Capítulo Tres

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Katherina



            Sí hubiese sabido que en el día de mi cumpleaños número veinte mi hermana me iba a dejar en manos de un enfermo, que tendría que acostarme con algún asqueroso hombre, que iba a ser lo suficientemente estúpida como para montar en la moto de un desconocido, y que iba a conocer unos ojos chocolates que cuando me miraron todas las partes sensible de mi cuerpo arderían; nunca hubiese deseado pasar de los diecinueve. Apestaba, como la mierda que lo hacía.


            Cuando ese chico había detenido la moto frente a lo que parecía un pequeño edificio, con solamente bajarse se hubo desplomado frente a mis ojos, me había acercado, intentando reanimarlo, y cuando sentí algo caliente y espeso en su costado palidecí. Sangre, en algún momento mientras intercambiaba balas con el último sujeto el cual hubo asesinado, resultó herido.


 No tuve mucho tiempo de verificar su herida, la puerta del lugar fue abierta y una hermosa chica a la cual seguramente las modelos de Victoria Secret envidiarían, salió. Con el cabello oscuro, negro con reflejos azules, sonreía hasta que su mirada cayó sobre el cuerpo del chico, ella se acercó y todo después fue un lío. De repente alguien me había golpeado salvajemente sobre la tierra,  me había inmovilizado y el terror me arropó. Odiaba sentirme indefensa, me aterraba que me sostuviesen y no poder defenderme. Estaba entrando en un ataque de pánico cuando una ronca y oscura voz hizo callar a todos, unos oscuros y fríos ojos me observaron.


Aquellos fueron los ojos más fríos y peligroso que hube visto nunca, y también los únicos ojos que parecieron poner sensible todo mi cuerpo.


—¡Yo no le disparé!— grité con voz ronca, desesperada. Minutos atrás me habían obligado a sentar en una silla y amarrado contra esta luego de que el chico de ojos fríos ordenara que me llevaran a un sótano.


El chico de cabellos café, el que me había tumbado contra el suelo y mantenido sometida, se había alejado y ahora lo veía acercarse. Una mueca cruel adornaba su rostro, traía una enorme cubeta y repentinamente la vertía sobre mí. Agua helada.


Mi corazón martilleaba en mi pecho. Aquellos hombres parecían peligrosos, violentos y salvajes; no parecían la clase de personas que se regían por la leí. Veía los tatuajes en los fuertes bíceps, la ropa apretada y las chaquetas de cuero, minutos atrás cuando el chico café dio la espalda, había visto la insignia en la chaqueta. Una enorme cabeza de lobo, parecía aullar con el hocico hacia arriba y de su boca salía una neblina.


Dark Wolves. Decía bajo la cabeza del lobo, letras con caligrafía envidiable, talladas en plata. Era un pedazo de perfecta y envidiable arte.


Todo esto parecía irreal. Estaba en manos de delincuentes.

           

—¡Por favor, no sé nada!— las lágrimas bajaban por mis mejillas. Odiaba llorar y mostrar debilidad pero me encontraba asustada como la mierda, estos no parecían simplemente grandes hombres dispuestos a violar a una chica estúpida que se había subido a la moto de un desconocido, esto parecía más, mucho más.


Las cuerdas que sostenían mis muñecas tras el espaldar de la silla no cedían, estaban cruelmente apretadas al igual que las de mis tobillos.

Loving the Darkness (D.W #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora