Capítulo 4 "Condenada por un beso"

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Mina permanecía en calma, tratando de no dormirse durante la aburrida clase de química

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Mina permanecía en calma, tratando de no dormirse durante la aburrida clase de química. Detestaba ver a los estólidos de sus compañeros tratando de entender porque tenían que aprender a hacer balances sin que les explotara la cabeza en el intento.

Ya con sus ejercicios resueltos, trataba de ver qué más hacer para entretenerse, pero algo no se lo permitía desde hace un buen rato. Primero, era las cuentas que estaba haciendo sobre el dinero que había juntado, realmente no era mucho, así que tenía que ingeniarselas para conseguir más, antes de que Chaeyoung decidiera apalearla de nuevo o algo peor.

Y dos... El tipo al fondo del salón que la observaba insistentemente.
Cualquiera pensaría que el chico la miraba insistente porque se sentía atraído por ella, pero Mina estaba sumamente convencida de que no era para nada algo así.

Kim Mingyu tenía una mirada aterradora puesta sobre ella, lo cual la tenía sumamente inquieta, pues, no tenía ni la menor idea de quién era él y porque la miraba con tanta repelús. Quizá era alguno de los Bullys, o alguno de los deportistas. De lo único que ella está a segura es que el tipo la había mirado sin cansancio alguno, como si pudiera matarla con la mirada.

-Bien, faltan tres minutos para salir a almorzar. Así que por ahora dejaremos la clase hasta aquí- la voz de su profesor rompió con el tenso ambiente.

Así que tan pronto escuchó que podía irse, se apresuró a salir de aquel tenso salón, con la mirada de Mingyu sobre ella hasta que cruzó la puerta y se perdieron de vista.

Soltó un suspiró aliviada de aquello, realmente había sido algo incómodo para Mina, sumado a la cansada y aburrida clase. Pero no buscaría más problemas, ya tenía suficiente encima. Así que sin más se dirigió a los dormitorios femeninos, en busca de aclarar sus ideas.

Lo que necesitaba era dinero y debía pensar en como conseguirlo.

Decidió que se saltaría el almuerzo, ya que estaba segura que esa idiota y hermosa porrista estaría ahí con su montón de amigos como solía ser. A pesar de la amenaza de la última vez que se hablaron, no tenía intensión de recordarle a Nayeon que le había lanzado un protector inguinal usado y sudado a la cara.

Sonrió ante el recuerdo de los gritos de la castaña, de aquella mirada enojada y mejillas rojas de la ira. A pesar de todo, no podía negar que Nayeon le había parecido linda y sumamente adorable haciendo su rabieta.

Y no conforme ser testigo de la expresión enfadada de la chica, cuando se acercó a susurrarle su última amenaza, pudo olfatear a profundidad el perfume de fragancia tenue de Nayeon, era como una ligera pero deliciosa combinación entre vainilla y una madera muy fresca. Desde que la olió se quedó grabado en su cabeza y le encantaba.

Aunque eso no lo admitiría en voz alta.

-¡Hey, Mina!- la repentina voz de alguien la sacó de sus pensamientos. Y al girar el rostro, se sintió contenta de ver a la persona que la llamaba.

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