𝙲𝙰𝙿𝙸𝚃𝚄𝙻𝙾 𝟷𝟷

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SeokJin usaba un traje nuevo, comprado con el dinero que JungKook le había prestado, lo suficiente para el traje y los zapatos nuevos. Estaba en el funeral de su mamá y sentía que necesitaba estar ahí. Ella realmente nunca había sido mucha influencia en su vida, escondida en el cuarto de lavandería y guardando silencio por años sobre lo que pasaba. Ella nunca detuvo a su padre. Ni una vez ella discutió sobre su hijo o lo defendió, ni siquiera le dijo que lo amaba. Ella era frágil y delgada, de pequeños huesos fácilmente quebrables.

Ella murió tan fácilmente, se cayó y se golpeó la cabeza contra la mesa de la cocina, su cuello se quebró, tan fácil como una ramita bajo los pies. Ella sintió que el papá de SeokJin iba a golpear a su hija con el cinturón y eso era algo que claramente su madre no podía tolerar. Ella se colocó entre su marido y su hija, aceptando el golpe y cayendo muerta.

Su hermana se abrazaba con fuerza a un lado y sollozaba sobre su traje nuevo, por ella, él estaba complacido de que su mamá finalmente encontrara el valor, pero no lo suficiente para causar que llorara mientras bajaban el ataúd en el hoyo en la tierra. La nieve también había caído aquí, y eso le fascinaba. Había imaginado la nieve en Hill Valley, en ese pintoresco pueblo con residentes increíblemente bondadosos. Él no perdió ni un minuto de admirar la belleza del blanco manto que cubría el lugar que ahora sentía tan seguro incluso estando en el lugar en donde había vivido con su padre.

Jaló a JiSoo más cerca. Lo que ella había pasado en esas semanas era imposible de entender, así que lo pasó al fondo de su cabeza.

JungKook había querido hablar, quería ir al funeral, pero SeokJin lo evitó.

—Es solo para JiSoo y para mí. —finalmente dijo. Dándole crédito a sus palabras, JungKook no había discutido, dejando a SeokJin que se organizara y trabajara a su manera acerca de lo que necesitaba hacer.

—Necesito tu permiso para presentar las fotos de tus lesiones a la policía de aquí. —JungKook dijo, justo antes del funeral mientras le anudaba la corbata a SeokJin y lo jalaba en un abrazo.

—¿Puede ayudar?

—Son migajas comparadas con asesinato en primer grado, pero sí, creo que deberían de saber todo.

—Si las necesitan. —no importaba que la gente viera lo que le había sucedido. Todo lo que importaba era que su papá saliera de su vida y la de su hermana. Él sería el mejor hermano mayor posible. A sus dieciocho años, él podía ser el guardián legal de JiSoo; eso lo tenía muy claro.

El servicio terminó y una suave brisa levantó copos de nieve alrededor de la tumba y JiSoo lanzó una rosa al hoyo. SeokJin no pudo acercarse. En silencio ambos se alejaron de la tumba y de las palabras del ministro y de una o dos personas que acudieron al servicio.

¿Qué era lo que seguía por hacer? La casa era rentada a nombre de su padre y la sangre de su mamá había manchado el piso. Ellos no regresarían ahí.

—¿Qué haremos ahora? —JiSoo levantó la vista hacia él, miraba con confianza a su hermano mayor buscando guía para tratar con esto.

—Saldremos de esto. —SeokJin dijo, confiado. Porque contra viento y marea él lo haría.

Como se le dijo que no se le necesitaba en el funeral, JungKook esperaba en los límites del cementerio, apoyado contra su carro, viéndolos alejarse de la tumba y dirigirse a la salida.

—¿Están bien? —preguntó, más por tener algo qué decir que por realmente hacer la pregunta, se separó del carro, y sacudió sus sin duda mojados pantalones.

—Uh huh. —fue todo lo que Jin pudo decir.

—¿Quieren ir a casa ahora? —las palabras eran tan sencillas y Jin vio directamente a los ojos azules de JungKook, queriendo comunicarle lo que sentía. No quiero ir a la casa de mi padre. No es nuestra casa. No tengo casa y JiSoo no tiene casa. No logró decir nada porque JungKook siguió hablando. —Mamá dice que ella hizo carne al horno, y que colocó otra cama en la recamara de SoMi. ¿No le molesta a JiSoo compartir?

Repentinamente el peso en el corazón de SeokJin se levantó y JiSoo se presionó a su lado. Su hermana no conocía a JungKook, era otro amable extraño, incluso aunque él no se separó del lado de Jin durante esos tres días. Sin embargo, ella lo conocería y lo amaría, a su mamá, a su hermano y a su hermana, y todos los extras que venían con el paquete. JungKook y su mamá querían a los hermanos Kim con ellos.

Él vio la cara de JiSoo. Ella aún mostraba una vaga confusión, él la reconocía de su propia cara después de uno de los ataques de su padre. ¿Cuántas veces su padre la habría golpeado? ¿Cuánto tiempo lo habría hecho y él no lo había visto? ¿Era solo desde que lo había corrido de la casa? Ellos necesitaban un refugio, un hogar. Eso era lo que se les estaba ofreciendo en bandeja de plata. Un hogar y una familia y cuando levantó la vista veía claramente esperanza en JungKook.

También a alguien en quien podía confiar.

—Vamos a casa.






Si ven algún error o nombre, me lo hacen saber, por favor.

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