οκτώ

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Andy seguía tirada en el suelo justo delante de la puerta en donde había aparecido su hermana en los brazos de un hombre desconocido y peleando por un poco de aire. El grito de Jully la había sacado fuera del trance del cual había sido llevada en el momento en el que uno par de ojos rojos se había clavado en su dirección. Recuerda aquella sensación sofocante envolverse a su alrededor, envolverla en una manta oscura casi impenetrable obligándole a escuchar el latido de su corazón y el leve susurro de su hermana. Había corrido hacia la misma dirección en la cual se encontraba tirada para observar como los ojos vacíos de su mejor amiga y hermana se quedaban mirando al vacío esperando a que un milagro ocurriera.

Lo que ocurrió a continuación es algo que nunca podría superar. Había seguido un instinto que no sabía que tenía. Llevo sus manos hacia el pecho de Anne solo para que una luz brillante saliera del cuerpo de su hermana mayor y se envolviera alrededor de sus dedos para luego regresar al cuerpo de Anne con más fuerzas. Los ojos de Jully clavados en los de Andy sonriéndole con dulzura como si supiera lo que estaba ocurriendo, como si lo que estaba viendo fuese lo más normal.

-Lay está cerca- comento el hombre observando a Jully quien asintió.

-Al igual que Sehun.-continuo hablándole Jully como si se conocieran de toda la vida.

Quería intentar entender el porque su hermana menor se encontraba tan normal ante un chico que había desaparecido delante de todas después de que sus manos dejaran de brillar y su hermana mayor se levantara de un golpe para hablar sobre un espejo. Algo estaba sucediendo y parecía que todas estaban perdiendo el control de aquello.

Volvía a mirar sus manos intentando buscar algo extraño en ellas solo para encontrarse una especie de brillo, como si le hubieran lanzado escarcha sobre las palmas de sus manos creando una especie de signo que no entendió. Quizás solo era su imaginación pero continúo mirando aquello quizás encontrando las respuestas de las preguntas que vagaban dentro de su cerebro.

Su hermana había estado tirada en el suelo de la cocina con un hombre intentando sujetarla para que se calmara un poco al mismo tiempo en el que Jully acariciaba su cabello. Podía ver como ella luchaba por sobrevivir y solo una cosa vino a su mente, en realidad una voz resonó con fuerza en su mente.

"Confía" 

Siempre había escuchado a su madre hablar de que sus manos eran mágicas sobre todo después de que posaba una mano sobre cualquier corte o quemadura y sus hermanas solo sonreían diciendo que el dolor había desaparecido. Siempre creyó que solo era un estúpido truco que su madre le había enseñado para cuando ella no se encontrase con sus hijas  pero después de lo de hoy confiaba en que había algo más allí, algo que estaba haciendo que la tranquilidad y la armonía de su casa se hiciera pedazos y sobre todo que el pilar de la familia, Anne, parecía comenzar a volverse loca, solo haciéndole recordar los últimos días de su padre.

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Desde que había dicho aquellas palabras Anne se había quedado sentada delante del espejo que se encontraba en el estudio de su padre queriendo descifrar algo más. Podía sentir su cerebro andar como una maquina vieja que necesitaba un poco de lubricación para que comenzara a funcionar como debía pero no encontraba nada. Observaba con cuidado cada curva, cada marca o mancha que el objeto tenia haciéndole parecer casi una extraña para todas sus hermanas. Todas casi muriendo de miedo después de que aquel hombre le sonriera a Jully desaparecido delante de sus ojos como un fantasma.

-Esto se está saliendo de control- comento May mientras miraba a su hermana mayor desde el marco de la puerta junto a su gemela May.- Casi todas se están volviendo locas.-

EXOdus: El despertar de las leyendas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora