Introducción al amor

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Definir el amor es un trabajo complicado que no muchos se han atrevido a sobrellevar, pues se han construido distintos tipos de amor a lo largo de los años, dependiendo de la intensidad, el momento y la persona a la que regalas tu tiempo, espacio y experiencias. (Tus perlas)

Aunque las típicas definiciones no hacen más que crear malos entendidos entre los corazones, puesto que el amor está tan bruscamente influenciado, que hemos perdido el verdadero propósito de éste.

¿Era el amor reciprocidad? Tal vez fuese una pequeña llamarada que invade nuestra alma durante unos instantes, y después, como si de un acontecimiento extraordinario se tratase, se apagase sin que pudiésemos hacer nada para remediarlo.

El amor ya no es lo que era. El amor ya no es.

El amor ha sido destruido por cada uno de los individuos que poco a poco, aterrorizados por sentir, optan por la opción más conveniente, fingir su propia belleza, cubriéndola con un manto blanco, escondiendo su verdadera fealdad. Luego nacen las sorpresas, las lágrimas y el terrorífico sonido, similar al estallido de un cristal contra el suelo de mármol, en la parte del pecho izquierdo que cumple tus peores temores.

Está roto.

¿Trae esto algún tipo de belleza? ¿O es tal vez la brecha definitiva en un corazón que no ha sabido amar a otro como merecía?

Estas pequeñas grietas que crean un invisible camino imitando las carreteras de las venas, hacen que el amor vaya perdiendo la belleza en las mentes de los amantes, obligándolos a abandonar toda esperanza de encontrar aquello que están buscando.

El amor se ha perdido, dicen. Los amantes han terminado en sus habitaciones recubiertas de farolillos cálidos, cubriendo su cabeza y a la vez sus pensamientos, con un edredón color pistacho, mientras con la mirada clavada en alguna comedia romántica, devoran un helado de chocolate directamente de la tarrina, imaginándose cómo se sentiría ser amado de una forma tan majestuosa.

Los amantes desnaturalizados, rechazados y destruidos, desean mirarle a los ojos, sin temor a estallar en llanto frente a su rostro, y gritarle: "No me llames infantil, mira este desastre en el que me has convertido".

Y tal vez deberían hacerlo, pero están plenamente convencidos de que el amor ha muerto, y por lo tanto no hay posibilidad de salvar sus corazones del abismo en el que han caído.

Los enamorados del amor, los que por suerte o por desgracia pasamos las noches de los viernes en las mismas condiciones, no creemos que este sentimiento haya terminado. Pues, aunque la belleza no sea eterna, el pensamiento lo es.

la belleza del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora