Capítulo Cuatro

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Katherina


            —Gracias— le agradecí a la chica de cabellos negros. Estábamos en una habitación, una muy recogida, organizada y con toque femenino.


—No te preocupes. Perdona a Rocco, él solamente se encarga de la protección de todos.


Rocco. Pues sus ojos decían que era muy capaz de lastimarme. Si unos de los gemelos no hubiese entrado nuevamente a aquel sótano seguramente mi cadáver se encontraría en algún barranco.


—Solamente quiero regresar a casa— solté al terminar de secar mi cabello. La morena me había ofrecido que tomara una ducha caliente, me habría negado, pero el agua helada que me habían echado estaba congelando hasta mis huesos.


—Eso...— ella se mordió el labio inferior y me observó con incomodidad.


—¿Eso no sucederá, no?— pregunté y ella asintió. Quise ir a una esquina de la habitación y echarme a llorar, pero era más fuerte que eso. —¿Qué tengo que hacer para que me dejen ir? No estaré rodeada de delincuentes— y ellos parecían un grupo muy peligroso.


—Es un club de motocicletas— dijo en una risita. —No somos malos— ella quizás no, los otros se veían lo suficientemente malos como para asustar al mismísimo Hades. —Soy Emma. Em para todos— me tomó de un brazo y empezó a tirar para sacarme de la habitación. —Ven, voy a presentarte.


No quería salir a un grupo de hombre sin sujetador. La chica me había prestado ropa pero no sujetador, era más grande que ella y estar sin sujetador apestaba.


—Espera, no creo que deba— intenté decir y detenerla pero ya me veía fuera de la habitación y mientras bajamos las escaleras, observé como un grande y musculoso hombre subía o intentaba subir las escaleras con una chica quien se enredada en su cintura como pulpo.


—Él es Zane— dijo ella. —La otra, alguna puta que consiguió.


Observé al hombre cuando tropezó, la chica se movía contra él y frotaba la bragueta de sus vaqueros mientras susurraba cosas lo suficientemente pervertidas como para hacer sonrojar a cualquiera. Terminamos de bajar las escaleras y ella siguió tirando de mi brazo. Hombres tatuados, vestidos de cuero y enormes me saludaron, Em los presentó, algunos asintieron con la cabeza, otros me observaron y otros solamente dejaron la mirada caer sobre mis pechos con completo descaro.


—Vaya, teníamos mucho que unas de las putas de Tony no nos visitaba— una fría voz femenina nos interrumpió.


—Y ella es Merly— presentó Em a la rubia con enormes pechos.


—Hola para ti también, Em— dijo con burla la rubia. —¿Quién es ella?— preguntó, mirándome de arriba abajo como quien observa a una hormiga o cucaracha a punto de ser aplastada.


—Katherina— mientras la chica me observaba con desagrado, le sostuve la mirada de la misma manera, no me gustaba que me mirasen como ella lo estaba haciendo.

Loving the Darkness (D.W #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora