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Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, no podía soportar más. No era de humanos soportar tanto tiempo eso.

-¡Resiste!- me gritaba mi voz interna pero no era posible. No podía más.

-¡No!- grite cerrando mis ojos y los frote con el dorso de mi mano derecha. Un par de lágrimas rebeldes ante mis indicaciones se asomaron.

-¡Te lo dije!- carcajeo Wednesday-¡Nadie me puede ganar!- Ley reía a carcajadas mientras se apretaba el estómago tratando de no reír más

-¡Oh no! ¡Yo te ganaré!- insisti y frote una vez más mis ojos respiré profundamente y una vez más nos pusimos frente a frente. Sus ojos color chocolate abiertos de par en par me miraban divertidamente. Un pequeño soplido me hizo parpadear. -¡Eso es trampa!- grité indignada y ambas volvieron a reir a carcajadas.

-Acéptalo- se recostó en mis piernas -¡Te gane!-

-Me soplaste por eso parpadee- me defendí, pero era inútil ella había logrado estar mucho más tiempo que yo sin parpadear.

-Juez... ¿Quién ganó?-

-¡Tú!- anunció mi derrota

-Está bien- dije cabizbaja -¡La respiración!- dije haciéndola enderezarse y una vez más ambas rieron -Juez, cuente-

-¡Uno, dos, tres!- al escuchar el 'tres' tome todo el oxígeno posible para llenar mis pulmones y mis mejillas. Wednesday movía sus cejas tratando de hacerme reir lo estaba logrando, pero si mi competitividad no fuera tan grande lo hubiera logrado por completo.

-¡Enid pareces un tomate!- Ley dijo retorciéndose de la risa. No aguante más y solté todo el axígeno y comencé a reír.

-¡Dios!-enuncio Wednesday al mismo tiempo que respiraba agitadamente -¡Y te volví a ganar!- fruncí mi ceño. Ni si quiera con Piedra, Papel o Tijeras había logrado ganarle -Ahora quien sigue contra mil- pregunto y de inmediato la pequeña saltaba por ser la siguiente competidora.

Pasamos toda la tarde entre juegos. A pesar de la forma dura de ser de Wednesday, dentro estaba la persona más juguetona y cariñosa del mundo.

Terminamos de cenar y Ley se levantó dispuesta a ayudarme a levantar platos. Ya que Sofia prácticamente había huido. Mire sobre mi hombro logrando ver el reloj de pared. Nueve de la noche

-Yo me encargo- le dije -Sube, un baño y a la cama ya es tarde- la pequeña asintió con la cabeza y se acercó para despedirse de mí con un beso en la mejilla. Como siempre salió corriendo por las escaleras. Tome los platos y los hice una pequeña torre, los lleve hasta la cocina tire en la basura los restos que habían en los platos y los puse en el lavabo. Una vuelta más y tome los vasos, y la mesa quedó como si nadie hubiese comido ahí.

Ya con todo en el lavaplatos ahora si comencé a enjabonar todo. Termine y abrí la llave para enjuagar todo cuando sentí que se apoderaban de mi cintura. Me estremecí levemente y escuche la risa de Wednesday.

-Siempre te retuerces así- susurro en mi odio.

-¡Que romántica eh! No me retuerzo, solo los gusanos lo hacen- ambas reímos. Se cambió a mi lado y comenzó a secar los platos que iba dejando en la barra. En menos de cinco minutos los platos y vasos ya estaban secos y en su respectivo lugar.

Termine de acomodar el ultimo plato y una vez más sentí sus manos en mi cintura. Pero esta vez me giro rápidamente y me alzo para sentarme en la barra. Riendo velozmente pase mis brazos por su cuello. Tenía la cabeza hacia atrás para poder verme ya que había quedado unos cuantos centímetros más alta que ella.

-Gracias, Enid- dijo mirándome a los ojos en los cuales gustosamente me perdí. -Gracias por estar con nosotras- una de sus manos subió para acariciar mi mejilla.

-¿Es broma?- reí y ahora yo acaricie su mejilla. -Gracias a ti por hacerme sentir como en una familia, por darme ese cariño.-

-Te amo- susurro antes de unir nuestros labios de la manera más dulce existente en la Tierra.

-Te amo más- dije separándome solo milimetros de sus labios -Y en eso si no me ganas...- sus manos se fijaron en mi cuello y me atrajeron una vez más a su boca.

El beso iba tomando poder conforme los segundos pasaban, cosa que no me molestaba en lo absoluto. Me dedicaba a jugar con su nuca mientras que ella acariciaba mi espalda por debajo de la blusa. Nuestros labios se movían a un perfecto compás, no había nada que me gustara más que esto, por nada del mundo cambiaria sus labios.

Me, Myself and Her | Adaptación | Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora