Libro 1: Capítulo 1

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Semi... ¿Qué?

El pelirrojo recobró la conciencia y pudo sentir la suavidad de la cama debajo de él, acompañado de una almohada reconfortante para su cabeza. ¿Acaso todo había sido un sueño? El encuentro con el Oni y la trágica muerte de su madre parecían tan reales y aterradores.

Deseaba con todas sus fuerzas que fuera así, que al abrir los ojos encontraría a su madre durmiendo a su lado, lista para darle un cálido abrazo y un beso de buenos días.

Con precaución, abrió los ojos lentamente. Rápidamente, su esperanza se desvaneció al no reconocer el techo de la habitación en la que se encontraba. Sin embargo, seguía aferrado a la idea de que su madre estaba viva, incapaz de aceptar su muerte.

Frotándose los ojos, se sentó en la cama. La habitación era pequeña y estaba decorada con cortinas azul celeste y aun lado de su 

 una puerta. Sus ojos captaron una figura a través de las cortinas, que se abrieron lentamente revelando a un hombre.

— Vaya, has despertado — sonrió el hombre, cuya apariencia era distinguida y serena. Su cabello negro estaba perfectamente cuidado y peinado, enmarcando su rostro maduro. Las suaves líneas y arrugas sutiles en su rostro reflejaban años de experiencia y sabiduría. A pesar de ello, su expresión irradiaba calidez y compasión, y su vestimenta indicaba que era un médico.

— ¿Quién es usted? — preguntó Naruto.

— Haruki Nakajima, un gusto conocerte, pequeño — respondió el hombre con una sonrisa perenne.

— Naruto, Naruto Uzumaki — dijo el pelirrojo.

— Uzumaki, ¿eh? — el doctor abrió ligeramente los ojos, pero pronto su expresión volvió a ser la misma — Te encontré desmayado a los pies del Monte Fuji. ¿Puedes decirme qué te pasó? — Naruto miró con vacío y tristeza, la pequeña esperanza de que su madre estuviera viva desapareció cuando intentó hablar.

— Mi... mi... mamá... ella...

— ¿Murió? — el doctor no se anduvo con rodeos. — Sí, encontraron su cuerpo en uno de los árboles — el doctor sacó un periódico de su bata sin darse cuenta de la mirada de sorpresa y miedo de Naruto. — Pero eso es algo común entre personas como nosotros — el hombre le entregó el periódico y en el titular decía: "Trágico acontecimiento pone en alerta a las autoridades", y en el subtítulo se leía: "Está en debate si se trata de un suicidio o un homicidio"

Naruto lloro y grito, en angustia, su madre de verdad había muerto.

Pasaron varios días en los que Naruto estuvo atrapado en aquella habitación, sin ninguna salida, a excepción de la puerta que conducía al baño. Había intentado abrir las cortinas, pero estas parecían adheridas a las paredes, inamovibles. Solo el doctor se aventuraba más allá de aquel umbral.

El doctor era la única persona con la que Naruto había tenido contacto durante esos días de confinamiento. Cada vez que llegaba, llevaba consigo comida y se tomaba el tiempo para conversar con él. Sin embargo, las palabras del doctor sobre "personas como nosotros" seguían resonando en la mente de Naruto, dejando un halo de misterio en el aire.

En ese momento, las cortinas se abrieron y el doctor entró, sosteniendo un plato humeante de ramen.

— Toma — dijo el doctor con su perpetua sonrisa.

— Gracias — respondió Naruto, devolviendo la sonrisa, y comenzó a comer.

— Cuando termines tu plato, podrás salir de aquí — anunció el doctor. Naruto sintió un destello de esperanza mientras saboreaba el ramen. Aunque la muerte de su madre lo afectaría por el resto de su vida, al menos aún tenía a su otra familia. La idea de no estar solo lo reconfortaba ligeramente.

Naruto Uzumaki: Hijo del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora