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Sheldon no durmió tranquilo en toda la noche. No podía apagar su mente por más que lo intentase. Él sabía que ella se dedicaba a algo interesante pero jamás pensó que sería tan maravilloso. Ciencia, ella hacía ciencia como él. Ahora estaba tan deseoso de conocerla, tan asustado a la vez también y es que había vivido 33 años alejado de aquel sentimiento, de aquella emoción dirigida hacía las féminas y ahora comenzaba a desarrollar algo parecido con una que ni conocía en persona. Ansiaba tanto saber su nombre. Ya le desesperaba no tener más información de ella. Algo que le demostrara que era real, que no era un invento de su imaginación para hacerse sentir mejor anímicamente. 

El físico teórico levantó su vista del escritorio y vio como los alumnos esparcidos por toda el aula escribían lo que él redactó en el pizarrón. ¿Por qué se demoraban tanto en escribir algo tan simple?, bueno, hoy le daba igual si ellos ponían de su parte en la clase o no, porque no tenía ganas de lidiar con ellos. Solo quería tener el celular en sus manos para hablar con la Chica de la Comic Con. 

De pronto golpearon la puerta del aula y al segundo, entró la Señorita Davis, traía unos documentos en sus manos y los dejó sobre el escritorio de Sheldon.

—Doctor Cooper, no vino a mi oficina esta mañana para firmar el documento sobre el abandono de su estacionamiento, no lo haga más difícil por favor, no puedo comenzar a seguirlo por toda la Universidad. 

—Simplemente lo olvidé. —Con una lentitud única Sheldon buscó un bolígrafo para firmar dicho papel, la Señorita Davis le facilitó uno con una clara cara de pocos amigos— Esta bien, voy a firmar. 

—No es opcional, Doctor Cooper, como tampoco lo es el hablar por el departamento de Física el día de la celebración. 

Sheldon levantó el bolígrafo antes de que tocara el papel y observó fijamente a la administradora de Recursos Humanos, ya sentía aquel involuntario tic en su ojo. 

—No voy hablar en público porque, en sus propias palabras, soy "un hombre que no conoce los límites de la sociedad", ¿por qué un hombre como yo debería dar un discurso?

—Porque la otra opción sería el Doctor Kripke y entre usted y él, es clara la inclinación sobre quien es más apto para hablar en público frente a gente importante. 

Sheldon echó un vistazo hasta los alumnos sentados en las sillas del aula, algunos ya habían abierto el libro de clases para comenzar la actividad y otros dormían o conversaban. 

—No lo haré, no me pueden obligar y supongo que ya no tengo mucho más que perder en esta institución, si quieren deshacerse de mi... —sostuvo el aliento unos segundos, sus manos sudaban y su pie se movía compulsivamente bajo el escritorio— no pelearé contra ello. 

La señorita Davis lo miró con sorpresa. No podía creer su postura. 

—Doctor Cooper, nosotros no hemos tenido la mejor y más cordial relación laboral pero no creo que sea correcta su actitud, esta bien, usted cometió un error y el castigo esta impuesto y vigente pero en algún momento el Presidente Siebert va a dejar de ser presionado y todo volverá a la normalidad. —La mujer se acercó más al escritorio y susurró:— Además si soy sincera con usted, no creo que sea el primero ni el último profesor en tener un tipo de relación con una alumna. 

Aquellas palabras le habrían caído bien cuando lo apuntaron con el índice y solo se dedicaron a culparlo de todo lo desafortunado, ahora pensaba que se las decía solamente para que él accediera a dar el discurso, para que cediera en su postura. 

—Lo que sucedió con la señorita Nowitzki yo no lo llamaría una relación, fue solo un evento desafortunado en mi maravillosa y tranquila vida. —Finalmente Sheldon firmó aquel documento del estacionamiento y mientras lo hacía el nombre: Amy Farrah Fowler apareció frente a él— Listo, la señorita Fowler puede disfrutar a sus anchas de mi lugar en el estacionamiento. 

The chemistry of love. [SHAMY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora