Capítulo Dos

87.6K 6.5K 1.4K
                                    



Katherina

            Hola, hermanita. No me odies.

 

 Dios, Katty, sé que has pasado por mucha mierda, yo también, pero no mereces nada de lo que te ha pasado, ni siquiera mereces tener una hermana como yo, hermanita.

 

Te estuve engañando, nunca dejé las anfetaminas, las consumía a escondidas o cuando ibas a la universidad, lo siento mucho, fue por eso que cuando regresé donde Tony caía tan rápido nuevamente, no lo puedo dejar, es parte de mí. Lo siento mucho hermanita, soy una mierda, te amo mucho y sin embargo dejé que aceptaras pagar mi deuda con ese hijo de puta, lo siento. No sabes cuánto lo siento, te amo, eres todo lo que tengo pero soy una jodida egoísta, me amo más a mí, te dejé hacerte cargo de todo cuando esa debería ser yo y ahora te dejaré de nuevo y esta vez para siempre.

 

Conocí a un cliente. Es realmente caliente, me quiere llevar con él, quiere quitarme de esta mierda y acepté, pero necesito dinero para mi última dosis,  él no me lo dará y es por eso que se lo pedí a Tony, él no sabe que me iré y no regresaré, sé que tendrás que pagar mi deuda, sé que soy una mierda de persona pero no quiero perder esta oportunidad de cambiar. Espero que me perdones, te amo pero soy egoísta, quiero a mi chico para mí, quiero realmente cambiar esta vez y si lo logro prometo volver por ti y matar a Tony si es necesario, es un mal que nadie extrañará.

 

Perdóname

Te amo, hermanita. Feliz cumpleaños

Ginna.

            Leía la carta una y otra vez, sin creer lo que leía. Las lágrimas picaban acumuladas en mis parpados. No podía ser posible. Ginna, mi hermana, me había abandonado de una forma jodidamente egoísta. Me había dejado allí para pagar su deuda sabiendo que el maldito de Tony me obligaría a hacer cualquier basura que quisiese. Doblé la carta, colocándola en el dobladillo de mis shorts

—Tenías que leerla cuando estabas en casa, Kath— dijo Camille.

No me había atrevido a abrir la carta en el apartamento, tenía miedo de su contenido. Muy dentro de mi sabía de lo que Ginna era capaz, lo había visto, solamente que no imaginaba que me dejaría de esta manera y en manos de Tony.

—Ginna es una jodida perra egoísta, no merece que la quieras— sirvió un poco de whiskey y me lo ofreció pero negué con la cabeza.

El lugar estaba lleno de hombres aquella tarde, el bar siempre abría a las siete de la noche pero ese día Tony había decidido abrir a las cinco de la tarde, él conocía a las personas necesarias para darse ese lujo. Se había anunciado el debut de una nueva strippers, aquella noche no atendía la barra, esa había sido la orden de Tony cuando me fui al medio día a mi apartamento. Había mucha clientela, todos hombres seguramente de negocios importantes y con la mente tan enferma como para querer estar allí en vez de terminar su día de trabajo.

—No te atrevas a llorar por esa perra, no merece nada de ti— volvió a decir Camille.

—¡Hey, hermosa, dame un algo!— agradecí cuando algún cliente necesitó su atención. Camille no era admiradora de Ginna, nunca lo fue, para ella mi hermana era algo dañado que me arrastraría a su miseria.

—Bébelo, no quiero que estés sobria cuando empiece esta mierda—  dejó el vaso de whiskey que me había ofrecido minutos atrás y hube negado. La sola idea de saber que pronto tendría a algún asqueroso pervertido sobre mi cuerpo me torcía las tripas y removía el estómago. De repente los años que me hube cuidado no parecían tener valor.

Loving the Darkness (D.W #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora