Las llamas calcinadoras hacen que las estructuras de las chozas, de lo que parece que era una villa muy alejada de cualquier presencia humana, se derrumben poco a poco. El olor a cenizas se asienta en los pulmones de Tomo, quien tiene la apariencia de un niño, impidiéndole hacer algo más que toser repetidamente; el calor excesivo provoca que la piel le arda de forma insoportable.
—Chicos...—logra decir el pequeño Tomo con la voz muy afectada, casi en un sollozo.
En el suelo se alcanzan a ver varios cuerpos también consumiéndose por el fuego, pero estos no emiten ningún sonido, solo un aura negra emana de ellos. Sus cabellos extrañamente tienen un aspecto canoso a pesar de que sus figuras lucen jóvenes.
Tomo solloza aún más e intenta avanzar entre los inmensos escombros para alcanzar a sus compañeros caídos y encontrar una forma de salvarlos, pero las infernales flamas lo atrapan. La mirada de Tomo refleja el miedo en su estado más puro cuando es engullido por ellas. Y todo se vuelve negro.
Al abrir los ojos se encuentra en otro lugar muy diferente, un sitio ajeno a este mundo. Es un espacio donde no hay ningún ruido a excepción del eco de su respiración; en el suelo reposan unas cuantas estructuras de piedra destruidas, quizá antes fueron parte de unos pilares resistentes pero ahora no eran más que vestigios. Una capa de agua reluce por toda la superficie, tan cristalina que parece falsa.
Tomo está de pie en todo el centro de aquel lugar amplio e infinito, y ya no posee la figura de un niño. No tiene idea si es de día o noche, sólo sabe que está ahí en aquel sitio escalofriante, completamente aislado de lo que conoce. Tampoco logra sentir el agua que hay en sus pies.
De repente, una voz desconocida de la cual no se puede distinguir su proceder, habla con un tono arrastrado y espantoso.
—Qué evento más inevitable... Tu sangre... Siempre termina volviendo a mí...
El muchacho mira hacia todas las direcciones pero no ve ninguna presencia humana. Sólo está ésa escalofriante sensación de que hay algo mal en aquel lugar. Intenta tomar su katana pero se da cuenta que no la tiene, está completamente desarmado.
—¡¿Quién eres?! —Enuncia Tomo con voz firme—. ¡Muestra la cara! ¿Qué es este lugar?
El ente suelta una carcajada distorsionada, el horrible sonido retumba en todo el espacio mientras Tomo aún intenta descifrar de donde sale aquella voz.
—¿Quién...? Una buena pregunta... Después de todo este tiempo... ¿Cuál era mi nombre?...—Aquello vuelve a soltar una risa aterradora—. No estamos en ningún lugar en especial, de hecho... Estamos en un lugar que tú conoces a la perfección...
Tomo siente como si aquella cosa estuviera dando vueltas alrededor suyo mientras le habla, como si fuera un depredador rodeando a su presa para engullirla cuando menos lo espere.
—¡No me quieras hacer pasar por tonto! ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué estamos aquí?
—Oh... Seres curiosos... los mortales siempre están intentando ir tras la verdad... y ustedes tampoco son la excepción...jajaja...
Lo que se suponía que era agua cristalina en los pies de Tomo, lentamente se va tornando de un color impuro. El cazador de demonios no se da cuenta cómo aquella cosa va subiendo por su cuerpo desde sus pantorrillas, intentando envolverlo.
—Tú mismo ya deberías saber la respuesta... ya que... esta es una pequeña parte... de tu mayor deseo...
—¿Mi mayor deseo...?—pregunta devuelta el muchacho, solo sus pupilas ahora se mueven de un lado a otro registrando el lugar.
ESTÁS LEYENDO
The Tales of Kitain [ Tomokazu / Tomo×Kazuha]
Historical FictionLa mayoría de leyendas transmitidas por la tradición oral son difícilmente rescatables en la actualidad. Hace mucho existía una canción infantil muy popular en las tierras de Inazuma: "Arataki de la puerta principal, Iwakura, el Sucesor, Takamine, C...