Libro 1: Capítulo 6

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Después de hablar con Tsunade la idea de comer un tazón de ramen parecía la idea más reconfortante en este momento. Él estaba maldito, se preguntaba si su madre sabia que tenía un espíritu maldito dentro de él.

Sabía que era un semidiós. No era coincidencia que supiera a dónde mandarlo cuando el Oni atacó, ni tampoco el hecho de que su departamento estuviera lleno de objetos religiosos, probablemente colocados allí para ahuyentar a los malos espíritus.

Inmerso en sus pensamientos, Naruto no se dio cuenta de que había llegado a la cafetería donde sus amigos lo esperaban en una mesa cercana a la puerta.

La primera en acercarse fue Fuu, con una expresión preocupada en su rostro.

— ¿Estás bien? No te van a expulsar, ¿verdad?

— No seas idiota, por supuesto que no lo van a expulsar. Sería como enviarlo a su muerte — Shikamaru respondió con expresión aburrida, haciendo que Fuu se sintiera incómoda por su obviedad.

— Estoy bien, chicos. De verdad. Y ¿qué vamos a comer? — Naruto les sonrió alegremente. No sabía si debía contarles la verdad de una vez. Acababan de conocerse y sería poco sensato decirles: "Hola, chicos, soy el contenedor de un ser maligno que puede destruir el mundo".

Naruto se sentó con sus amigos en la mesa de la cafetería y trató de apartar de su mente lo que le acaban de decir. No quería arruinar el momento con pensamientos oscuros y preocupaciones. Se esforzó por mantener una actitud positiva y disfrutar de la compañía de Fuu y Shikamaru.

Naruto decidió hablar de algo más ligero para desviar la atención de su secreto. Los pequeños yokai de la cocina le dieron un menú al trío de estudiantes.

—Chicos, ¿qué les parece probar el shioramen? — sugirió Naruto, tratando de animar el ambiente.

Fuu asintió emocionada.

— ¡Claro, suena genial! 

Shikamaru, aunque mostraba su típica expresión indiferente, parecía interesado.

— Supongo que no estaría mal probar algo nuevo. Si dices que son especiales, tal vez valga la pena.

Ya pensaría en como tratar con todo el asunto del Kyubi, por ahora solo disfrutaría la tarde con sus nuevos amigos.

Shikamaru tuvo que retirarse a la mansión de Omoikane, mientras él y Fuu a sus habitaciones individuales.

La mañana había llegado y como parecía que iba a ser costumbre, Fuu y Naruto iban a la cafetería a desayunar. Una vez terminado su desayuno, se encaminaron a su salón de clases donde Shikamaru ya estaba esperándolos.

— Buenos días, Shikamaru — saludaron ambos, y este simplemente les respondió con un gesto de cabeza.

— ¿Y Kakashi-sensei? — preguntó Naruto.

— Será mejor que se sienten y duerman un rato más. El hecho de que haya llegado temprano ayer fue un milagro — respondió Shikamaru. El pelirrojo y la peli verde intercambiaron miradas confundidas, preguntándose a qué se refería Shikamaru.

Intrigados por el comentario de su amigo, Naruto y Fuu se sentaron en la mesa y esperaron, pero el tiempo parecía pasar lentamente. Para matar el tiempo, decidieron jugar diferentes juegos. Empezaron con piedra, papel o tijera, luego pasaron a dibujar un gato en la pizarra y, finalmente, Fuu improvisó un juego de ayatori con una liga que tenía a mano.

Sin embargo, a pesar de sus intentos por entretenerse, el tiempo seguía transcurriendo y Kakashi-sensei no aparecía. Dos horas habían pasado desde que se sentaron en la mesa, y la impaciencia comenzaba a apoderarse de Fuu.

Naruto Uzumaki: Hijo del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora