Capítulo 4

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Axel se giró de golpe. Ava pudo ver a un joven de cabello negro, ojos verdes, nariz recta, con una oscura barba, labios rosados, pestañas bastantes largas, dentadura impecable, delgado, alto, tenía una fuerte musculatura y bastante atractivo. Él no se fijó en la mujer que estaba delante del, solo le importaba dejar clara su postura:

-¿Quién es usted?-preguntó bordemente.

-Ava Del Valle, la hija del hombre al que estabas llamando a gritos. ¿Y tú?-dijo con su sonrisa.

-Axel Montenegro, el dueño de la casa que está cerca de aquí, las tierras que están pegadas a las suyas...

-Ay sí, las que manejaba Lucio.

-Pues yo soy el dueño y soy el que las maneja.

-Un placer, conocerte, Axel.-sonrío.

-¿Dónde está su padre? Tengo que hablar con él.-dijo descortésmente.

-Pues no está, pero me puedes decir a mí lo que ocurre, ¿no crees?

-Tanto me da la hija como el padre, vengo aquí a dejar claro unas cosas que considero que son obvias, pero para su familia se nota que no. No quiero que su ganado esté en mis tierras, por lo que veo, no tienen la necesidad y por eso, métanlo en sus propiedades.

-Quizás fuera un error, tampoco es para tanto.-dijo quitándole importancia la chica.

-No fue un error, señorita, su capataz lo dijo muy claramente. Por cierto, deberían enseñarle educación, no voy a permitir que nadie venga a mis propiedades a faltarme al respeto con su chulería ni con sus aires fracasados de grandeza. Su padre tenía un trato con Lucio, pero se ha acabado, dígaselo. Y si vuelve a ocurrir, los denunciaré sin ningún tipo de contemplaciones y si sus familiares tienen algo que decir, estaré esperando a que vengan a enfrentarse a mí.

Ava comenzó a reírse;

-¿De qué se ríe usted, eh?-preguntó molesto el hermano de Manuel.

-¿Siempre eres así?-preguntó riéndose.

-A usted no le importa cómo soy, ¿quién se cree que es para reírse de mí en mi cara?-dijo enfadado.

-Tranquilo, no pretendo ofenderte, hablaré con ellos, si eso es lo que quieres saber. Oye, supongo que no te importa que te trate de tú, ¿no?

-¡Pues claro que me importa!-gritó antes de irse.

La chica comenzó a reírse y, cuando estaba sola, dijo:

-Estoy seguro que detrás de ese mal carácter, hay un gran corazón por detrás.

El patrón se fue a su casa bastante malhumorado, entonces en la entrada, estaba Lucio:

-Patrón, permítame hablar con usted.

-Por lo que veo, ya viniste a recoger tus cosas anoche, así que no tienes nada que hacer aquí.

-Permítame explicarle todo...

-¿Qué me vas a explicar? ¿Cómo dormías en la cama de mi padre sin consentimiento, faltándole al respeto a su memoria? ¡¿Eso me vas a explicar?!

-Escuche, solo quería darme un gusto, ya que me encargué de esta casa durante mucho tiempo y no había ningún patrón que la ocupara. Pero nunca fue mi intención ofender.

-Pues ahora por mi gusto, lo echo de aquí, siendo el precio de su gusto. Ahora, vete de aquí.

-Espere.-dijo agarrándole el brazo izquierdo.

-¡No me toques!-exclamó soltándose.-No te equivoques, mantente en tu lugar, no te confundas.

-Lo lamento, patrón.-dijo levantando los brazos.-Escuche, solo le pido que me dé otra oportunidad, no le fallaré. Además llevo muchos años trabajando aquí, no puede echarme así despreciando todos mis años de trabajo duro, se lo pido.

El patrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora