-Enid Sinclair ¡Estas completamente local- le grité al momento de ver lo que había comprado para mí. Sin duda hubiera sido mejor dejarla comprarse ese vestido.
-Wed, solo úsala una vez- sonrió -Después la puedes dejar refundida en el armario... Pero úsala una sola vez- se acercó a mí con la asquerosa camisa a cuadros color ¡Rosa!
-Jamás- conteste haciéndome hacia atrás como si la camisa fuera a pegarme la mismísima rabia. -Oh vamos, ni que la camisa te fuera a pegar algo- Carcajeé.
-Claro que no. Eso lo sé de sobra- rodé los ojos -Solamente que no te pase por la mente que yo algún día usaré eso.-
-¿Yo si tengo que cambiar mi forma de vestir por ti y tú no eres capaz de ponerte una estúpida camisa para mi?- ¿Por qué tenía que hacer tanto drama? -Ten- me lanzó la camisa -Quémala si quieres, me da lo mismo- subió las escaleras corriendo, hasta que la perdí de vista, a los segundos se escuchó un portazo.
-Entiendo que es tu casa, pero tan siquiera respétame y toca la puerta- dijo sin siquiera abrir los ojos.
-Lo siento, creí que si lo hacía no me abrirías- me puse de rodillas en la cama para acercarme a ella, quien ni un centímetro se movió. -¿Preciosa?- susurró en su oído y no me respondió -¿Estas molesta?-
-No, Wednesday ¡mírame! ¡Saltando de la felicidad!- dijo sarcástica.
-Eres una caprichosa- mordí suavemente su hombro
-Y tu una orgullosa que detesta el color rosa- reí por lo bajo en su oído. La estruje contra mi cuerpo, me parecía tan delicada, tan frágil. -No me gusta que pelemos siempre - se giró sobre sí misma y rápido oculto su rostro en mi pecho.
-A mi si- confesé y saco su rostro y me miro sorprendida -Ya te lo había dicho antes, me encantan nuestras reconciliaciones- capturé sus labios tan suavemente y sentí como se creaba una sonrisa en sus labios. Sus manos subieron rápidamente a mi cuello pasando por mi abdomen, pechos y clavicula. Al contrario las mías subieron a su cuello pero después se deslizaron hasta su cadera, donde comencé a jugar con el borde de su blusa.
Introducía mis dedos y acariciaba suavemente su piel. Me fascinaba sentirla estremecer entre mis brazos. Introduje mi lengua en su boca tornando el beso más intenso a la par subí su blusa hasta la altura de sus pechos, lo que me permitía acariciar su espalda y abdomen con libertad. Ella se separó de mis labios para hacer lo mismo con mi camiseta, solo que esta me hizo levantar los brazos para sacarla por completo. No me negué ya que aproveche y saque la suya también.
-Ignóralo- susurré sobre sus labios cuando escuche el teléfono sonar.
-Wed...- reproché -Puede ser tu tía o tu hermana- me queje con un sonido que hice con la garganta -Responde- jadeaba. No quería que me detuviera pero podría ser algo importante.
-Diga- contesté de mala gana. Escuche la risa de Enid
-Qué forma de responder...- Melinda estaba del otro lado de la línea -¿Qué se te ofrece?- mi forma de hablar era la misma. No pudo haber sido más inoportuna su llamada.
-Pedirte que si tú podías venir por tu hermana, así se quedan a cenar.-
-No lo sé- sentí la mano de Enid vagar por mi espalda
-T-Todos tenemos que levantarnos temprano mañana- tartamudeé tratando de controlarme. ¿Acaso Enid no sabía lo que provocaba con sus caricias?
-Wednesday, ven a las ocho y a las nueve treinta más tardar estarán en casa- atrapé la mano de Enid y la atraje a mis labios para depositar un silencioso beso en el dorso de esta.