CAPITULO 9

291 34 0
                                    

DESPUÉS de eso, Anahí encontró que entre ella y Jake volvía a haber la misma relación amistosa de antes. Desapareció la intimidad perturbadora. Jake aceptó que jamás habría entre ellos nada más que amistad y como sospechaba Anahí, una vez que lo hizo nunca más volvió a exteriorizar ninguna otra emoción.
A veces pensaba que si jamás hubiera conocido a Alfonso, hubiera llegado a casarse con Jake o por lo menos a tener alguna relación amorosa. Y eso, pensó con tristeza, hubiera sido un error, porque aunque se tenían cariño, la profunda emoción que sentía por Alfonso no la hubiera sentido por Jake, ni él por ella.
Cuando la tuvo en sus brazos Jake la desequilibró por un breve tiempo. Sintió su atracción y era consciente de que la sentía aún. Jake era un hombre muy atractivo. Sin


embargo, comprendió que era sólo un reflejo, una reacción instintivamente femenina a la atracción masculina. Durante esos momentos en sus brazos, tuvo como un espejismo, pero en cuanto vio de nuevo a Alfonso, todo su ser volvió a despertar porque estaban unidos su cuerpo y su mente.
Extrañaba mucho a Alfonso. Durante la noche suspiraba por él agarrada a la almohada y varias veces estuvo a punto de llamarlo o aparecer en el juzgado, pero cierto instinto la hizo mantenerse lejos.
El novio de Maggie regresó. Anahí pensó que era un tipo simpático. Era un escocés callado y con sentido del humor y una sonrisa que sustituía las palabras, que como Maggie dijo, prefería ahorrar. Al verlo con su amiga, Anahí se convenció que la amaba, pero no quería apresurarse al matrimonio. Era precavido y a pesar de que le divertía la actitud de Maggie, ella se dio cuenta que Rob quería cerciorarse más  acerca de la afinidad de su carácter.
Varias veces salieron los cuatro a cenar. Maggie no dejaba de hacer de cupido. Anahí les dijo con firmeza que entre ella y Jake sólo había amistad, pero la muchacha era testaruda y Jake significaba mucho para ella, aunque a veces comentaba molesta que Jake tenía una opinión demasiado arrogante de sí mismo.



ella.

—Si la gran estrella está lista... — le tomaba el pelo y Jake se reía y burlaba de

—A Maggie le molesta mi éxito —le dijo a Anahí.
— ¡No! No es nada celosa.
—¿Celosa? —Jake reflexionó la palabra—. No, eso es cierto, pero el asunto no es

tan simple. Maggie siente que puedo dejarla atrás, olvidarla e irme.
Eso podría ser, porque Maggie tenía un espíritu de lucha primitiva y quería preservar para siempre el triángulo amistoso, no quería ni pensar que pudiera romperse alguna vez.
—Te tiene mucho cariño —le dijo a Anahí.
—A los dos —admitió él.
Ella lo sabía, así como que Maggie jamás llegaría a tener mucho éxito. Trabajaba bastante a menudo y se esforzaba por alcanzar la fama pero no tenía eso que hace falta para llegar a la cima, ambición.
—Con el tiempo —dijo Jake pensativo—, se casará con su Rob y se dedicará a crear una familia.
Anahí envidió esa posibilidad de Maggie. Ella ansiaba aún tener un hijo. Le encantaban los niños. El tierno e indefenso aspecto de los niños se le hacía irresistible.
Jake le dirigió una larga mirada.
— Y supongo que tú también ... si tú y tu James os decidís a hacerlo, si tiene tiempo libre para apartarse de su sillón de juez. De nosotros tres yo seré el único que se quede en el negocio.
—Es curioso, porque tú eras el que no lo tomaba en serio, siempre andabas bromeando.


—Sí, lo expresaste muy bien, Anahí. Ella se sintió incómoda bajo su mirada.
— Sin embargo, ahora cambiaste... ha sido un placer trabajar contigo, Jake.
Aprendí mucho de ti.
—Encantado de haber podido ayudarte.
Era cierto. Se sintió impresionada por su forma de actuar, por el empeño que ponía para lograr lo que prometía ser una magistral interpretación en la pantalla.
—No dejes tu carrera todavía —le dijo él, serio de pronto-. Tu matrimonio puede esperar un poco. Anahí, tienes talento, no lo desperdicies.
-No lo haré -le prometió.
Cuando terminaron las escenas en el estudio, el resto del reparto se fue a España a filmar exteriores. Paddy la llevó a un lado al final para felicitarla y besarla con entusiasmo.
—Me siento satisfecho del trabajo —le dijo y eso era evidente, porque cuando no se sentía satisfecho, sus ojos brillaban de ira y sus palabras eran hirientes—. Me gustaría volver a trabajar contigo. No te pierdas de vista. ¿Quién es tu agente?
—Jake —dijo ella riendo y Paddy le dirigió una mirada extraña.
—¿Jake y tú sois...? —terminó con discreción y ella sonrió y movió la cabeza.
—Amigos — corrigió—. Viejos y muy queridos amigos. Paddy bajó la cabeza y dijo:
— ¡ Ah!, vaya — se produjo un leve silencio y luego Paddy continuó diciendo-: Bien, si alguna vez tengo algo para ti, te llamaré-. Ella se lo agradeció.
—Hay que organizar una cena para celebrarlo — dijo Maggie feliz.
—No —dijo Rob—. Tengo entradas para la obra cuya escenografía hice yo.
—Entonces cenaremos sólo nosotros -dijo Jake y Maggie y Rob intercambiaron miradas que Anahí comprendió.
Jake estaría ausente, filmando la parte principal de la serie.
—Te echaré en falta —le dijo mientras cenaban y le servía el vino, con los ojos en la copa, no en ella.
—Estarás demasiado ocupado.
Sonrió y levantó los ojos con un gesto burlón.
—Está bien, Anahí.
Ella se ruborizó y desvió la mirada enseguida, pero él le agarró una mano por encima de la mesa y se puso a jugar con sus dedos.
—¿Todavía no has encontrado otra cosa?
—Todavía no.
—Lo harás. No te desanimes.
—Vi al agente que me recomendaste... tenía esperanzas.
—Eso es bueno —la animó y ella se preguntó cuánto habría tenido que hablar Jake para recomendarla antes de que ella se entrevistase con él.
— Me pregunto si lo podría lograr por mí misma — expresó con voz alta.
—Por supuesto que sí.
—Entonces déjame hacerlo Jake.


—¿A qué te refieres? Yo te conseguí la prueba con Paddy, pero el trabajo lo obtuviste tú sola.
—Después de que lo forzaste un poco.
—Querida —protestó—, Paddy no lo hubiera aceptado.
—Tal vez viniendo de ti sí.
—Cambiemos de tema.
-¿Porqué?
—Porque —dijo cuidadosamente-, si tú no, es posible que yo pierda la cabeza y diga algunas cosas que no querrás oír, Anahí.
La mirada que vio en sus ojos la hizo desviar los suyos. Hubo un silencio y luego él dijo:
—Cuando regrese espero oír que has estado trabajando mucho y labrándote un porvenir.
—Probablemente representando a la mejor dama del celuloide. Muchas veces representé ese papel durante el aprendizaje.
—Maggie y yo pensamos que hiciste una preciosa Nina —dijo él y ella suspiró al recordar la producción en la que interpretó la parte de una muchacha perdida y sensible.
—La única parte buena que jamás he tenido.
—Habrá otras - le dijo tranquilizándola.
Después de eso, charlaron de otras cosas y cuando se levantaron para marcharse, Jake la guió con un brazo alrededor de la cintura.
En ese momento entraba en el restaurante una figura a la que Anahí reconoció inmediatamente. Jake lo vio al mismo tiempo y apartó la mano de su cintura, pero Alfonso ya los había visto y la fría expresión de su cara se lo advirtió. Ella trató de hablarle, pero él se volvió y se puso a hablar con alguien. Jake se había parado, pero en ese momento siguió y volvió a poner la mano alrededor de la cintura, apretándola más.

Anahí miró por encima de Alfonso y miró a la mujer que estaba con él con ojos furiosos. Cuando se acercaron, los ojos azules de la mujer se dirigieron sorprendidos hacia Jake.
— ¡Querido, qué casualidad! Hace mucho tiempo que no te veía. ¿Es éste tu restaurante favorito?
—Así es —sonrió Jake sin soltar a Anahí. Simone la miró y le sonrió divertida.
— ¡Bien, bien, bien! —miró a Anahí y a Alfonso y arqueó las cejas divertida.  Anahí lo miraba obligándolo a que la viera. Él lo hizo de mala gana.
— Hola, Alfonso -le dijo.
Él asintió y luego tomó a Simone del brazo.
—Me temo que se nos hizo tarde... ¿queréis perdonarnos?
Cuando salieron, Jake miró a Anahí. Había salido y estaba inmóvil en la acera.
La noche era fría pero ella no parecía notarlo.
—¿Estás bien? —dijo preocupado, sosteniéndola.


Ella sintió como si se alejara de él con lentitud, y sus manos lo agarraron para aferrarse a algo real.
—¿Aní? — la voz de Jake sonaba lejos y de pronto la oscuridad la envolvió.
Con lentitud volvió a la realidad y se encontró en el coche de Jake, el aire de la noche le daba en el rostro. Él conducía a su lado y cuando se movió le dijo con rapidez:
—No te muevas. Te llevo a ver a un médico.
— Ya me siento bien —dijo medio sentándose.
— De todas maneras verás a un médico.
— No, Jake —insistió—. Sólo fue la impresión.
— Eso me imaginé'.. me dieron ganas de darle una bofetada.
— Me hubiera gustado que lo hicieras —dijo riendo. Eso hubiera sacado a Alfonso de su frialdad pero podía haber matado a Jake. Jake no sabía el odio que Alfonso le  tenía.
— Llévame al apartamento —le rogó y Jake aceptó de mala gana. Sin embargo, no la dejó, entró con ella y la hizo acostarse en el sofá mientras le hacía un té que endulzó demasiado y no estaba bueno.

— ¡Ugh! —dijo ella haciendo un gesto de asco. -Tómatelo —le ordenó-. Te ayudará a reponerte. —Cuentos de viejas.
—Tómatelo — insistió y ella lo hizo con lentitud, asqueada. Jake se arrodilló a su lado y le frotó las frías manos preocupado.
—Estoy bien —dijo forzando una sonrisa—. Me iré a la cama. Gracias por todo, Jake. Que te diviertas en España.
—No voy a dejarte así.
-Sí vas a hacerlo.
-No, Anahí. Esperaré hasta que Maggie regrese.
-Podrían ser horas. Tienes que tomar el avión temprano.
-¿Y a quién le importa? Esta noche no voy a dejarte sola.
No pudo hacerlo cambiar de opinión así que lo dejó en la sala y ella se fue a la alcoba. Se preparó para irse a la cama y al acostarse apagó la luz. Estaba preocupada por Jake. Si no dormía, estaría deshecho por la mañana. Se levantó y volvió a entrar a la sala. Él se levantó y la miró.
—¿Por qué no duermes en el sofá si no quieres irte a tu casa? Así podrías descansar un poco.
— Muy bien —asintió—. Regresa a la cama, Anahí, antes que mis instintos animales se apoderen de mí.
Ella se ruborizó ante los burlones ojos y dio un paso atrás. Jake se rió pero se le veía preocupado. Cuando cerró la puerta él se tranquilizó.
Ella se dirigió a la ventana y se quedó de pie, mirando la calle oscura, preocupada por Jake. Lo oyó moverse, luego, la luz se-apagó en la sala y escuchó cómo se acomodaba en el sofá y se movía inquieto. Continuó mirando la calle sin ver, pero luego, sus ojos percibieron una figura y observó con atención.


Un hombre surgió de las sombras y se quedó mirando a las ventanas del apartamento de Maggie. Con un vuelco en el corazón reconoció a Alfonso, y de pronto se sintió esperanzada y dichosa, luego, lo vio girar la cabeza y quedarse mirando el coche de Jake que estaba estacionado fuera.
— ¡Oh, Dios! —exclamó consternada.
Alfonso volvió a levantar la vista, se metió las manos en los bolsillos, se dio la vuelta y se fue.
Anahí salió de la habitación y pasó corriendo por donde estaba Jake, quien la preguntó ansioso:

-¿Qué pasa?
Ella no se detuvo a explicarle. Salió del apartamento y bajó a toda prisa la escalera para llegar a la calle, tropezándose con el dobladillo del camisón, temblando con el aire frío de la noche.
Ya en la calle buscó a alfonso ansiosamente pero Alfonso se había ido. No había señales de su persona. Corrió por el camino, sin darse cuenta de cómo estaba vestida, llamándole por su nombre.
— ¡Anahí, por Dios! — Jake la detuvo, la tomó en sus brazos y con ansiedad en el rostro preguntó-: ¿Qué diablos crees que haces?
—Alfonso —balbuceó—. Alfonso... Él maldijo entre dientes.
— Estás delirando... debí llamar al médico.
—No —murmuró luchando contra sus brazos—. Estaba aquí... lo vi. Vio tu coche.
Las luces. Dios, lo que debe estar pensando. Tengo que encontrarlo, decirle...
—Querida, no estás vestida para andar, corriendo por la calle en mitad de la noche. Entra. Estás helada, pescarás una pulmonía.
— ¡No, Jake, tengo que encontrarlo!
—Más tarde -dijo levantándola en brazos como si fuera una criatura—. Yo lo encontraré por ti, Anahí.
—Es que no entiendes...
—Sí, sí -la tranquilizó-. No te preocupes por él. Yo arreglaré todo. Anahí luchó inútilmente. Él la llevó en brazos al apartamento.
—Quédate quieta, cariño -le dijo con suavidad.
El agotamiento la venció y se quedó recostada con los ojos cerrados, una lágrima rodó por sus mejillas.
—Así está mejor. Quédate recostada por Un rato y no llores.
Poco tiempo después, un médico se inclinaba sobre ella examinándola con detenimiento.
—Es posible que sea el comienzo de algo — le dijo aparte a Jake sin que ella pudiera oír—. No sé lo que pueda ser. No hay síntomas especiales de algo en particular. Pero manténgala en cama y obsérvela. Si le entra fiebre, llámeme... tal vez todo lo que necesita es dormir.
Cuando se fue, Jake regresó a su lado y se sentó en la cama, mirándola con


afecto.

—Trata de dormir, querida.
— Busca a Alfonso. Jake, dile que no es cierto. -¿Que no es cierto qué?
No tenía sentido, se dio cuenta. Alfonso no creería una palabra que le dijera Jake.
Evidencia circunstancial.
-¿Qué?
—Nada —dijo ella cerrando los ojos de nuevo y suspiró—. Vete a dormir, Jake.
— Así está bien —dijo acariciándole el cabello.
Despertó y encontró a Maggie mirándola a la luz del día; se mostraba preocupada.
— ¡Hola, Maggie! —¿Cómo te sientes ahora? -Bien.
—Estás muy mal. Jake me dijo que te desmayaste, que estabas delirando.  Anahí preguntó:
—¿Pudo tomar su avión?
-Quería tomar uno más tarde, pero Paddy insistió en que no cambiara su vuelo.
—Me alegro de que no haya perdido el vuelo.
—¿Qué pasó, Anahí? Jake estaba muy alarmado. Preocupado por ti. No quería
irse.
—Estoy bien —dijo Anahí sintiéndose muy mal. No quería preocupar a su amiga.
Salió de la cama, se tambaleó, corrió al baño.
Después, Maggie le limpió el rostro con una esponja húmeda.
—¿Anahí, qué será lo que tienes? Tal vez sea un virus.
—Tal vez una infección estomacal -dijo Anahí temblando.
Se metió de nuevo en la cama, pero poco después se le pasó el malestar y se sintió lo suficientemente bien como para levantarse durante el día. Maggie protestó, pero en realidad ya no sentía ninguna molestia. Por la tarde se sintió bien, aunque a instancias de la amiga se acostó temprano esa noche.
Por la mañana volvió a sentirse mal. Maggie estaba bastante preocupada y llamó al médico. Éste llegó e hizo unas cuantas preguntas breves e impersonales. Anahí contestó, pero de pronto tembló por una sospecha completamente nueva.

El médico leyó su expresión.
— ¿Podría ser, señora Herrera? —preguntó con sequedad.
— Sí —asintió y comenzó a temblar. -¿No está contenta? Parece preocupada. Ella tragó saliva y apartó los ojos.
— Yo... yo estaría muy contenta, doctor, pero mi marido no quiere niños.
—Qué lástima -se la quedó mirando y se avergonzó ligeramente—. ¿Es... es...? Ella adivinó la pregunta y rió con ironía.
—Oh, si es hijo de mi esposo, sí... eso no tiene importancia.
Cuando el médico se fue, ella se quedó sentada con la mirada en el vacío durante mucho tiempo. Maggie entró y se miraron en silencio.


—¿Se lo vas a decir?
—No -dijo Anahí de pronto, decidida-. No... podría volver a soportar todo otra vez. Quiero conservar este hijo.
—¿Cómo te las arreglarás? —Maggie se mordió el labio—. Oh, a mí no me importaría dejar que te quedaras aquí sin pagar renta, pero los bebés cuestan mucho... necesitarás atención médica, ropa para el bebé. Tienes que vivir, Anahí.
-Tengo mi pensión -dijo calculando a toda prisa-. Podría trabajar por algún tiempo.
—No en el teatro.
Anahí se rió, pero pronto su cara se quedó seria al pensar en los problemas.
—Pero ya me las arreglaré -dijo con firmeza.
—¿No tienes familia que te pueda ayudar? -Maggie suspiró. Los padres de Anahí eran de mediana edad cuando nació, murieron durante los años en que estudiaba arte dramático.
—Tengo una tía en Cardiff. Sólo la he visto dos veces. Ni siquiera puedo recordar su nombre.
—¿No tiene familia Alfonso?
—Ninguna. Bueno, parientes lejanos como yo... tíos que apenas conocí... eso era lo que teníamos en común, ser huérfanos -pensó que la falta de apoyo familiar contribuyó a su aislamiento.
Maggie se la quedó mirando furtivamente.
—Está Jake —comenzó y Anahí le lanzó una furiosa mirada.

-¡No se lo digas! ¡Te lo prohibo! Maggie, promételo... esto no tiene nada que ver con Jake.
Maggie parecía obstinada.
—Me pidió que le dejara saber cómo seguías. Prometí escribirle.
- Prométeme que no le dirás una palabra acerca del embarazo - le dijo con firmeza.
—Creo que eres una tonta. Jake querría ayudar... cuando se entere de que le mentí, se pondrá furioso.
-Yo se lo explicaré cuando lo vea. No soy responsabilidad de Jake, Maggie.
—Él cree que sí.
Anahí la ignoró, tenía que hacerlo. No debía molestar más a Jake. Bastante la había ayudado ya.
Una semana después, consiguió otro papel en televisión, unas cuantas líneas en una obra buena de un escritor moderno y Maggie se puso feliz.
—Estás teniendo suerte. Ésa es una buena oportunidad. Hasta...
—Hasta que tenga que dejar de trabajar. Pero gracias a Dios, eso no sucederá hasta dentro de unos cuantos meses.
Llevaba diez semanas de embarazo si es que adivinaba correctamente. No notó los primeros síntomas que debieron advertirle su estado. Estaba demasiado


preocupada por Alfonso, muy entretenida con la serie de televisión. Al reflexionar, supo que sucedió el día en que regresó a su casa a hacer las maletas. Le pareció una ironía que hubiera concebido a consecuencia de esa amarga explosión de celos. Hubiera deseado circunstancias más felices, pero fuera cual fuera la causa, deseaba demasiado al niño para que le importara.
Los días y las semanas pasaron con toda lentitud. Tuvo que abandonar la idea de trabajar cuando su cuerpo cambió de forma y su embarazo fue notorio.
—Una lástima -dijo el agente suspirando-. Comenzábamos a obtener frutos -bajó la vista—. ¿Cuándo regresa Jake?
Ella se ruborizó al ver que imaginaba que Jake era el padre.
-No tengo idea -dijo enojada-. ¡Buenos días!
Jake llamó varias veces, pero ella procuró estar ocupada. Maggie trató de persuadirla para que le hablara, pero Anahí no quiso.
-Sospecha algo -dijo Maggie y Anahí movió la cabeza.

—Dile cualquier cosa.
Maggie le contó que Anahí tenía trabajo y eso le alegró. En el apartamento, Anahí estudiaba las revistas de moda que Maggie le proporcionó. Las diminutas prendas que trataba de hacer eran demasiado pequeñas para cualquiera, y se rió consigo misma al comenzar las primeras puntadas. El día anterior el doctor le dijo que  ya había pasado el período de peligro. Los siguientes meses de su embarazo estarían libres de preocupación y Anahí pensó en la dificultad que comenzaba a tener con su ropa y la pesadez de su cuerpo.
Alguien tocó el timbre y ella fue con dificultad a abrir. Le dolían las piernas después de la larga caminata desde la oficina del agente. Había comenzado a caminar para ahorrar gastos de transporte. Ahorraba dinero y además era bueno para ella. Todavía insistía en pagarle a Maggie la renta, pero el dinero la preocupaba.
Abrió la puerta y se quedó atónita.
— ¡Alfonso!
Se la quedó mirando como si sus ojos lo engañaran y en ese momento ella sintió temor y alarma. Instintivamente trató de volver a cerrar la puerta y él se lo impidió interponiendo su cuerpo.
Ella se encogió y la palidez de su rostro se acentuó.
—¿Qué imaginas que voy a hacerte, Anahí? ¿Qué clase de monstruo crees que
soy?
¿Por qué estaba allí?, se preguntó mirándolo.
—¿Qué quieres, Alfonso? —le costó trabajo hablar porque sentía seca la garganta
por los nervios. Era peor que salir a la escena. Estaba temblando.
-¿Es mío? -le preguntó de forma brusca.
— Sí —le dijo con cara furiosa—. Sí, Alfonso. Él cerró los ojos.
—No estaba seguro. Ella se volvió.
—Será mejor que te vayas... no hay nada que decir. —¿Y dejarte así? No vas a


tener a mi hijo en un pequeño apartamento de Londres con unas cuantas libras a la semana. —El niño es problema mío —dijo enojada. —Nuestro —corrigió él. —No. ¡ Tú no lo quieres!

—Te quiero a ti —murmuró con voz apasionada-. ¿Por qué crees que estoy aquí?
—No —protestó—. No podría soportarlo. Quiero que mi hijo esté rodeado de amor, no de celos.
Alfonso parpadeó y de pronto se sentó con las manos sobre el rostro.
—Esta vez será diferente -dijo-. Lo juro, querida, deja que te cuide. No puedes pasar por todo esto sola. Me necesitas.
—Siempre te he necesitado —le dijo y él la cogió las manos.
—Te amo. No me eches de tu vida.
Ella lloró. No podía impedir que corrieran las lágrimas porque lo necesitaba y sin embargo, temía el futuro. Alfonso se levantó y la rodeó con el brazo, como si temiera que lo fuera a empujar, y luego, cuando ella volvió la cara y la puso en su hombro, la rodeó con el otro brazo efusivamente y entonces enterró el rostro en su cabello, besándola, murmurando suavemente su nombre.
—Haré que todo sea mejor en el futuro.
Ella lo rodeó con ambos brazos, los metió debajo de la chaqueta y sus manos sintieron la calidez de su cuerpo.
—Abrázame —susurró.
Él apretó los brazos y se quedaron así, abrazados, durante mucho tiempo. No hablaron, solamente necesitaban la seguridad de su amor.
— Redway me llamó -le dijo Alfonso más tarde, sentado a su lado en el sofá. Ella se sorprendió.
—¿Eso hizo Jake?
—Desde España. La comunicación era mala. Apenas si entendí lo que decía, pero capté lo más importante.
—¿Qué te dijo?
—Me dijo que me necesitabas. Cuando dejé de maldecidlo, escuché... me dijo que no estabas bien, que no trabajabas... parecía preocupado.
¿Habría roto Maggie su promesa? Eso sospechó Anahí. Alfonso se la quedó mirando a la cara.
—Tuve que venir. Pero jamás sospeché esto. Creí que tú y él... —se interrumpió y ella estudió su rostro con cuidado, tratando de leer su mente—. Una noche pasé por aquí y supe que se quedó hasta por la mañana... vi su coche fuera.

