Al día siguiente...
Anahí estaba preparada para recibir a su hija Alejandra, llegó enseguida. Era una mujer de ojos negros, nariz torcida, labios voluminosos, cabello colorado corto, obesa y bastante baja. No tenía marido ni hijos. No se parecía en absoluto a su hermana, no era ni la mitad de hermosa y buena que ella. Alejandra tenía un carácter bastante déspota e insoportable, solía desagradar a la mayoría de la gente, ese defecto lo había heredado de su madre, pero el físico era heredado de su difunto padre. Entró en casa, mientras que Manuel cargaba con las maletas. Gabriela ni siquiera bajó a recibirla, pero su hermana subió a su cuarto:
-Hermana, ¿qué tal? No me digas que te pasas todo el día así.
-Pues sí.-contestó bordemente.
-Mira, tienes que superarlo, tú vida no empezó con ese hombre. Hay muchos más...
-¿Te crees que es tan sencillo? Yo a Arturo lo amaba, ¿me oyes? Estábamos enamorados.
-Bah, esos son tonterías, sentimentalismos de feria.
-Que tú nunca sintieras eso, no es culpa de los demás.-dijo enfadada.
-Mira, te perdono todo, después de ver cómo estás...
-No estoy bien, pero tampoco loca.
-Hermana, búscate un hombre que te ame y déjate de tonterías.
-Muy bien, pongamos en caso que hago eso, ¿y qué hago con mi hijo? ¿Busco a un chico cualquiera y lo sustituyo por él?
-Pues no sé...
-Muy bien, pues vete.
La mujer se fue de la habitación, bajó, miró de mala manera a Manuel y le gritó:
-¡¿Tú qué haces aquí?! ¡Lárgate, ningún empleado tiene que intoxicar mi casa más de lo necesario!
Esas palabras las escuchó Axel en la puerta, iba a hacerle una visita, entonces entró enfadado y defendió a su hermano:
-¡A mi hermano nadie le habla así! Él no es un cualquiera, no tiene que intoxicar nada, me tiene a mí y no tiene que andar rogando a nadie.
-¿Y tú quién eres, niñato?
-Soy Axel Montenegro, alguien tan poderoso o más que usted.
-Entonces, si eres tan poderoso, ¿por qué vive de sobrante este aquí?
-Porque su madre se lo pidió para ayudarla con su hermana, así que si es tanta cosa, pudo venir a ayudar antes. Así que no venga ahora de heroína, ese papel ya está muy gastado.
-¿Cómo osas hablarme así en mi propia casa?
Apareció Anahí para poner orden:
-¿Qué pasa aquí?
-Pues que este chico se cree que puede venir a decirme lo que tengo que hacer a mi propia casa, mamá.-Hasta sus aires de grandeza me dan lástima, esta casa no es ni suya, la propiedad es de su madre.
-Llévate a tu hermano, no te quiero más aquí.
-A mí no me gusta venir, no se preocupe, simplemente vengo a ver a mi hermano porque su madre le pidió que la ayudara con su hermana.
-¡Pues ahora ya estoy yo aquí y no necesita nada de él!-gritó con desprecio.
-Hija, cálmate, yo se lo pedí y Manuel no tiene la culpa, de hecho, él no se va a mover de aquí.-sentenció la anciana.
-¡Mamá!
-Ya he dicho todo, Manuel se queda.
-Eso no sólo lo decide usted.
-Hermano, tranquilízate, por favor.
-Axel, entiendo que estés enfadado, pero no te pongas así.
-¿Cómo quiere que me ponga? No permito que nadie lo trate así, si les molesta su presencia, se viene a vivir conmigo.
-¡Pues llévatelo!
-¡Alejandra!
En ese momento, bajó Gabriela y dejaron de discutir;
-¿Qué pasó?
-Nada, señora, no se preocupe.
-Hermana, vuelve a subir.
-No, no voy a subir.
-Simplemente tuvimos un pequeño malentendido, pero nada más, señora.
-¿Seguro?
-Sí.-contestó Axel tranquilamente.
-Está bien, pasa un buen día.-dijo dándole una palmada en el hombro antes de volver a subir.
Entonces el joven se fue, no quería soportar más tonterías. Al llegar a su casa, en vez de entrar, fue al establo y se montó a un caballo de camino a un río. Llegó rápido y tocó el agua, le gustaba, estaba en una buena temperatura. Entonces se sacó la camiseta y para evitar que sucediera algo desagradable, no se sacó más ropa. Se tiró al agua, nadaba con mucha facilidad. Lucio pasaba por allí con su amigo, vio el caballo del patrón y paró:
-Esa es la bestia del jefe.
-¿Y?
-Vuelvo ahora.
-¿Adónde vas?
-Cállate.
Se acercó al río, pudo ver la camiseta de Axel tirada, sin embargo a él no lo veía. Cogió la prenda y la olfateó:
-Huele a patrón, me encanta, esto es lo que he estado buscando.
Antes de que lo viera, se fue con una gran sonrisa, su amigo y él siguieron su camino:
-¿Qué? ¿Qué fuiste a mirar?
-Hay cosas que no se dicen, amigo.
-Tienes razón, pero quiero que me digas una cosa, ¿qué haces para que las mujeres andén detrás de ti?
-A las hembras les interesa los machos, eses que les hace el amor como una bestia.-dijo riéndose.
-Ay sí, hay algunas que se pasan. Hay que admitir algo, hay chicas que no se te sacan de la cabeza.
-Pues a mí nunca me ha pasado eso.
-Increíble, debes de ser de piedra, Lucio.
-Bueno, ya llegamos, me tengo que poner a trabajar.
-Nos veremos.-dijo antes de irse.
Britney venía del psicólogo, estaba mejorando y se estaba empezando a poner menos nerviosa ante los hombres. Pero después de entrar, sonó el teléfono fijo, lo cogió:
-Diga.
-Buenos días, soy Ravenna Perroni, ponme con Axel Montenegro.
-Habla Ravenna Perroni, ¿no?
-Sí.
Pero el asesor legal entró cuando dijo el nombre de la mujer y le arrebató el aparato de la mano:
-¿Qué quieres de mi hermano?
-¿Manuel? Mira, pásame a Axel.
-No te voy a pasar a nadie, no vuelvas a llamar.-dijo antes de colgar.
En ese momento, apareció el joven mojado y extrañado por lo que acababa de escuchar:
-¿Quién no puede volver a llamar?
-Una tal Ravenna.-dijo inocentemente la empleada.
El rostro del chico cambió y se enfadó:
-¡No quiero verla ni en pintura, solo deseo que me pague lo que me debe!
-Britney, retírate, por favor.
La chica se fue y se quedaron los hermanos a solas:
-Escucha, esa italiana quería hablar contigo.
-Maldita sinvergüenza, aún se atreve a querer hablar conmigo, no es más que una estúpida ambiciosa.
-Tranquilo, hermano, no te alteres.
-¿Cómo no me voy a alterar? De verdad que tengo la maldición de encontrarme con lo peorcito siempre.
-No te pongas así, ¿vale?
-Vale, voy a cambiarme. Desde luego que uno no puede estar tranquilo.-dijo antes de subir a su cuarto.
En casa de Ava...
La familia hablaba en el salón:
-Hija, dime una cosa, ¿es verdad que amas a Axel?
-Sí.
-¿Por qué le declaraste tu amor delante de todos?
-Porque no me avergüenzo de mis sentimientos, Axel es un hombre decente, así que no es para tanto.
-Tanto como decente...
-Todos saben su pasado.
-Gracias a mí.-sonrío Borja.
-¿Qué dices?
-Yo le dije a todo el mundo la verdad, tienen que saber qué clase de persona es ese Montenegro.
-¡¿Estás mal de la cabeza o qué?!
-¡Ava, no os gritéis, por favor! Los hermanos no deben enfrentarse por chicos como Axel.
-Él vale la pena, papá, más de lo que te imaginas.
-Mira, hija, te recomiendo que te olvides de ese muchacho. No vaya a ser que vuelva su querida, lo envuelva y te haga daño.
-Él no es de esa clase de hombres.
-¿Cómo lo sabes?
-¿Y tú por qué te empeñas en fastidiar todas las probabilidades que tengo para conseguir el amor de Axel?
El chico se quedó callado, reaccionó el progenitor;
-Hija, ya se ve que es insolente, no me dirás que no.
-Papá, digamos que es así desde lo de la serpiente...
-O por el beso que le diste.-reveló Borja.
-¿Qué beso?
-Pues que lo besé sin su consentimiento porque no soportaba las ganas.-dijo atrevidamente.
-Ava, por favor, deja de pensar tonterías...
-No son tonterías, simplemente lo amo y os lo voy a demostrar, tanto a vosotros como a él.-dijo antes de subir a su habitación.
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El patrón
DiversosAxel es un joven guapo, rico e inteligente. Pero debido a su difícil pasado, su carácter cambió, ahora lo tiene mucho más fuerte y complicado. Con sus enemigos podría llegar a ser implacable. Pero a pesar de todo, tenía una mente avanzada para los...