Capítulo Treinta

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Rocco


Siempre supe que habría un momento en el cual aquel demonio que me había encargado de mantener oculto de Katherina saldría a la superficie y aquí se encontraba ahora. Tuve que separarme de Em cuando había llegado con By y algunos hermanos a la licorería luego de recibir su llamada, ella había sido lo suficientemente estúpida como para salir del club sin que algún hermano vigilara su culo.

Katherina había desaparecido junto con Ginna.

—Nada— habló By mientras seguía contemplando el bolso de Ginna.

Habían secuestrado a Katherina, sabía que podría suceder y aún así aparté la mirada de ella cuando debí convertirme en su puta jodida sombra si no la quería perder.

—Camina— el sonido de Dante obligando a un hombre caminar obligó que deslizara mi mirada hasta ellos. —Él vio algo— Dante me entregó un teléfono y en la pantalla de este se encontraba la fotografía de la matrícula de un vehículo.

—Unos sujetos parecían obligar a unas chicas a subir a una mini van— empezó a hablar, demasiado rápido y con miedo.

Tomé el teléfono y sacando el mío, llamé. Necesitaba encontrar a Katherina antes de que fuera demasiado tarde, antes de que se repitiese lo de Gemma. Sentía que corríamos contra el reloj y mientras los segundos pasaban sin encontrarla, algo le sucedía, que Hades se apiadara de los hijos de puta que la tenían porque yo no lo haría. Esto ya no era una simple lucha, mi mujer se encontraba del otro lado, con mis enemigos y necesitaba ver su sangre entre mis dedos y recuperarla.

—Lleva a Em al club— le ordené a unos de los hermanos. No pude mirarla, mierda que no pude, era mi puta sangre, todos eran mi hermanos pero Em era lo único que me recordaba que alguna vez tuve un lazo de sangre con alguien y ahora mismo la sentía como mi peor enemigo. Había sido lo suficientemente estúpida para hacer la mierda que hizo.

—Rocco...— ella intentó hablar pero cuando decidí mirarla, solamente observé miedo en sus ojos azules y luego la observé inclinar el rostro.

—Al club. Quiero tres hombres con ella y que no salga de su habitación hasta que vuelvan a escuchar alguna orden mía— ordené luego que terminé la llamada.

Se suponía que el día de mañana regresaríamos a Asheville, debí de imaginar que Marlon daría un golpe, un último maldito golpe que me pondría en una cuerda floja.

Si alguna vez tuve la puta duda de no tener corazón por todos los hijos de puta los cuales había torturado, estuve equivocado como la mierda cuando finalmente encontramos el lugar donde se escondía aquella rata y sentía como se aceleraba mi corazón. Los chicos rodearon el lugar, pero fui directo, tirando la puerta y buscando entre las habitaciones, por cada habitación vacía que encontraba, algo más y más oscuro se levantaba en mis entrañas.

—Encontramos a uno— escuché decir a Dante, justo en el momento en el cual abría la última puerta.

No tardé mucho en divisar dos cuerpos en el suelo y fue como si el puto infierno acabara de ser transportado a mi alrededor al reconocer aquel cabello miel, aquel cabello casi rubio.

—¡Hijo de puta!— fue ahora la exclamación de mi vicepresidente la cual se escuchó cuando nos acercamos y comprobé de quien se trataba.

Sangre, mucha sangre y el pequeño cuerpo de Katherina en aquel charco. Caí sobre mis rodillas, pero no era capaz de tocarla, solamente observaba, su ropa desgarrada, su rostro bañado de sangre la cual estaba por todas partes.

Loving the Darkness (D.W #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora