𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷

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Primera Navidad

—¡Oye! No puedes dormir aquí.

Kim SeokJin había cerrado los ojos y se había quedado dormido. Ese simple hecho significaba que estaba exhausto, no podía seguir despierto. Rápidamente se quedó dormido. El sueño de un hombre desesperado.

A pesar del fuerte dolor en su espalda baja. Él había resistido el dolor durante la última semana. Irónicamente las heladas temperaturas habían adormecido sus extremidades, ayudándolo a calmar el dolor.

En sus sueños él veía una chimenea crepitante detrás de una reja de hierro, las llamas rojas y doradas le daban una hermosa luz al cuarto decorado por la Navidad. Un alto árbol estaba en la esquina más alejada, brillando con pequeños dulces y brillantes luces y cintas y esferas de variados colores.

—No puedes dormir aquí.

Los regalos estaban dispersos y apilados al azar y descuidadamente acomodados, eran demasiados. Libros, música y ropa caliente estaban envueltos en papel brillante y listones plateados o dorados, su nombre escrito en letra dorada, algunos de ellos le correspondían.

—Oye, no puedes dormir aquí.

Afuera estaba nevando, no una tormenta, solo suaves copos. Que caían en una danza hechizante que se unían en capas suaves sobre el ya escondido a la vista césped. El frío se quedará fuera de la ventana en donde las gotas se congelaban como delgados dedos blancos que formaban patrones de hielo al azar sobre el vidrio que reflejaba los colores de las luces del árbol.

—Oye...

SeokJin se inclinó y tomó el primer regalo, vio a su mamá. Ella sonrió al ver a su hijo tan emocionado, asintió compartiendo el entendimiento con su papá. Ambos tienen mucho amor en sus ojos.

—¡Oye!

Alguien le habló fuera del cuarto, pero él no podía ver quién. Pero eso no importaba porque si se concentraba con fuerza él podría enfocarse en los regalos. Se estremeció, el frío penetraba en él, e inconscientemente se movió más cerca del fuego, frunció el ceño cuando el calor cerca de él disminuyó. Estúpido fuego. Tomó el siguiente regalo, jaló el papel rojo y plateado y descubrió una sudadera suave, gruesa y cálida, en el sorprendente azul que su mamá decía que combinaba con sus ojos. A pesar del fuego, él seguía malditamente frío, y rápidamente se puso el material caliente y suave que al hacer contacto con su piel congelada se sintió muy cómodo y cálido. Sonrió mientras estaba envuelto del afecto, del amor y el calor de una Navidad familiar mientras él estaba con su suéter.

—No puedes dormir aquí.

SeokJin se despertó. La voz fuera del cuarto repentinamente estaba justo en su oído y los últimos vestigios de sueño no eran nada más que recuerdos en su cabeza. Abruptamente, sus ojos se abrieron completamente y después de un segundo, se enfocó en la fuente de las palabras. SeokJin realmente vio muy poco más allá de la insignia borrosa plateada y el uniforme azul marino y entonces se enfocó en los ojos de quien hablaba.

Había una iluminación ligera debido a las farolas de la calle y había humo blanco en el aire, creado por la respiración del hombre. ¡Mierda! Alguien debe haberlo visto y lo reportó, o el policía lo vio. Él se tiene que mover de nuevo. Jaló su delgada chaqueta para cubrirse, el recuerdo del suave material azul le llegó a la cabeza y se desorientó momentáneamente.

SeokJin tenía la esperanza de evadir a la ley, cautelosamente optimista se había quedado en el cementerio esperando que fuera un santuario para pasar la Noche Buena.

—Lo siento. —dijo rápidamente, poniéndose de pie tan rápido como pudo moverse, eso no fue realmente rápido considerando el frío dolor que parecía dividir sus huesos en dos. Maldijo cuando se le cayó la manta de sus entumecidas manos y cayó sobre la nieve en sus pies. Eso era lo único que tenía para calentarse, una raída pieza de tela que se había robado de una tienda de segunda cuando la mujer le dio la espalda. Y ahora la maldita cosa estaba húmeda.

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