Era la primera hora de la mañana, Axel ya estaba despierto, pero era muy temprano para ponerse a trabajar. Decidió ir a dar un paseo, quizás estuviera bien para desconectar un poco de su rutina de levantarse y ponerse a trabajar duramente. Durante su caminata, recordó varios asuntos que lo habían cambiado por completo. Recordó la noche que Ravenna lo humilló y se escapó con su amigo, sin mencionar el dinero que le robó.
Hace unos meses...
El chico estaba esperando por su novia, estaba bastante ilusionado, tenía en la mano el anillo que le iba a entregar a la joven. Entonces Ravenna Perroni apareció, él estaba contento por verla, pero la felicidad le pasó rápido.
-Por fin estás aquí.-dijo ilusionado.
-Estoy aquí, pero me iré muy pronto.-dijo bordemente.
-¿A qué te refieres, cariño?-preguntó desconcertado.
-¿De verdad no te diste cuenta? No te das cuenta que no me interesas en absoluto.
-¿Qué estás diciendo?-preguntó con lágrimas en los ojos.
-Lo único que busco de ti es tu dinero, idiota. ¿De verdad creías que una mujer como yo se iba a fijar en una poca cosa como tú? Eres un auténtico idiota, tampoco te diste cuenta de que me he estado burlando de ti junto a Lorenzo.
-¡¿Qué demonios estás diciendo?!
-Lorenzo y yo somos amantes.-confesó sonriendo.
-¡Sois unos traidores, ¿por qué con él?! ¡Con mi amigo!
De repente, apareció Lorenzo para buscar a la italiana, se cogieron de la mano y se fueron. Mientras que el joven gritaba el nombre de su ex, pero no valió de nada. Con la rabia, tiró la joya a un barranco, juro que nadie más lo volvería a humillar nunca más. Sobre todo al enterarse de la estafa que le metió. Poco después, su padre fue asesinado y eso lo cambió por completo. Volviendo al presente, ya no le dolía tanto lo sucedido, realmente el tiempo había sido fundamental. En ese momento, vio a Gabriela caminando sola, tenía algo de angustia por si se intentaba suicidar otra vez. Entonces decidió seguirla, fue un largo recorrido, llegaron hasta una zona donde solo había un árbol. La mujer puso la mano en el tronco y empezó a hablar:-Te echo tanto de menos, Arturo, tú y nuestro hijo os llevasteis toda mi vida. Tú con tu muerte y él con su secuestro.
Se alegró al ver que no iba a atentar contra su vida, ya podía irse tranquilo, no tenía por qué preocuparse. Realmente tampoco tenía motivo por el que preocuparse antes, pero le daba pena la hija de Anahí, no sabía por qué tenía ese sentimiento. Allí se quedó la señora, llorando tocando el árbol recordando los viejos tiempos con su difunto esposo, ya que tenía tallado un corazón con sus nombres en el tronco. Soñaba con el día de poder estar en el mismo sitio que él, prefería eso que seguir sufriendo de esa manera por él ni por la angustia de no saber dónde está su hijo. Pero trataría de contenerse, ya que Anahí la volvería a salvar o sino uno de sus hombres, siempre era así. Además no quería que nadie más le tuviera lástima, estaba harta de eso, al menos quería sufrir con algo de libertad.
Mientras tanto...
Lucio tomaba café con su único amigo, al ser tan temprano y al mudarse a la casa que le había dejado su padre, no tenía mucho más entretenimiento:
-Has recuperado tu puesto laboral, debo felicitarte por tu inteligencia, salvaste al patrón para seguir siendo el capataz.
-Lo recuperé, sí, pero no lo hice por eso.
-¿Por qué lo hiciste?-preguntó extrañado el hombre con la copa de vino en la mano.
-Pues ese patrón despierta en mí otra clase de pensamientos, algo extraño.-mintió para no decir la verdad.
-¿Y qué te despierta? ¿No serás maricón?-dijo riéndose.
-¿Qué dices, idiota? ¿Yo? ¿Maricón? No digas idioteces, he tenido muchas mujeres en mi vida, ¿cómo voy a ser maricón, eh?-contestó a la defensiva.
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El patrón
AléatoireAxel es un joven guapo, rico e inteligente. Pero debido a su difícil pasado, su carácter cambió, ahora lo tiene mucho más fuerte y complicado. Con sus enemigos podría llegar a ser implacable. Pero a pesar de todo, tenía una mente avanzada para los...