Un joven Aprendiz se acercó a su Maestro; quien, sentado al borde de la galería que separaba el monasterio del jardín, contemplaba serenamente el amanecer.
—Maestro, lamento la interrupción —se excusó respetuoso con intención de hacerle una pregunta; al momento, el anciano, le hizo un gesto animándolo a continuar—, respecto a lo que hablamos la otra noche, ¿realmente cree usted que los sueños son tan reales como la vida?
—No lo creo —replicó asombrado el Maestro—, lo sé —y luego de una pausa agregó—, la vida es tan irreal como un sueño.
—No puedo hacerme a la idea —confesó el Aprendiz sentándose al lado. El silencio reinó entre ellos, por al menos, una eternidad, entonces su Maestro habló.
—Dime siquiera una diferencia, entre los sueños y la vida diaria. Si lo haces, admitiré que estoy en un error —concluyó con firmeza.
Luego de meditar por unos segundos el joven tenía en su mente una gran diferencia.
—¡En la vida sabemos que estamos despiertos! Reconocemos la realidad de nuestra experiencia —afirmó orgulloso.
—Por lo tanto, cada vez que sueñas estás por entero consciente de la ilusión que se presenta a tu alrededor ¿no es así? —comentó irónico el Maestro— Luego, nada provoca una reacción indeseada sobre tu estado de ánimo, como podrían ser el miedo o la ira.
—Bueno no, en realidad muy pocas veces supe que estaba soñando mientras el sueño se desarrollaba —se detuvo un segundo y confesó—, y para ser sincero, aún esas veces el sueño era capaz de perturbarme.
—Entonces, —explicó con calma— tal, no puede ser una diferencia. En los sueños también crees estar despierto, y aun cuando reconoces la naturaleza de la experiencia, no eres capaz de escapar a su encanto, al igual que muchos que dicen haber alcanzado la iluminación y siguen padeciendo ante los acontecimientos diarios.
Luego de unos instantes más de meditación, una nueva diferencia surgió en la mente del Aprendiz.
—Al despertar, muy pocas veces recordamos los sueños, en cambio, sí podemos recordar aquello que hicimos durante los días pasados.
—¿Eso quiere decir que en tus sueños recuerdas lo que hiciste despierto durante el día? Porque esa es la contraparte de tu afirmación —comentó ilustrativo—. Durante el día rara vez recuerdas tus sueños y durante los sueños rara vez recuerdas lo que sucede en el día, por lo tanto, esa no me parece una diferencia.
—Tal vez la memoria no lo sea —respondió el joven aceptando su error—, pero, ¿qué hay con la continuidad? Los sueños, en general, no se siguen a la noche siguiente, en cambio, ¡la vida posee continuidad! —Sentenció triunfante—Los día se desarrollan uno detrás del otro.
—¿Así que piensas que tu vida tiene continuidad? ¿Un día detrás de otro? ¿Estás seguro de que realmente pasó y no es solo un recuerdo?
—Si, en este momento el pasado es solo un recuerdo, pero eso no le resta realidad, ¡estoy seguro de que pasó! —Exclamó con convicción— Por ejemplo, ayer subimos al monte al atardecer, y aunque en este momento sea solo un recuerdo, sé que eso sucedió en realidad.
—¿Recuerdas algún sueño en el que no hayas creído que había una continuidad? Incluso una historia falsa, recordada, detrás de todo lo que sucedía, como si hubieras vivido allí por mucho tiempo —el joven cambió su expresión victoriosa, pareció entender la argumentación que su Maestro llevaba adelante—. Bueno, eso es solo un recuerdo y nunca pasó, ni siquiera dentro del propio sueño, y sin embargo, está ahí, y se ve tan real como el recuerdo que acabas de recitar. Crees que ocurrió porque habita en tu mente —se detuvo un segundo, y luego, concluyó—, pero no es así.
El Aprendiz guardó silencio unos instantes, se sumió en sus pensamientos, y luego de lo que pareció una ardua batalla en su mente por el encuentro de una diferencia que su Maestro no fuera capaz de refutar, se dio por vencido. No sin antes mostrarse aún en desacuerdo.
—Lo siento Maestro, pero no importa las vueltas que le dé al asunto, no puedo creer que ambos posean la misma realidad. Yo estoy seguro de estar despierto ahora y no importa cuánto intente convencerme, sé que esto es real.
—Crees estar despierto en este momento, que esta experiencia posee una continuidad propia; "ayer subimos al monte" es solo un recuerdo, no tiene más continuidad de la que tu mente le proporciona, no comprendes que solo allí tiene existencia... La única diferencia que hubiera, quizás, requerido de una mayor explicación, sería el grado de volatilidad del que está constituida la realidad del sueño. Pero no olvides, que incluso lo concreto y duradero de la vigilia, está formado en su último escalafón por energía, volátil e impredecible. Nada dura para siempre; es solo que en el sueño toma menos tiempo el cambio, una diferencia de grado, no de constitución —realizó una larga pausa y luego de mirarlo a los ojos, con una expresión de profunda decepción concluyó. Lo que en verdad lamento es que cuando despiertes olvidarás todo esto, y dudo que una oportunidad así se presente dos veces en una vida —expresó con certeza.
De repente sonó la alarma del despertador; el joven, acostado en su cama, con mucho esfuerzo logró apagarlo, y despabilándose, pareció recordar algo del sueño que acababa de tener. Por su mente, la idea de que algo importante se le escapaba, cobró una gran fuerza, pero aun así, el trabajo era más importante, y si no se levantaba pronto, iba a llegar tarde. De camino a la ducha trató de rememorar lo que acababa de soñar, pero lo único que recordó fue una frase que le decían con frecuencia en su infancia "no importa lo que haya pasado, son solo sueños".
ESTÁS LEYENDO
Memorias de Akasha
Science Fiction“¿Qué escogerías? ¿Tu vida actual, o tu más grande sueño, aun sabiendo que no es real? Siempre pensé que elegiríamos lo auténtico como respuesta a esa pregunta, desde el comienzo de los tiempos el hombre buscó, insaciable, la verdad. Sin embargo, mi...