En el principio, contigo (3)

164 8 20
                                    


¡Hola, queridos lectores! Queremos avisarles que este capítulo contiene smut, ¡y que, por favor, tengan en cuenta los tags! Esperamos que disfruten la lectura.

---

-¡No os esperaba tan temprano!

Fernando los recibe sin poder disimular su entusiasmo. Les dice que Miguel se ha ido a jugar con sus amigos, pero que si no tienen planes pueden pasar la mañana allí y luego almorzar juntos. Sin embargo, todo aquello queda en la nada cuando al acercarse para abrirles la puerta del cerco se percata del gesto sombrío de Shura.

-Hijito, ¿qué...?

-¿Qué sabe usted de mis padres?

El arrugado rostro del hombre se contrae en una mueca y su piel tostada se vuelve pálida. Él sabe algo. Y al parecer es peor de lo que se imaginaba. Tras unos segundos que se toma para procesarlo todo, les invita a pasar. Dentro, les invita a sentarse y les pregunta si desean algo de beber. Shura responde por ambos, diciendo que no y dejando en claro que no tiene tiempo para cortesías. Necesita explicaciones.

-Alejandro... Antes que nada, debes saber que todo lo que tu abuela hacía y dejaba de hacer era pensando en tu bienestar. Si no te habló de ellos...

-No es eso lo que quiero saber -le interrumpe con aspereza, arrepintiéndose en el acto pero sin poder contenerse-. ¿Ustedes los conocían? ¿El pueblo los conocía? ¿Yo... los conocía?

Tan solo imaginarlo le destroza, que alguno de sus vecinos fuera más que eso y él nunca lo supiera. Son tantos los nombres y rostros que recuerda como los que olvidó, ¿cómo podría...?

-No, tú no. Fallecieron cuando tú eras muy bebé. Tu madre primero... y tu padre, según supimos, poco después de que Josefa te encontrara.

-¿Encontrarme?

Fernando suspira y Shura siente que con cada pausa lo va matando de a poco.

-En la iglesia, en la mañana del Domingo de Ramos. Tu abuela siempre era la primera en llegar a la procesión, incluso antes que el sacerdote. T-te halló en la puerta, dormido...

La voz del hombre se entrecorta y él lo entiende, tiene miedo de dar los detalles. Abandonado. Lo abandonaron en la calle, quizás en una caja, como quien se deshace de un electrodoméstico roto o un mueble viejo. La mano de Aioria toca su espalda, pero algo le impide sentirla del todo. Se siente como cuando Shaka le quitó el sentido del tacto.

-No había una nota, ni nada, y ella nunca te había visto, pero era claro que eras tú... Todos aquí conocíamos su historia.

-¿Qué historia?

-Hijo...

-Por favor -suplica bajando la mirada, derrotado. Sabe que le hará daño, pero también siente que ya no hay marcha atrás y que no puede escapar de la verdad.

-Eran muy jóvenes -lo mismo que la mujer del cementerio le dijo-. Chavales que apenas iban a cumplir los veinte teniendo un lío antes de irse cada quien por su lado. Eran de familias con pasta, se sabía que se irían de aquí para estudiar y hacer sus vidas en alguna ciudad. Pero tu madre quedó embarazada y... y... la gente es ignorante, pero también hipócrita.

Shura sabe exactamente a lo que Fernando se refiere. Tener un hijo fuera del matrimonio es un pecado, así como lo es interrumpir un embarazo, pero tal parece que hay pecados que pueden cometerse siempre y cuando se haga en silencio... a menos que sea demasiado tarde.

-De un día para el otro hubo una boda. Y, pocos meses después, un nacimiento. No hablaban de ello, tampoco salían mucho, pero tú sabes que en este pueblo no se pueden guardar secretos.

Running up that Hill - Outside StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora