En el principio, contigo (Epílogo)

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-Vamos, terminatelo... ¡Aún tienes comida, no te voy a servir más!

Tras recibir como única respuesta un maullido indignado, Deathmask toma el plato y lo sacude de modo que todo su contenido quede junto en el centro.

-Ahí tienes, lleno de nuevo. Forza muoviti, palla di pelo*!

Pequeña Marín vuelve a maullar, pero esta vez le hace caso y comienza a devorar el alimento seco bajo su atenta mirada. Mal por ella si no le gusta, pero más de una vez ha preferido quedarse sin comer porque le daba pereza cocinar, no va a ponerse a hacerlo para satisfacer a una gata mañosa. Bastante ha hecho accediendo a subir cada noche para alimentarla e incluso comprarle el pienso.

-Qué mimada estás, ¿eh? Apuesto a que te haces la callejera para tener a Aioria babeándose por ti.

«Y quién te culpa», agrega internamente riendo entre dientes.

Cuando el plato queda vacío el animal se asoma a ver la entrada de Leo, como si estuviera esperando a que aparezca el enorme gato que allí vive, antes de darse la vuelta y emprender su camino escaleras abajo. Él, con mucha menos prisa, la sigue sacando de su bolsillo un cigarrillo y su encendedor. Pronto tendrá que ir a comprar más, piensa mientras suelta el humo. Ya va por la mitad de la cajetilla, después de que se acabe esa, y la otra que tiene, ya sólo le quedará una. Todavía se pregunta por qué esos dos han decidido gastarse dinero en pasajes de avión cuando él, haciendo uso de la velocidad de la luz, ha visitado tantas veces su Sicilia natal para conseguir sus MS Bionde que ya ha perdido la cuenta.

Bueno, ¿a quién le importa? Si quieren gastar su dinero jugando a los turistas es cosa suya. Y, hablando de dinero... se recuerda a sí mismo por qué está haciendo todo esto, por el dinerillo extra que Aiolia prometió darle cuando le pague lo del pienso. Sí, es por eso que lo hace. Ignorará la voz que le recuerda que fue él quien se ofreció a comprarle la comida a esa bolsa de pulgas antes de que Aiolia pudiera hacerlo. Le da vergüenza recordar la forma en que ese idiota le sonrió, viéndose tan agradecido, siendo que antes sólo tenía miradas de desaprobación e ira para dedicarle. Quién diría que era tan sencillo hacerlo sonreír, justo como...

«Ella. Sonreía por todo y a todos, incluso cuando...»

Muerde el cigarrillo, causando que éste se rompa y maldiciendo por ello. Escupe la colilla, pisando ambos pedazos mientras se mete la mano en el bolsillo para sacar otro, dándose cuenta de que ya ha llegado a su templo. Dentro es recibido por el usual silencio que allí reina y que hace que sus pensamientos y sus pasos resuenen con más fuerza.

Su fortaleza se encuentra vacía, apagada, él ya se ha rendido en intentar devolverle la gloria que alguna vez tuvo. Es un trabajo demasiado pesado para el que no está a la altura... Además de que de todas formas nunca volverá a ser lo mismo. Es mejor dejar de darle vueltas a las cosas que ya no pueden cambiarse y concentrarse en la cerveza fresca que espera por él en la nevera.

Tan acostumbrado está al silencio que tarda un momento en percatarse del llamado de la caja de Pandora desde la mitad del pasillo. Se acerca a ella con el ceño fruncido, encontrándose únicamente con su brillo intermitente. Cáncer nunca ha sido de comunicarse mucho con él, siempre se ha comportado como una vieja malhumorada que se ofende con facilidad.

«Pero, al final, es ella la que sigue insistiendo conmigo».

Deathmask da una larga calada, echando el humo por las narices antes de decidirse a increpar a la caja.

-¿Y bien? Sabes que no te entiendo cuando te pones en modo misterio ancestral. ¿Qué quieres?

Silencio, otra vez. Por supuesto.

-Tsk...

Decidido a no comerse la cabeza por nada esa noche, deja caer el cigarrillo a medio terminar al suelo para apagarlo con la punta del zapato.

-Vete a la mierda -masculla yéndose a la cocina, a por su cerveza.

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*¡Vamos, muévete, bola de pelo!

Muchas gracias por habernos acompañado hasta aquí, ¡significa mucho para nosotras! Esperamos que este epílogo sirva como un pequeño aperitivo de lo que se viene a continuación 👀 ¡Hasta la próxima!

Running up that Hill - Outside StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora