Lujuria

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Estaba frente a él, enarcando una ceja y con una mueca juguetona, casi lasciva.

"¿Me dijiste que me desnudara y ahora tienes esa cara?" dijo la morena, desabrochándose los pantalones.

Levi sólo observaba.

Desde el taburete de la esquina del cuarto de baño, la admiraba. Admiraba a Hange como un artista admira a su modelo para pintar una obra maestra.

Mentiría si dijera que Cuatro Ojos no le hacía cosquillas juguetonas en todo el cuerpo. Muchas veces deseó tenerla así delante de él.

Desnuda... expuesta.

Aquella maldita amenaza que tenía de frente le hacía tragar fuerte, le hacía perder el hilo, le hacía pensar en ella, de formas nada decentes, más de una vez por la noche.

"Date prisa," exigió el hombrecillo. "El agua se está enfriando."

"Ya voy."

Quitándose suavemente las bragas, sin apartar los ojos de él, Hange se quedó completamente desnuda delante del hombre.

La comandante de sección se metió en la bañera y se relajó, esperando a que Levi llegara y empezara a fregarla.

"Estás asquerosa, Cuatro Ojos," exclamó, cogiendo la esponja. "¿Cómo puedes estar días y días así?"

Hange rió entre dientes, jugando con el agua. Cerró los ojos y se sumergió bajo el agua.

"Para que así puedas hacerlo por mí," declaró, saliendo del agua y abriendo los ojos, sonriendo.

Hange agarró la mano de Levi y la sumergió bajo la espuma.

"¿Qué estás haciendo?"

"¿Qué crees que estoy haciendo?" ronroneó, guiando sus dígitos hacia su entrada. "¿Por qué estás tan sonrojado, Levi?"

Sintiendo un nudo, este tragó saliva y lanzó una mirada a Hange. Ésta, se inclinó más hacia él y le lamió la nuez de Adán.

"Sé que lo deseas, guapo," le susurraron al oído. "Podría convertirme en una ramera para ti."

Sus miradas se cruzaron, y el dolor de su creciente bulto estaba haciendo que el momento fuera miserable. Él asintió, y Hange le quitó su sagrado pañuelo y le tapó los ojos. Entrando en la bañera, le espetó.

"Quiero que me folles hasta dejarme sin sentido."


Siete Pecados CapitalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora