Seis años más tarde...
El esclarecedor sonido de una tranquila tarde acompañado por las canciones clásicas que nunca pasan de moda, en un soleado y cálido día, en un verano lejano y tranquilo, en una gran casa a las afueras de la ciudad, un lugar rodeado de plantas, con acceso a un pequeño río, un lugar lleno de la mayor tranquilidad en una zona cercana pero lejana a la ciudad. Allí a menos de una hora de la misma están los dos jóvenes más excéntricos y reconocidos de la universidad en el área verde.
Reposaban en la cómoda mesa del patio, bajo una gran sombrilla mientras en ella tomaban un relajante té de olor dulce y refrescante, en ese soleado día el sentimiento de amor pululaba con más ahínco en el cielo y creaba una atmosfera tan etérea e irrompible para los únicos dos seres humanos presentes.
JungKook ya con treinta y cuatro años, tomó un sorbo del té preparado por su querido esposo, al bajar la tasa visualizó su alrededor y meditó cerrando pausadamente sus ojos y así deleitar su paz con recuerdos amenos que le prometía la plena alegría.
Quizá para él se sintió ayer cuando lo conoció y quizá su vida no iba a cambiar demasiado por ello, pero lo hizo, su vida fue intrínseca, fue dura, quizá al principio parecía una vida desaprovechada y algo lúgubre, pero el tiempo y desde que lo conoció a él, sus días florecieron, su sonrisa, sus juegos de palabras y quizá su grado de misantropía —la cual niega tener— fueron parte de su precioso encanto que lo hizo el único competidor por su corazón.
Pensar que ayer fue cuando comenzó su tesis, pensar que fue ayer cuando su noche se llenó de diversión en aquel bar, pensar que ayer fue la primera vez que abría los ojos después de un largo sueño y veía el fin de su mayor tormento.
Nadie iba a imaginar que todos esos sucesos iban a pasar con él, gracias a él.
La curiosa existencia de la vida abrió las oportunidades de conocer su trágico pasado, aquel del cual quizá nunca se enteraría, un pasado que dejó y evidenció como su vida desde el comienzo estaba conectada y era solo de ellos dos contra el mundo. En una vida donde sus sueños no se hacían realidad, en una vida donde todo se rompió y se quebró en millones de pedazos, pero en vidas que nunca se arrepintieron y lo dieron todo, vidas donde ellos se sobreponían y vidas donde su amor quizá no venció la adversidad, pero nunca flaqueó ante ella.
Si en el pasado hubiese imaginado que después de tratamiento y mucho esfuerzo su madre volvería a ser la misma que conoció aquella vez en su hogar después de perder la única mujer que con él se rio, diría que habría vendido su corazón para encontrar tal milagro, porque no se creería capaz de hacer eso por si mismo, pero no fue así.
La desesperación y la curiosa oportunidad permitió que el mismo pudiera ensamblar la pieza rota de un amor familiar que transciende en sí las uniones sanguíneas.
Nunca pensó que su descubrimiento abriría puertas a mundos más allá de los pensados, nunca iba a imaginar que en su vida tendría el premio nobel por un logro en la medicina moderna, por erradicar la enfermedad más mortal, selectiva y excéntrica.
En su vago jardín de existencia nunca fue capaz de concebir que tantos brotes de dicha y alegría se asentaran en el campo de su corazón.
Pero lo que nunca puede dejar pasar por alto es que el dueño de ese campo no es solo él, porque en muchos de sus esfuerzos la persona que más ama lo acompañó, lo arrulló y lo felicitó.
Descubrió lo hermoso que es tener una familia a medida.
JungKook sonrió como bobo y apoyó la cabeza en su mano, allí se quedó mirando al amor de su vida. Un hombre al que los años no pasa, con su cabello castaño y reflejos de color miel, sus típicos lentes pequeños rectangulares que colgaban sobre sus orejas y se apoyaban en su rostro para ser la compañía de sus lecturas, allí en frente de él, estaba el ser más encantador de su vida leyendo un libro que ambos disfrutaron en sus noches de insomnio compartido, un libro de flores y amores imposibles, un libro de amor y esfuerzo, un libro que ambos disfrutaban cada tanto, él lo leía en frente mientras tomaba té, en esa suave tarde JungKook contempló como las ligeras y espesas pestañas de su amado TaeHyung se cerraban y bailaban a través de las letras del afanado libro y sonreía con complicidad al ver las muecas que hacía ante los sucesos, sonreía como tonto solo por contemplar esa suave mirada.
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El brote de mi corazón [TaeKook/KookTae]
Fiksi Penggemar"Todo empezó a brotar cuando te vi, fue entonces cuando ellas florecieron y mi garganta se desgarró... Solo por ti". Dos jóvenes adultos, un amor unilateral y el brote de un corazón esperando ser correspondido en un amor que destruye y desg...