Nunca me han gustado los Hospitales, dan un ambiente deprimente. Es triste ver a los familiares de los pacientes pasearse de un lado a otro con tasas de café en las manos y ojeras.
Me encuentro sentada en el pasillo del Hospital mientras mis pies cuelgan de la silla, los muevo adelante y hacia tras con nerviosismo mietras mamá llega y se sienta a mi lado.
La señora Emma es una mujer muy bonita, es rubia de ojos marrones y cuerpo esbelto.
Siento su mirada en mi perfil pero no la miro.
Hace una semana nuestra relación a ido mejorando, hemos recuperado la confianza que un día perdimos y hasta hemos visto películas en la sala junto a Papá y Jesús.
– Veras que todo sale bien – dice y me toma la mano por lo que elevo mi vista a ella – es imposible que estés enferma.
Paso saliva y asiento, ni las palabras me salen.
–María José Adams – dice el médico amigo de la familia – pasen por favor
Mi madre pasa seguida de mi cerrando la puerta tras nosotras.
– Pequeña toma asiento
Nerviosa me siento frente a él y mi madre a mi lado.
El señor Tomás es un señor de al menos 50 años, calvo con lentes. Es un viejo amigo de la familia.
– Los análisis están negativos, no tienes diabetes– dice y siento a mi madre suspirar de alivio – tú problema no es físico.
– ¿Entonces qué pasa Tomás? – pregunta mi mamá preocupada.
Tomás me mira con ojos cautelosos dándome un poco de tranquilidad, una de sus especialidades es la psicología.
– Tú problema es emocional – dice y frunzo el ceño .
–¿ Estoy mal de la cabeza? – digo aunque ya conozco la respuesta y el sonríe negando.
– Tienes mucho estrés acumulado – dice y escribe algo en una agenda– el estrés puede dar síntomas de estar enfermo, como tuviste episodios de Diabetes cuando eras pequeña pensamos que tal vez había vuelto pero no, físicamente estas saludable.
Mi madre me mira algo preocupada y vuelve la vista al doctor.
– ¿Qué recomiendas? – pregunta ella mirándolo atentamente.
– Sería bueno si vinieras una vez a la semana a verme – dice y termina de anotar – puedes mejorar.
– No necesito terapia – digo sintiéndome mal – no estoy loca.
– MJ – me advierte mi madre pero el señor Tomás no se inmuta.
– Emma podrías esperar fuera porfavor – dice este y mamá asiente dejandonos solos.
Hay un silencio por un momento y es algo incómodo.
– La salud mental no es algo que se debe tomar a la ligera.
– No sabía que por un análisis de sangre se sabía si estas mal de la cabeza – le digo y el sonríe negando.
– Cuando entraste aquí la última vez , hace una semana– dice mirándome atentamente– tus ojos lo decían todo.
La última vez que vine aquí fue el día que hablé con Manuel, debo admitir que estaba triste, cansada, no se.
– Hace mucho tiempo que te conozco MJ, te vi nacer y crecer – dice el señor acomodando sus lentes – quiero ayudarte, porfavor dejame hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Disfraz de Ángel
Teen FictionDicen qué todos tenemos un disfraz, todos tenemos una cara que no mostramos. A veces por miedo y a veces porque todavía la desconocemos. Ese es el caso de María José, una joven de 16 años amante de la literatura y del sabor a chocolate, una chica d...