Yo te puedo ayudar

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Me desperté al día siguiente y cogí el tren para ir hacia la universidad. Harry y yo habíamos quedado para vernos en mi casa por la tarde. Me alegra que hayamos arreglado lo nuestro.

-¿John? -pregunté sorprendida al verlo en la puerta de la universidad.
-¿Silvia?¿Qué haces aquí?
-¿Cómo que qué hago aquí? Estudio aquí.
-No jodas, ¿tú también?
-¿Estudias aquí?
-Sí, pero es mi primer año.
-Nunca te había visto por aquí antes.
-En realidad no vengo mucho.
-¿Y eso?
-Mis padres me obligan. Yo quiero ser compositor pero dicen que con eso no tengo futuro.
-¿Compones música?
-Sí, pero no es nada importante. Las discográficas siempre dicen que si les interesa me llamarán pero nunca lo hacen.
Si Harry pudiera... Pero no me quiero ni imaginar de cómo se pondrá si vuelve a verme con John. Y no quiero aprovecharme de él ni de su trabajo. Pero me da algo de pena John...
-Yo conozco... -empecé a decir. A veces puedo ser muy idiota.
-¿Si?
-Es decir, yo..., mi novio..., él podría ayudarte.
-¿Lo dices en serio?
-Sí, supongo... Tiene muchos contactos. Podría preguntárselo.
-¿De verdad? Muchas gracias, Silvia. Significa mucho para mí.
-Pero aun no es seguro. Cuando me conteste te diré cosas.
-Muchas gracias, de verdad.
-No es nada.
-Y... ¿Qué estás estudiando?
-Magisterio.
-¿Quieres ser profesora?¿De qué?
-De español. ¿Y tú?
-Psicología. Aunque lo dejaré lo antes que pueda. Será mejor que vayamos a clase o si no llegaremos tarde.
-Vale. Le preguntaré a Harry sobre lo de tu música y ya te contaré.
-Muchas gracias, Silvia. ¡Nos vemos!
-¡Adiós!
Me dirigí hacia mi aula y me senté en mi sitio. Minutos después llegó el profesor y empezamos el debate el trabajo que tendría que haber hecho.

A la salida, Harry me esperaba en frente de la puerta en su Range Rover. Me metí en el coche y me senté en el asiento trasero ya que el del copiloto estaba ocupado.
-¡Hola, preciosa! -saludó Harry girándose para darme un beso.
-¡Hola, idiota! -dije y junté nuestros labios.
-Por favor, haced eso en otro lado -pidió Gemma.
-¡Es mi novia y hago con ella lo que me da la gana! -gritó Harry separándose de mí.
-Perdona, lo que te da la gana no -contesté yo.
-Tú ya me entiendes.
-Gemma, no hacia falta que vinieras.
-No ha venido a recogerte.
-¿Entonces?
-Tiene una cita.
-¿Qué me estás contando?
-¡Sí, tengo una cita!¿Algún problema?
-No, solo es que me sorprende. Mientras no sea con mi hermano, puedes salir con quien te dé la gana. Y, ¿para qué me necesitas?
-No sé qué ponerme.
-Pues has ido a acudir a la persona ideal. Cuéntame, ¿cómo es él?
-No tengo ni idea, es una cita a ciegas.
-Ya entiendo. Bueno, pues ya veremos qué encontramos.

Llegamos al centro comercial y tras mirar en cientos de tiendas, por fin encontramos una al gusto de Gemma.
Le gustaron dos vestidos de los cientos que había: uno rojo de tirantes y uno negro un poco más largo que el rojo y de manga larga.
-¿Cuál me compro?
-El negro -respondió a gran velocidad Harry.
-¿Por qué no te los pruebas y decides tú misma? -aconsejé mirando a Harry.
Él puso los ojos en blanco y fuimos hasta el probador.
Gemma entró mientras Harry y yo nos quedamos esperando fuera.
-Va a elegir el negro -dijo Harry.
-Lo dudo mucho.
-Tiene que elegir el negro.
-Elegirá el que quiera.
-No creo que tenga que ir enseñando tanto.
-Harry, tiene veinticuatro años, ya es mayorcita.
Gemma salió del probador con el vestido negro y se miró al espejo. Al ver como le quedaba, puso cara de decepción.
-No le gusta -dije.
-Pero si está preciosa.
-Creo que me probaré el rojo -añadió Gemma metiéndose de nuevo en el probador.

Al rato salió con él puesto. Le sentaba espectacular y le hacía unas curvas increíbles.
-¡Ni hablar! -gritó Harry con el ceño fruncido.
-¡Me encanta! -dijo Gemma.
-¡No te vas a comprar eso!
-¡Tú no me dices qué hacer, Harry! Silvia, ¿qué te parece?
Harry se me quedó mirando hasta que finalmente contesté.
-Estás guapísima, el chico se quedará impresionado.
-¿Tú crees? Sí, creo que me llevaré este.
-Que sepas que te odio -me susurró Harry al oído.
-Lo sé -sonreí.

-Podéis ir al coche, yo pagaré -dijo Harry.
-¡No voy a dejar que pagues mi vestido!
-Gemma, hace siglos que no te regalo nada.
-Pero...
-Es por tu cumpleaños.
-De acuerdo. Vamos, Silvia.
-No, ve tú. Yo iré a pagar con Harry.
-Vale...
Se alejó y Harry y yo nos dirigimos hacia la caja. Harry le dio los vestidos a la dependienta.
-¿Los dos? -preguntó.
-Sí -respondió Harry.
-No, solo el rojo -dije yo.
-Silvia...
-Solo el rojo.
-Eres repugnante -bromeó.
-Igualmente.

~Say Something~ || h.s. [ACABADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora