Antes que nada, ¡les deseamos una feliz Navidad! Por fin podemos compartirles el primer capítulo de esta nueva aventura. ¡Esperamos que lo disfruten!
Un pequeño aviso: a diferencia de la primera historia, estos relatos aún están en proceso de escritura.
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-¡Ese es mío! ¡Ese es mío!
-Ya has elegido cuatro. ¿Cuándo voy a poder elegir uno yo?
-¡Ya no voy a cambiar de opinión, lo prometo! ¡El rojo es mío! ¡Y ese dorado es tuyo!
-Oh, pero yo quería uno azul...
Él niega con la cabeza, muy serio. Mamá no lo entiende, pero es obvio que el de ella tiene que ser dorado, porque su cabello es dorado. Papá es el que debe tener uno azul, porque sus ojos son azules. Como cada Año Nuevo, él se dedica a analizar cuidadosamente el cielo mientras los tres observan los fuegos artificiales que arrojan los vecinos para seleccionar cuál es el adecuado para cada uno.
-¡Y ese es el de papá! -exclama victorioso cuando por fin aparece uno de color azul celeste.
Mamá hace un puchero, igualito a esos por los que lo regaña a él a menudo. Papá lo deja en el piso y le acaricia el cabello a ella, riendo.
-Tal vez el próximo año, cariño. Mientras tanto, vamos a abrir los regalos. Estoy seguro que el de Aioros te gustará incluso más que un fuego artificial azul.
Sin siquiera esperar a que ella responda, él atraviesa a toda velocidad la puerta y se desliza sobre el suelo de madera barnizada, dejándose caer de rodillas justo delante del árbol para alcanzar la caja más grande con su nombre escrito.
-¡Hey, hey! ¡Tranquilo! Recuerda, los abrimos todos juntos...
-¡Sí, sí! ¡Vengan, vamos!
Ansioso por encontrarse con su preciado camión de bomberos que anda de verdad y tiene luz y sonido, o quizás con su arco y flecha de juguete que vienen con un blanco para practicar, toma las dos cajas en las que ve los nombres de sus padres y se las extiende cuando ellos se sientan a su lado.
-¡Abránlos! ¡Abránlos! ¡Abránlos! -exige con emoción, recibiendo a cambio unas palmaditas en la cabeza.
-Qué impaciente me saliste, mi vida.
-Mira quién habla -dice su papá. Aioros ahoga una risita cuando éste se aclara la garganta al recibir una mirada severa.
-¿Qué dijiste?
-Nada.
Mamá niega exageradamente con la cabeza fingiendo indignación, provocando que los rizos de su flequillo se le vayan a la cara. Ya no puede aguantarse y tanto él como su padre estallan en carcajadas. La expresión seria de su madre dura solo un segundo, luego se une a ellos antes de finalmente comenzar a abrir su regalo, quitando con cuidado el papel.
-¿¡Te gusta!? -pregunta una vez que ha abierto la caja, gateando para sentarse a su lado.
Ella le devuelve la mirada, con los ojos llenos de lágrimas y, sin decir nada, vuelve a mirar el vestido rojo que él ha elegido justamente porque sabe que a su madre le encanta el rojo. Pero esa reacción lo está haciendo dudar.
-¿No...? -pregunta con voz temblorosa.
-Oh, bebé... ¡Me encanta! -su madre deja el regalo a un lado para abrazarlo, cubriendo su rostro de besos.
-¡Y te lo compré con mis ahorros! -proclama con orgullo, recibiendo inmediatamente un tirón de oreja de parte de su conciencia que le hace agregar:-. Y un poquito de ayuda.
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Running up that Hill - Outside Stories
FanfictionTodavía no han llegado a la cima, apenas se han encontrado en el mismo punto, y no podrían estar más felices de que así sea. Les espera un nuevo camino, el más anhelado y el que se ve más brillante: el que recorrerán juntos. Secuela del fanfic "Runn...