— Estaba enferma -explicó-, Jake durmió en el sofá. Maggie no estaba aquí y no quiso dejarme sola. Creyó que tenía fiebre, llamó a un médico —ella no le contó que lo vio por la ventana. No tenía ganas de largas explicaciones.
Alfonso dejó escapar un largo suspiro.
— ¡Ya veo!


—¿Me crees? —la voz le tembló porque temía que dudara de su explicación.
—Oh, sí —le dijo y los ojos de Anahí reflejaron su sorpresa. Él le besó las manos con pasión.
—Anahí, cuando Redway me llamó, me dijo algunas cosas que aclararon mis dudas.
—¿Qué te dijo?
—¿Importa algo?
—Si Jake te dijo algo que tuvo ese efecto, sí, yo diría que sí importa.
—Me aclaró que no tenía ya nada que temer de él.
—Yo te lo dije.
—No me dijiste que me cortaría el cuello si no te hacía feliz.
—¿Jake dijo eso? —se rió con ganas.
—Eso dijo y yo encontré que teníamos mucho en común.
—¿Jake y tú? —no podía creerlo. Pero cualquier cosa que hubiera dicho Jake, fue positiva. Alfonso estaba ahí y ella percibía un cambio, por lo que dijo-: ¡Podría besar a Jake!
—Por encima de mi cadáver -dijo en broma.
—Tendría que ser. Te amo de una forma ridícula, ¿lo sabías?
—Eso dijo Redway.
—¿Necesitabas esperar que él lo dijera?
—Nunca he podido creer que me querías como yo a ti -pero ya no había amargura, sonreía, sus hermosas facciones estaban suavizadas, los ojos grises brillaban—. Desde el día que nos conocimos, parecías fuera de mi alcance, aún después de casarnos, como una mariposa exquisita que siempre se evadía de mis manos, y temí volverme loco y, al tratar de detenerte, sólo lograba aplastarte.
— Soy más fuerte de lo que parezco.
—Tenías que serlo. Yo te compensaré, querida. Ahora que sé que no suspiras por él en secreto, todo será diferente.
Ella volvió a preguntarse qué sería lo que Jake le dijo con exactitud, pero decidió que era mejor no hacer demasiadas preguntas. Él estaba allí y ella sabía que era todo lo que necesitaba para ser feliz.
-¿Regresarás a mi lado? -le preguntó quitándole el cabello de la cara con una ternura que jamás mostró antes.
—El niño y yo —le dijo porque quería que se familiarizara con él.
—Tú y mi hijo —le dijo y el pronombre posesivo dejó muy claro que lo aceptaba totalmente.
Ella sonrió con alivio y amor, luego miró a su alrededor cuando Maggie los interrumpió.
—¿Estás bien, Anahí? -miró agresiva a Alfonso.
—Me voy a casa -le dijo Anahí, sonriente porque a Maggie le preocupaba lo que le sucediera, y eso era lo más importante.
— ¡Oh, Anahí! -exclamó Maggie incrédula, pero tenía demasiado sentido común


para no saber que ahora Anahí necesitaba a su esposo más que nunca y que era su hijo, así que sólo se limitó a mirarlos mientras hacían la maleta de Anahí y se despedían-. Se lo. diré a Jake -dijo cuando se iban y fue una amenaza. Alfonso la miró con calma.
— Ya lo sabe -le dijo y eso dejó callada a Maggie. -¿Qué dijo Jake? -preguntó muerta de curiosidad.
—Que yo era un tonto -respondió-. ¡Y Dios mío, tenía razón!

CELOS QUE MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora