CAPÍTULO 4

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ALA MAÑANA siguiente, Anahí vio en la intimidad del baño, las marcas que Alfonso dejó en su cuerpo y sintió rencor, más por las huellas mentales que físicas.

¿Cómo pudo hacerle eso? Sobre los hombros tenía varias manchitas rojas como ligeras quemaduras, pero eran las magulladuras las que llamaban la atención. Se le veían en los brazos, hombros y pechos y supo que tendría que ponerse algo que la tapara para ocultárselos a Maggie. Sería vergonzoso que alguien se enterara de lo que Alfonso le


hizo. Se sentía víctima de una violación y ¿no fue eso lo que le hizo aunque era su marido?

Lo que más le dolía era que la utilizó. Si lo hubiera impulsado una profunda pasión amorosa lo hubiera perdonado, pero lo que causó su cruel comportamiento fue la ira y se sintió humillada.

Ella era suya y el pensar que se había entregada a otro hombre no lo podía perdonar. La poseyó para grabarla con su propia marca, como si fuera una res.

Cuanto antes arreglara el divorcio, mejor.

Jake la miró de arriba abajo con severidad cuando la recogió para llevarla a la audición.

—No puedes usar eso —dijo sin más ni más.

—¿Por qué no?

—Paddy querrá ver algo de ti —dijo con insolencia.

Anahí se sonrojó. El suéter de cuello alto y los jeans que usaba le parecían muy apropiados y ocultaban lo que quería ocultar.

— Soy actriz, no cabaretera.

—No pongas cara agria, querida —dijo Jake moviendo la cabeza. Jake miró el reloj.

—Y bien, tendrá que servir. Ya es tarde y Paddy no va a esperar.

En el coche ella se disculpó y él le agarró una mano y se la acarició.

—De acuerdo, cariño, olvídalo. Paddy puede pedirte que te desnudes en cualquier otro momento —y su burlona sonrisa le aseguró que ése sólo era un chiste, pero ella se preguntó si en realidad lo era.

Estaba nerviosa, hacía ya mucho tiempo que no actuaba y sabía bien que sólo obtuvo el papel por la intervención de Jake. Sabía cómo funcionaban las cosas. La verían para tenerlo contento y luego, se lo darían a otra persona con más talento y experiencia.

Pero cuando le presentaron al director, se la quedó mirando con los ojos entreabiertos y la hizo caminar alrededor del estudio mientras los otros hombres que estaban con él la observaban. Tenía que mantener alta la cabeza y sin embargo, evitar los cables que se arrastraban por todas partes y era difícil. Se sentía tensa y poco na- tural.

—¿Qué os parece? —gritó el director, aparentemente sin dirigirse a nadie. Anahí oyó el zumbido pero no veía a nadie, hasta que levantó la vista y descubrió gente en una ventana que daba a las oficinas. Luego, indefensa, buscó con los ojos a Jake, que la miraba acompañado de una de las chicas de piernas largas y rostro afilado que pululaban por allí. Él le guiñó un ojo.

CELOS QUE MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora