capitulo 12: el demonio vampiro

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Esteban se veía destrozado, recordaba las palabras de su madre, el mensaje para Lauren, aquello se lo negaría por rabia, dolor de no poder ir en su rescate, lo segundo lo mantenía pensativo, exequiel les dejó quedar en su casa mientras él resolvía el caso, pero Esteban no quería estar en el mismo lugar que Lauren así que siguió a su amigo a la comisaría, ya tenían todo resuelto y tal como su jefe les había exigido; sin desastres.

El pueblo había desaparecido, cada habitante fue usado como combustible para el demonio, niños, mujeres y hombres, los gritos se escuchaban en todas direcciones y sangre salpicada en el pavimento, paredes y todo objetivo, Miriam escondió a unas cuantas familias en su sótano, le puso un sello mágico para que su olor desapareciera, mientras ella se ocupaba de esconder sus libros, de pronto siente el impacto del golpe, algo fuerte que rompe la puerta, tras el mostrador escondida escucha como el vampiro busca y olfatea por carne fresca, sus patas de cabrito producían un crujido del piso de madera, su olor a muerte y tristeza es indiscutible, pero lo más sorprendente es su voz grave de ultratumba.

—¿Dónde los tienes?—.

Dijo maddox, estaba bien alimentado y en su transformación final, sería una tontería que la bruja del pueblo se le ocurriera ser valiente y afrontarlo, observó directo al corredor, sus ojos están acostumbrados a ver magia, un recuerdo de la niñez le dió una bofetada, su madre, mery acostumbraba hacer magia en el castillo, muchos de los hechizos no resultaba y terminaban en un desastre pero otro si, uno de los que si resultaba es el sello del bloqueo, no sabía cómo hacerlos, pero sabía cómo detectarlos.

—no seas cobarde mujer y aparece ante mi...de lo contrario mataré a cada una de las familias que haz escondido allí —.

Apunta con su dedo en la dirección correcta, Miriam se levanta del suelo, sus ojos suplicaban misericordia.

—no le hagas daño—.
Dijo Miriam, maddox volvió a su forma humana, se veía exquisito si no fuera por  la sangre cubriendo su pecho desnudo, parte de su rostro y el cabello plateado,  le daba un aspecto terrorífico y a la vez sensual, Miriam inhaló el fétido aroma de su seducción, una de sus habilidades más celebradas, el podía arrancar cabezas y la mujeres lo amarían, pero aquel delicioso olor se pintaba con el sabor metálico de la sangre y gracias a las víctimas de aquella noche Miriam se resistía.

—dime dónde está—.

—...n..no...lo se—.
Dijo Miriam.

—¡¡Dime la verdad!!—.
Gritó enfurecido, Miriam lo sabía, ella había caído en sus brazos, en esos labios carnosos y en ese cuerpo bien dotado por qué era inocente, todos murmuraban que su amor lastima a hasta que un día maddox eligió a su prima para ser su mujer, muchas noches lloró su perdida, lo amaba con sus entrañas pero pronto el amor que sentía se transformó en odio, sabía que un día su prima lo traicionara como el hizo con ella. Cuando maddox se encontraba en la cúspide de su gobierno con muchos muertos bajo sus pies, su prima rogó por ayuda para escapar del hombre que tanto amaba, Miriam no se detuvo a pensar en la causa, hambrienta de venganza decide ayudarla a desaparecer y enterrar al hombre que amó.

—puedes matarme. Nunca lo diré, eso tengo, el consuelo de que jamás la volverás a ver—.

Dijo satisfecha Miriam,  maddox asintió con la cabeza, sabía que por la fuerza no sacaría nada, debía ser más inteligente.

—si quieres que sea cruel, lo seré —.

Miriam observó con sorpresa como aquel hombre salía de su tienda.

Cinco horas después ya todo estaba en silencio, Miriam soltó a las familias, estás huyeron del pueblo, no podía quedarse, tampoco podía dejar todo su trabajo, tenía que tomar una decisión, Miriam miraba los estantes repletos de líquidos para quitar embrujos que ella misma confeccionó, pensaba en que hacer ya que ningún aquelarre la recibiría solo por tener un romance con un vampiro, sumergida en sus pensamientos se asustó cuando la voz de Isabella la interrumpió, Miriam se giró bruscamente, gregory estaba herido.

—¡Ayúdame por favor!—.

La bruja asintió mientras ponían al viejo vampiro en una camilla detrás del mostrador en la habitación siguiente, examinó la herida, la daga es mágica no parará de sangrar y debilitarse, hasta que sea removida.

—ire por el equipo—.
Dijo Miriam, Isabella se quedó a solas con su hermano, se paseaba nerviosa.

— puedes calmarte?..yo soy el herido no tu—.

—¿¡Cómo quieres que me tranquilice viendo el desastre de maddox?!—.

Gregory guardó silencio.

Al volver Miriam sostenía unas pinzas al tiempo que dijo.

—esto dolerá—.

Sin dar más tiempo empezó a extraer la daga la cuál dolía hasta los huesos, los gritos de gregory se escuchaban por toda la farmacia y hasta las afueras. Cuando el cuchillo salió de la herida inmediatamente comenzó a cicatrizar, las dos mujeres suspiraron cansadas.

—gracias—.

Se escuchó a maddox desde el interior de la habitación con su voz profunda y cansada, ambas se congelaron, Miriam observó como el rostro de gregory se desfigura.

—m...ma... maddox?—.

Preguntó Isabella, maddox se levanta de la camilla lentamente, mirando a las dos mujeres horrorizadas.

—¿Dónde está mi hermano?—.
Preguntó Isabella con los ojos anegados de lágrimas.

—muerto—.

Dijo maddox con una sonrisa diabólica en el rostro.

—¿Pero como?—.
Preguntó Miriam mientras veía la daga sobre la cacerola de metal esteriliza.

—¿Pueden creer que mi propio padre trataba de asesinarme?—.

Miriam e Isabella se lanzaron sobre maddox para detenerlo y clavarle la daga pero éste es más rápido, fuerte y las tomó del brazo, a ambas las lanzo fuera de la mini clínica, Miriam calló mal golpeándose en la cabeza en una esquina del mostrador, Isabella tuvo mejor suerte, pero no lo suficiente ya que maddox la sostiene del cuello mientras le dice.

—mi querido padre, fue a enfrentarme, peleamos y el muy desgraciado me enterró la daga, no me quedó más que arrancarle el corazón—.

Tiene una mirada loca, los ojos de Isabella se vuelven rojo llenos de ira y dolor, vengaria a su hermano, a los boinas, a su padre, con todas las fuerzas golpea la herida de maddox que está punto de cicatrizar, lo hace retroceder y la suelta.

—¡Eres un mounstro!—.
Le grita, maddox se levanta y la sigue fuera de la farmacia.

—yo soy un visionario, no como ustedes los ancianos que temen al progreso—.

Isabella se puso en posición de ataque.
—estas loco si crees que aceptaré tus términos—.

Maddox imita y decide ir por el ataque sin antes decir.

—tia es honor ser yo quien te quite la vida—.

unidos por la sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora