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Aquella mañana abrí la cafetería esperando ver a aquella detective

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Aquella mañana abrí la cafetería esperando ver a aquella detective.

La había estado investigando incluso antes de conocernos el otro día. Ella llevaba mi caso, y acercarme a ella era el plan perfecto para no ser descubierta. Sin embargo, no pensé que me fuera a gustar su compañía. De todos modos, no pensaba dejar que eso interfiriera en mis planes.

Jin Bugaigawara era mi próximo objetivo y tenía que averiguar cómo llegar a él.

—¿Qué pronto has llegado hoy, no?

Mi compañera de trabajo, Mina, me sonrió al mismo tiempo que servía varias tazas de café. Había conseguido el trabajo gracias a ella, así que estaba muy agradecida.

—Me gusta ser puntual—sonrió.

—¿No estarás esperando a alguien? Ayer te vi hablando con esa chica.

Ella me sonrió de forma juguetona y yo negué con la cabeza.

—No está en mis planes enamorarme de una policía, sabes que no me gustan.

—Pues entonces has escogido el peor sitio para trabajar. Casi todos los policías vienen aquí a tomar el café.

Por dentro, sonreí.

No era casual. Aquel lugar era perfecto para observar la comisaría desde una distancia que no fuera sospechosa.

—Me quedaba cerca de casa—me encogí de hombros.

—Eres demasiado inocente, Momo. Una policía así es un partidazo—rio y desvío su mirada hacia la entrada—Oh, mira. Hablando del rey de Roma. Bueno, reina.

Kyouka entró y se sentó en una de las mesas esperando a que la atendieran.

Me acerqué a ella con una sonrisa y al verme sonrió de igual manera.

La verdad es que era preciosa, aunque se notaba que aquel caso le estaba pasando factura, sus ojeras eran incluso más notables que las del otro día.

—Buenos días ¿Qué deseas?—sonreí—Déjame adivinar ¿Una taza de café extra grande?

—¿Cómo lo has sabido?—rio.

—Un presentimiento—sonreí—Ahora te lo traigo.

Se la preparé con calma y cuando estaba a punto de dejarla encima de la mesa fingí que se me caía. El café caliente cayó encima de su ropa, pero no lo suficiente caliente para quemarla. En realidad, no quería hacerle daño.

—¡Oh, lo siento muchísimo!—me disculpé alarmada.

Ella se levantó, pero para mi sorpresa, no parecía molesta.

—No pasa nada, por suerte no estaba demasiado caliente. Voy al baño a limpiarme—sonrió frotándose la nuca levemente.

—De verdad lo siento mucho ¿Necesitas algo?

Inocente | MomoJirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora