porque tenían muchas cosas en común, el muchacho estaba feliz por la joven Wang y por su pariente por supuesto.

 La morocha se encontraba en la habitación con un paño húmedo en su frente pujando y controlando su respiración por órdenes de la partera, le daría a su niño todo lo que necesitaría y no dejaría que los lastimarían como ella lo fue en el pasado con su propia historia familiar, sus ojos se apretaban al sentir el dolor de sus piernas que se estaban llenando de calambres escalofriantes por la fuerza que la obligaban a realizar, Lian tenía la respiración entrecortada y luego sintió un peso salir de su cuerpo que la llenó de alegría, al dar vuelta su rostro a la puerta sonrió con autenticidad al ver a la mujer quien era su amiga sonriendo por la felicidad contagiosa de la muchacha pero de repente se alarmó, se había librado pero no había escuchado el llanto y vio hacia las parteras que estaban haciendo lo posible para reanimar al bebé que tenía su cuello comprendido por el cordón umbilical pero la poca vida que vivió escapó de su grácil y delicado cuerpo.

 Después de la muerte de su primer hijo ella se volvió fría, no derramó ni una lágrima y se enfocó en realizar las tareas de una manera metódica porque quería llegar a liderar la empresa familiar sabiendo que las mujeres no tenían puestos dignos, se pasó limpiando en casas ajenas de rodillas sin importar que fuera la esposa de una fuerte figura, vendió todas sus joyas y sus vestidos solo para llegar a su sueño que ni siquiera estaba asegurado porque eso era decisión del señor Fabio Carta, padre del morocho porque él era el líder en la mansión y ella sacaría las garras solo por su sueño, el éxito y el reconocimiento.

 -¿En qué piensas?-Preguntó Federico que estaba sentado en el piano observando a su mujer dando vueltas en la habitación con una mano en su cintura.

 -En que necesito dormir-Dijo Lian chasqueando la lengua.

 -Podría pedirle a Remi que te traiga la cena a la cama.

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