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¡Pero la suerte parecía mirarle a los ojos!

El segundo día no fue tan malo. Ya estaba más preparado y sabía a que cosas se enfrentaba. Llegó más temprano y pudo escoger un mejor pupitre y se sentó a un lado de ese par de la otra vez: el pelinegro con cara de pocos amigos y el rubio que vestía bastante recatado y llevaba una sonrisa radiante.

— ¿Ese es el color natural de tu cabello?

Preguntó con curiosidad el rubio de ojos azules, inclinándose un poco hacia él. Sonrió nerviosamente y tocó sus propios rizos rojos que sobresalían de su ushanka.

—Sí... Así nací —Kyle asintió.

—Debo de admitir que es hermoso —señaló el rubio con emoción.

Con una sonrisa genuina por aquél halago estuvo a punto de agradecer, pero el rubio tiró de su cabello con poca delicadeza, colocándolo sobre de su cara; reduciendo sus distancias. Obviamente esto molestó al pelirrojo, odiaba que invadieran su espacio personal y tocaran sus rizos.

— ¿Ves? Ese es el color que quiero —pestañeó el rubio y mostró a su amigo.

—Él es Pip Pirrup, casi demasiado gay como para funcionar —sonrió el pelinegro con maldad y presentando a su pequeño amigo.

Kyle empujó con algo de sutileza al rubio para recuperar su espacio, sin poder disimular mucho su molestia.

—Yo soy Damien Thorn —se presentó el pelinegro cruzando sus brazos.

—Un placer... —dijo no muy sincero el pelirrojo y procedió a sacar sus cuadernos — ¿Saben dónde queda el salón G14? —pero aprovechó su amabilidad mostrándoles su horario para obtener algo de ayuda.

—Descuida, te llevaremos... —sonrió Damien.

No sabía describir la sonrisa de Damien, si era sarcástica, malvada o simplemente tenía cara de culo. Pero terminó aceptando su ayuda. Era su mejor y única opción por el momento.

Después de aquella clase salieron empujando a las "bestias" que eran llamados compañeros. Cruzaron los pasillos e incluso las canchas. Pip parecía ser muy poco discreto y comenzó a cuestionarle las clases que estaban apuntadas en su horario mientras caminaban y seguían a Damien.

— ¿Cálculo avanzado?

—Me gustan las matemáticas —respondió Kyle con simpleza.

— ¿Quién te hizo tanto daño?

Escuchó a Damien burlarse y de pronto paró el paso bajo un frondoso árbol que proporcionaba una relajante sombra. Ahí el rubio y el pelinegro arrojaron sus mochilas y se sentaron.

— ¿Y el edificio...?

—Lo quemé en 1987 —respondió Damien con indiferencia.

—Pero... ¿Esto no nos metería en problemas? —cuestionó el pelirrojo confundido.

— ¿Por qué te meteríamos en problemas? Por favor, ni que fuéramos un grupo de delincuentes —Damien encendió un cigarrillo —. Ahora somos amigos.

Kyle sabía que saltarse las clases era equivalente a problemas. Pero después de ese desastroso primer día consiguió "amigos", gente que le hablaba y no le amenazaba con patearle el culo. Dejó su mochila resbalar de su agarre y se sentó sobre el césped.

Mean BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora